i love al gua gua...

Por ahí decía en el libro de La Insoportable Levedad del Ser ("Uuuy, qué interesante es el Guffo, lee libros con nombres bien acá, bien locos"), que el único idilio amoroso que puede vivir un ser humano, es con un perro. Que porque el perro no ha sido expulsado del paraíso, donde todo es idílico. Dice que los perros aman a su amo, le toque el amo que le toque, ya sea un millonario o un indigente. El perro no escoge amar. El perro ama y se chingo. El perro siempre te moverá la cola y pondrá su jeta de menso cuando quiera que le acaricies la cabeza. No guardará rencores aunque le hayas dado un balonazo sin querer o lo hayas pedorreado por miar tu cama. El perro nunca cuestionará el amor del amo con preguntas como "¿cuánto me quieres?", "hasta dónde me quieres?", "¿morirías por mí?", preguntas que, según el libro, deterioran las relaciones. El perro siempre se siente amado aunque no lo amen y ama incondicionalmente a quien le haga un espacio en su casa y le de un plato de comida; no piden más. Ni siquiera piden que los quieran, se ganan el amor nomás meneando la cola y poniendo jeta de mensos. Alégrate cuando llores por la muerte de un perro, alégrate de tener ese corazón y de haber tenido tan grande amor; tan grande idilio. Y que nuestras relaciones de pareja sean así, como las del perro y su amo. Buen día.