Bety siempre le quitaba las orillas a su sándwich de jamón y queso y me las regalaba porque no le gustaban. A mí me gustaban mucho las orillas del pan, pero me gustaba más Bety. Me gustó aún más –y la odié todavía más- cuando un día, en la clase de educación física, nos pusieron a jugar carreritas en el patio a todos los del salón. Si alguna gracia tenía yo era que corría más rápido que todos mis compañeros del salón y que casi toda la escuela. Los únicos que me ganaban eran los niños grandes de sexto. Pero ¡oh sorpresa!: Bety me ganó. Era de mi edad y era niña, ¿cómo podía ser eso? El maestro de educación física escogió a los tres primeros en haber llegado al otro lado del patio –yo en segundo lugar sin poderlo creer- y organizó otra carrerita. Volví a llegar en segundo lugar. Bety nomás sonreía. Desde ese día, Bety me gustaba y me angustiaba más. Correr junto a ella me transformaba las patas en débiles extremidades de gelatina temblorina. Dicen que así es el amor.
Yo era de esos niños que creía que si tenía tenis nuevos iba a correr más rápido. Sentía que con mis tenis Panam viejos ya no corría tan recio porque Bety me había ganado. Quería unos tenis de botín, de esos que traían todos mis compañeros de la escuela. Mi mamá me decía que me los iba a comprar pero yo le decía que nada mas los vendían en Estados Unidos. Ella me dijo que no, que ella los había visto en Gigante y que eran igualitos. Le comentamos a mi papá la situación de mis tenis viejitos y al día siguiente le dio dinero a mi madre para que me comprara los tenis de botín que todos traían en la escuela. Corrí emocionado al estante en donde estaban los tenis de botín y agarré un par. Primero pruébatelos, burro, jajaja, me dijo mi madre. Salí emocionado de la tienda con los tenis nuevos puestos y los tenis viejos guardados en la caja de los nuevos. Pisaba suavecito la calle para que no se fueran a ensuciar. Caminaba viéndolos, paso a paso. Estaba emocionado. Corrí en el estacionamiento del centro comercial hasta el carro y me di cuenta de que, en efecto, ya corría más rápido. Llegamos a la casa y los tenis nuevos no me los quería quitar ni para dormir. Al día siguiente, en la escuela, yo era el niño más feliz y más veloz, nomás estaba esperando desesperado el recreo para jugarle unas carreritas a Bety para ahora sí ganarle. Quise presumirles a los niños del salón mis tenis nuevos, pero mejor decidí no hacerlo. Como quiera, se dieron cuanta y echaron a reir: ¡jajajaja, son de Gigante! ¡Te los compraron en Gigante y son marca Gigante, jajajaja! No me los quise volver a poner, pero tuve que hacerlo porque eran los únicos tenis que tenía. Ah, por cierto: Bety me volvió a ganar.
Cuando te leo me das una ternura inimaginable, bueno, solo imaginable y comparable con la ternura que me dá Joshua cuando descubre cada día algo nuevo en su mundito tamaño niño de dos años...que shock nos provoca cuando somos enanos el darnos cuenta que la luna no es de queso y que los bebes no nacen de las flores, y que nostalgia el recordar esos días, a mi me sirve para mitigar esa nostalgia el saber que al recordarme niña e inocente aun exísto así dentro de mi y que esa inocencia aunque la han querido arrancar una y otra vez (estilo la masacre de los idealistas)permanece inmutable al tiempo y a la "madurez". saludos.
ResponderBorrarneta que uno de los atractivos de tu escritura es lo que transmites en tus lineas, que seguramente si un niño de primaria escribiera lo que siente seria el niño guffo, me divierten mucho tus post porque todo clasemediero tuvo semeganza en su vida unos con otros y recordar es volver a vivir... saludos sr.!
ResponderBorrarkids are cruel. Yo digo que es parte de la inseguridad, criticas para que no te critiquen, ya después aprendes que es una falacia, pero sigue siendo divertido
ResponderBorrarHola Guffo, requete buono el relato. A mí de morrito me traía de naves una niña llamada Karla Cienfuegos, yeah me acordé de su apellido y de sus negros ojos y su pelo negro y sus pies y su todo, una chavita que a la fecha la recuerdo con cariño, de hecho fue con la primer chavita que fuí al cine, y fuí a ver laberinto con el David Bowie, me acuerdo, qué onda conmigo, ese creo que fue mi primer amor, y por coincidencia contigo es que también me ganaba a las carreras, bueno lo que pasa es que yo era muy lento y ella siempre ganaba y nos ganaba a todos. Felices fiestas Guffo, con mucho Tequila y mucha cerveza.
