Pues resulta que a final de cuentas el mentado acueducto Monterrey VI no se llevará a cabo, según palabras del Bronco, gobernador electo en el estado de Nuevo León.
En lo personal, este proyecto millonario siempre me pareció absurdo, caprichoso, peligroso y sospechoso; pero bueno, habrá quienes sigan teniendo sus razones para defenderlo.
Que si el fracking, que si el gas shale, que si el costo de operación, que si el impacto ambiental, que si el desabasto de agua... Ya uno no sabe ni a quién creerle; pero si ustedes, flamantes lectores, están más empapados del tema y tienen más información fidedigna que este servidor, agradecería sus comentarios y opiniones.
A lo que voy es que me llama la atención quienes defendían y justificaban este proyecto ondeando la bandera de "la carencia de agua".
Desde que tengo memoria, Nuevo León tiene pedos con el abastecimiento de agua, a pesar de tener ¡tres presas! –Cerro Prieto, Rodrigo Gómez y El Cuchillo– para satisfacer tal demanda. Pero pareciera que no son suficientes, pues siempre –¡siempre!– hace falta "el vital líquido" –como lo llaman los reporteros mamilas–, siempre hay recortes, siempre hay sequías y siempre estamos al borde de un árido cataclismo.
Por un lado, podría parecer lógica esta escasez, pues somos una ciudad en donde se producen –desde hace más de 100 años– cosas que requieren de un chingo de agua: cerveza, agua mineral, refrescos, vidrio, plástico, cemento, acero, celulosa, etcétera; productos de los que –por cierto– nunca me he enterado que haya un desabasto o una reducción en su producción por falta de agua; y, que yo sepa, el agua que requieren la adquieren aquí, no en Veracruz, Tabasco o el Caribe.
Por otro lado, lo obvio sería que, siendo un territorio con este tipo de pilares económicos, el agua brotara a borbotones, ¿no? Y pues sí: dicen los que saben que Nuevo León tiene agua pa´aventar pa´rriba en el subsuelo, pero le pertenece a las empresas desde hace años y nomás por sus huevos.
Si se fijan, verano tras verano bombardean al ciudadano común con campañas televisivas y radiofónicas para que "ahorre" agua. Y no es que esto esté mal, pero pareciera que nosotros, quienes limpiamos el cepillo de dientes bajo el chorro del lavabo y no en un vaso con agua, somos los culpables de tan alarmante carencia.
Si fueron niños, jóvenes o adultos en los años ochenta, recordarán una exitosa campaña televisiva para el cuidado del agua. Era tan pegajosa como la del "Ándale, así sí" que les tocó a los millennials, pero ésta tenía como personaje principal a un simpático gordito –hijo de uno de los Polivoces– que regañaba a su criada gritándole: "¡Amandaaa: ciéeeerrale!". De hecho, si querías bullear a un gordo en aquella época, le gritabas: "¡Amandaaa: ciéeeerrale!", y hacías un ademán con la mano, como si cerraras una llave.
Recuerdo otra campaña –creo que ésta sí era local– en donde aparecía un güey bañándose en friega, con la obertura de la ópera Guillermo Tell de fondo. El tipo cerraba la regadera, se ponía una toalla en la cintura, bajaba las escaleras corriendo y salía a la calle, donde lo esperaba una multitud aplaudiendo entusiasmada detrás de una especie de "Meta", mientras un hombre trajeado –algo así como un juez– observaba su reloj de muñeca y decía que el recién bañado acababa de imponer un nuevo récord. La campaña "retaba" a la gente a bañarse en menos de cinco minutos.
Neta que tanta campaña para cuidar el agua llegó a provocar en mí mucha ansiedad. Me angustiaba que en mi casa llenaran una cubeta para trapear y el agua comenzara a desbordarse; me angustiaba ver que la mamá de algún amigo de la cuadra regara la banqueta, o ver que algún tinaco de alguna azotea estuviera chorreándose. Neta que me angustiaba mucho. Pensaba que el agua se iba a acabar y moriríamos todos de sed al día siguiente. Supongo que al provocar esto en mi persona, las campañas fueron exitosísimas, pues me hicieron un ciudadano consciente –y aterrado– sobre lo importante que es cuidar el agua.
