jueves, septiembre 14, 2017

La Isla de las Muñecas

De niño soñaba con visitar el Distrito Federal por dos razones: Reino Aventura y la Isla de las Muñecas (bueno, y también por el programa de Chabelo, para pasar a la catafixia y ganarme el becerrito que ponían detrás de la cortina como premio en broma).

Reino Aventura lo quería conocer por la ballena Keiko, que a cada rato anunciaban en XHGC, el canal de televisión en donde veía caricaturas por las tardes; pero la Isla de las Muñecas me atraía porque en aquel tiempo estaba fascinado con las películas de Carlos Enrique Taboada -que repetían día y noche cada que se acercaba halloween- y por la avalancha de cine de terror ochentero gringo en formato Betamax que inundaba las estanterías de los videoclubes. Aparte, mi curiosidad por este misterioso lugar entre los canales de Xochimilco se disparó la vez que vi un reportaje televisivo -con tintes de thriller- en el programa 60 Minutos, cuando lo conducía Jaime Maussan. 

De niño fui algunas veces a la ahora CDMX a visitar a la única hermana de mi abuelo materno, pero nuestras salidas se limitaban a recorrer el zoológico de Aragón, el de Chapultepec y el Museo de Antropología. Es más: recuerdo que una vez hasta a Cocoyoc fuimos, pero Reino Aventura y la Isla de las Muñecas nunca estuvieron en el itinerario de mis viajes familiares chilangos, snif.

Total que crecí y me olvidé de Reino Aventura, de la Isla de las Muñecas y de pasar a la catafixia con Chabelo; pero ahora soñaba con volver al Defectuoso para conocer la editorial donde hacían las revistas Video Risa y entrar al programa de Nino Canún. Cabe aclarar que tampoco se me cumplieron este par de caprichos, snif.

Pasó el tiempo y en agosto del 2017 -sí, hace apenas un mes- me gané un premio por una caricatura que envié a un concurso llamado Caminos de la Libertad, y pues tuve que ir a la CDMX a recibir el premio; y ya estando allá, pues aprovechamos para quedarnos una semana entera para -ahora sí ¡por fin!- conocer la mentada Isla de las Muñecas (porque ni Reino Aventura ni las revistas Video Risa ni el programa de Nino Canún existen ya; Chabelo sigue existiendo porque es inmortal, pero los premios de las catafixias están cada vez más chafos).

Ya instalados en la CDMX, y como buenos viajeros regios que se mimetizan con la Gran Tenochtitlan, tomamos la línea azul del metro en el Zócalo y viajamos hasta la última estación, que es Tasqueña. De ahí abordamos el tren ligero hasta -otra vez- la última estación: Xochimilco. Antes de ir al embarcadero a treparnos a las trajineras, aprovechamos para turistear, tomar algunas fotos y desayunar en el mercado: comimos quesadillas de flor de calabaza, huitlacoche, papa con queso, tacos de carnitas y unos esquites como postre (burp!).

Con la panza llena (llenísima), nos dirigimos al embarcadero de Cuemanco, el cual mis contactos chilangos me dijeron que era el más tranquilo, pues, confieso que visitar Xochimilco me causaba cierta repulsión nomás de pensar en esos videos de Youtube donde salen mariachis, vendedores y güeyes que se caen al agua puerca de lo borrachos que andan. Pero me enteré que había una ruta más "pacífica", más "ecológica", ajena al barullo y a los gustos del turista promedio; y pues ésa fue la que elegimos para navegar por casi cinco horas el lugar.

Y pues: ¿qué les puedo decir de Xochimilco? La palabra "alucinante" le queda corta. Es alucinante cómo el entorno te remonta a lo que fue este patrimonio lacustre hace 500 años e imaginar la actividad agrícola, social, comercial y cultural alrededor de las chinampas de tierra negrísima. Aunque también es muy triste estar consciente de toda la belleza que colapsó con el avance de la mancha urbana. Es una pena saber que el equilibrio natural se rompió para siempre en aras del desarrollo industrial, snif.
Pero, a pesar de esta punzada agridulce en el corazón -y de que los ajolotarios estaban cerrados por ser martes y estar lloviendo-, lo disfruté y me gustó mucho (aparte, tenemos pretexto para volver y -ahora sí ¡por fin!- conocer ajolotes en vivo).

Y, bueno, después de tanta contemplación y reflexión sobre lo cacas que somos los humanos, llegamos al motivo del viaje: la Isla de las Muñecas (¡ay, amachita!). Y pues: ¿qué les puedo decir de este lugar? Esta chinampa es la obra de un loco; de un adulto que se mantuvo niño; de un acumulador compulsivo; de alguien con la misma visión -pero menos recursos- que Edward James, el creador de Las Pozas, en Xilitla, San Luis Potosí. Guardando las proporciones, ambos hombres quisieron darle su toque personal a su espacio y compartirlo con los demás. Y eso está bien chingón. No todos se atreven a algo tan simple. En resumen (para que mejor vayan a conocerlo): la Isla de las Muñecas es un lugar repleto de leyendas de aparecidos y almas en pena; de historias de muertos, guardianes y amuletos; de gente a la que no hay que tenerle miedo, como a los vivos: esos monstruos capaces de enterrar bajo el concreto a la Madre Naturaleza, snif.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

y que onda con el premio ????? no va a haber post ????

Guffo Caballero dijo...

Anónimo: Sí, se me hace que el lunes pongo algo al respecto. Saludos.

vhsmen dijo...

con quin juites Guffo???

Anónimo dijo...

¿y no te estafaron con los precios de las comidas?

Guffo Caballero dijo...

Vhsmen: Con La Fabi. Saludos.

Anónimo: No, en ningún lado. Nomás se me hizo un poco caro el recorrido: $2000 pesos por dos personas. Aunque fueron más de 4 horas de recorrido. Pero comparando que pagué 1000 pesos cuando fui a ver ballenas a López Mateos, BCS, sí se me hizo caro.

Unknown dijo...

Si te chamaquearon con el precio por ser Wero barbón del norte

Eduardo dijo...

Orales mi Guff, que chido que ya andas de vuelta de viaje.

Había leído en un libro que ya ni existían los ajolotes, pero al parecer fue mentira. Debo revisarlo otra vez nomás que me lo devuelvan, se llama Di su nombre.

Saludos y ánimo!

P.D. Yo sí conocí Reino Aventura por ser ñoño y ganar de esos viajes escolares! jajaja, aunque Keiko andaba de malas y no salió, snif!

Mr. Tío Andrade dijo...

Guffostafio como estás, soy tu Tío Andrade que tiene mucho de no escribirte, tenía como 1000 años de no saber de tu existencia y me hubiera gustado conocerte en persona para poder tomarnos fotos y subirlas a mi Face pero bueno ni modo, será en otra ocasión, que bueno que pudiste visitar la Isla de las Muñecas, es un lugar fascinante, yo te hubiera llevado a lugares embrujaos y/o paranormales, te vieron cara de europeo porque si te la dejaron ir con el precio pero bueno siento que si lo gozaste.

Me dio gusto saludarte y para tu próxima visita en el 2059 créeme que el inmortal Chabelo seguirá vivo : O