ResponderBorrarEso pasa porque esa clase de niñas te mueven el tapete y se te debilitan las piernitas, en todos los aspectos ...
ResponderBorrarespero algun dia todos se encuentren su "betty" personal para que juntos ganen todas sus carreras.
saludos
y viva México..
Neta carnal que te mamas, toda esta lectura me trae un cumulo de recuerdos y cosas ya no recordaba por ser un adulto y poco a poco estaba olvidando esos lapsos tan personales de la infancia, gracias por compartir estos detalles de tu vida...
ResponderBorrarjajajajaja!...que buena adaptación hiciste de tu propia vivencia en torno a los famosos tenis de Gigante, que dicho sea de paso, siempre me ha hecho reir esa anecdota =)
ResponderBorrarBUen fin de semana, Guffo!
Los tenis nuevos sì hacen correr màs rápido. Neta. Cuando yo era morro (ejem, más morro) cada que estrenaba tenis tenía que someterlos a la prueba, y neta que sí me hacían más veloz.
ResponderBorrarMe hiciste recordar a Maru, compañera mía (de primero o segundo? de primaria!)...
La niña me encantaba. Güerita. Nariz finita, finita y sonrisa que enamora al instante. Hicimos una vez un concurso (de esos retos ridículos entre chavos) para ver quien aguantaba más la respiración... Bueno, hice trampa, lo reconozco, pero de que gané, gané. Ese día la apuesta era un beso de Maru.
Me gané ese beso que aún no olvido, y fue todo ganancia, porque yo no le hablaba muy bien que digamos... nos hicimos amigos, de esos amigos que nunca olvidas. Después, casi por cuarto año, Maru se animó a ser mi novia. Yo estaba que no lo creía, porque recordaba que todo había sido a raíz de haberle ganado a Felipe aguantando la respiración más tiempo.
Lástima, a María Eugenia la cambiaron de escuela ese mismo año. Y a pesar de que prometes ir a visitarla a su casa, y ella promete seguir siendo tu novia toda la vida la verdad es que pocas promesas se cumplen, aunque las hagas en tu niñez y sean las más importantes, las inquebrantables.
Saludos, Guffo. Y gracias por el recuerdo.
una vez mis papas me trajeron unos nike pegasus de academy en mcallen tx.... apenas llegaron les arrebate la caja y me los puse, les dije que si querian que fuera a la tienda por cocas, cuando dijeron que si fui hecho madre y en el trayecto pise caca de perro aguadita por mel sol....
ResponderBorrarfin
lo se una histora pendeja, pero veridica.
Compadreeee!!! Le juro que al leerlo me imaginaba como si lo estuviera contando un niño de primaria, con esa gracia incomparable que tienen los niños...
ResponderBorrarOh, sí... la nostalgia... sniff, sniff.
Sígale escribiendo así de chingón.
Hola. Solo te puedo decir una cosa. Sigue escribiendo. He leido la mayoria de los escritos, seguramente te lo han dicho infinidad de veces, pero tienes un estilo muy peculiar. Das una excelente narrativa. Con la mayoria de ellos he pasado desde la risa, hasta un sentimiento de incomprension por la naturaleza humana.
ResponderBorrarEspero qeu sigas escribiendo.
La gran cualidad de tus escritos es que no son ni pretenciosos ni intelectualosos (culturosos dirias tu) sino de un genero chilero anecdotico sabroson. Geniales. Sigue asi.
ResponderBorrarLuiz
luiz.bitacoras.com
Awwwww, la ilusion de un niño quebrantada por otros mocosos son su espiritu capitalista. Que triste mi Guffin. Para lo unico que se necesita marcas es para las cheves y los licores. De ahi en adelante, cualquier cosa te puedes poner de la marca Gigante, Soriana, o hasta "Equate".
ResponderBorrarEs la primera vez que visito tu blog y me gusto muchísimo. Me encantan tus historias y me reí y me puse triste con ellas.
ResponderBorrarSaludos...
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