Y aclaro: para mí eso está muy bien, pero: ¿y las empresas, apá? Nunca –¡nunca!– he visto una sola campaña sobre el cuidado del agua dirigida a las empresas que han acaparado este recurso por sus purititos huevos (tal vez por lo mismo: porque el agua "es de ellos" y pueden hacer con ella lo que quieran y que los ciudadanos se jodan).
Pero bueno: espero que esto de la cancelación del acueducto Monterrey VI sea para el beneficio de todos; sobre todo, para los ciudadanos comunes y el tan vapuleado medio ambiente. Y si nos va mal y se acaba el agua, ¡no importa!, que al cabo hay un chingo de refrescos y cerveza para beber, ¿no?
En lo personal, este proyecto millonario siempre me pareció absurdo, caprichoso, peligroso y sospechoso; pero bueno, habrá quienes sigan teniendo sus razones para defenderlo.
Que si el fracking, que si el gas shale, que si el costo de operación, que si el impacto ambiental, que si el desabasto de agua... Ya uno no sabe ni a quién creerle; pero si ustedes, flamantes lectores, están más empapados del tema y tienen más información fidedigna que este servidor, agradecería sus comentarios y opiniones.
A lo que voy es que me llama la atención quienes defendían y justificaban este proyecto ondeando la bandera de "la carencia de agua".
Desde que tengo memoria, Nuevo León tiene pedos con el abastecimiento de agua, a pesar de tener ¡tres presas! –Cerro Prieto, Rodrigo Gómez y El Cuchillo– para satisfacer tal demanda. Pero pareciera que no son suficientes, pues siempre –¡siempre!– hace falta "el vital líquido" –como lo llaman los reporteros mamilas–, siempre hay recortes, siempre hay sequías y siempre estamos al borde de un árido cataclismo.
Por un lado, podría parecer lógica esta escasez, pues somos una ciudad en donde se producen –desde hace más de 100 años– cosas que requieren de un chingo de agua: cerveza, agua mineral, refrescos, vidrio, plástico, cemento, acero, celulosa, etcétera; productos de los que –por cierto– nunca me he enterado que haya un desabasto o una reducción en su producción por falta de agua; y, que yo sepa, el agua que requieren la adquieren aquí, no en Veracruz, Tabasco o el Caribe.
Por otro lado, lo obvio sería que, siendo un territorio con este tipo de pilares económicos, el agua brotara a borbotones, ¿no? Y pues sí: dicen los que saben que Nuevo León tiene agua pa´aventar pa´rriba en el subsuelo, pero le pertenece a las empresas desde hace años y nomás por sus huevos.
Si se fijan, verano tras verano bombardean al ciudadano común con campañas televisivas y radiofónicas para que "ahorre" agua. Y no es que esto esté mal, pero pareciera que nosotros, quienes limpiamos el cepillo de dientes bajo el chorro del lavabo y no en un vaso con agua, somos los culpables de tan alarmante carencia.
Si fueron niños, jóvenes o adultos en los años ochenta, recordarán una exitosa campaña televisiva para el cuidado del agua. Era tan pegajosa como la del "Ándale, así sí" que les tocó a los millennials, pero ésta tenía como personaje principal a un simpático gordito –hijo de uno de los Polivoces– que regañaba a su criada gritándole: "¡Amandaaa: ciéeeerrale!". De hecho, si querías bullear a un gordo en aquella época, le gritabas: "¡Amandaaa: ciéeeerrale!", y hacías un ademán con la mano, como si cerraras una llave.
Recuerdo otra campaña –creo que ésta sí era local– en donde aparecía un güey bañándose en friega, con la obertura de la ópera Guillermo Tell de fondo. El tipo cerraba la regadera, se ponía una toalla en la cintura, bajaba las escaleras corriendo y salía a la calle, donde lo esperaba una multitud aplaudiendo entusiasmada detrás de una especie de "Meta", mientras un hombre trajeado –algo así como un juez– observaba su reloj de muñeca y decía que el recién bañado acababa de imponer un nuevo récord. La campaña "retaba" a la gente a bañarse en menos de cinco minutos.
Neta que tanta campaña para cuidar el agua llegó a provocar en mí mucha ansiedad. Me angustiaba que en mi casa llenaran una cubeta para trapear y el agua comenzara a desbordarse; me angustiaba ver que la mamá de algún amigo de la cuadra regara la banqueta, o ver que algún tinaco de alguna azotea estuviera chorreándose. Neta que me angustiaba mucho. Pensaba que el agua se iba a acabar y moriríamos todos de sed al día siguiente. Supongo que al provocar esto en mi persona, las campañas fueron exitosísimas, pues me hicieron un ciudadano consciente –y aterrado– sobre lo importante que es cuidar el agua.
Y aclaro: para mí eso está muy bien, pero: ¿y las empresas, apá? Nunca –¡nunca!– he visto una sola campaña sobre el cuidado del agua dirigida a las empresas que han acaparado este recurso por sus purititos huevos (tal vez por lo mismo: porque el agua "es de ellos" y pueden hacer con ella lo que quieran y que los ciudadanos se jodan).
Pero bueno: espero que esto de la cancelación del acueducto Monterrey VI sea para el beneficio de todos; sobre todo, para los ciudadanos comunes y el tan vapuleado medio ambiente. Y si nos va mal y se acaba el agua, ¡no importa!, que al cabo hay un chingo de refrescos y cerveza para beber, ¿no?
El cuidar el agua es importante: saber asignar la cantidad adecuada para cada cosa, prevenir fugas y atender las existentes, y detener el desperdicio en la medida de lo posible. Pero sí, como mencionas, esas campañas tan mamonas eran más orientadas a volcar culpas sobre la ciudadanía por completo y causar ansiedad, que para en verdad informar.
ResponderBorrarSobre lo otro, se veía venir la cancelación del proyecto. El Bronco sabe que no le conviene causar descontento tan pronto.
bien dicho guffo aca en los cabos nos dicen lo mismo pero los campos de golf siguen teniendo su aguita para verse siempre verdes
ResponderBorrarno puedo hablar de TODAS las empresas pero donde yo trabajaba si teníamos horas para extraer y usar. Además al igual que en energía electrica es mucho, pero mucho pero chingos más caro el costo de agua para empresas que para uso ciudadano.
ResponderBorrar¿Por que no habría comerciales para el uso "responsable" del agua en la empresa? Porque a estos los convences por otro lado, costos y al igual que la luz nomas se anda viendo como reducir este gasto por lana y para colgarse la medallita de socialmente responsables.
Aqui tienes toda la razón: la agricultura es la primera demandante de agua, siguiéndole la industria y finalmente la de consumo humano, donde las primeras 2 las utilizan el 80% del agua y el resto es para la perrage. O sea, que se hagan bolas.
ResponderBorrarAsí es que no se aflijan cuando se laven los dientes. Por eso no se va a acabar el agua.
Snif, yo fui uno de esos gorditos ochenteros bulliados, malditos...
ResponderBorrarY Jairo?
ResponderBorrarque pasa con Jairo??
el agua no nos importaaa!!
Soy inocente, la culpa es de la sociedad y de peña nieto.
ResponderBorrarPerdoneme lic, de veras. Estoy chavo y se me hizo facil.
Enviado desde la carcel con mi ipad que me trajo mi mami jijiji.
no hay que bañarnos
ResponderBorrarNo mames !!! Ruco calvo cada escribes peor,como
ResponderBorrarque nada mas escribes ya por escribir.
A de ser culero un ruco 40 ton sin amigos y queriendose hacer el culto.
=)
Juar Juar !!!
Muchísimas gracias a todos por sus comentarios. Y: pinche Jairo mamón, jajajajaja.
ResponderBorrar"...cada escribes peor"... "A", de "Ha"... Muy bien, Anónimo de las 11:43.
Y me pregunto: si no escribo por el gusto de escribir, ¿entonces por qué escribo?
Pendejos, pendejo everywhere. De perdido fueran trolles respetables.
Kudos para el Anónimo que hizo de Jairo, me hizo reír un buen, y eso que andaba de un pinche mal humor ahora.
ResponderBorrar¿Has escuchado hablar del agua reciclada? ¿Del agua dura? Lo dudo, también es muy pendejo escribir sin saber, sin informarse o sin investigar un poco.
ResponderBorrarSaludos cordiales.
Alexander: A mí también, jajaja. Se mamó *va y checa la celda de Jairo para ver si no tiene un celular*
ResponderBorrarAnónimo: He escuchado hablar de eso.Mi pregunta es: ¿por qué siempre la inminente carencia de agua si hay tanta y tantos métodos para aprovecharla? Saludos.