La alarma de mi teléfono sonó a
las seis de la mañana del viernes. Es el único despertador que tengo. Salté de
la cama para apagarla y vestirme con la ropa que había dejado tendida sobre el
buró la noche anterior. Fui a la cocina todavía sin haberme calzado los zapatos
viejos y me preparé un sándwich de carnes frías con mucho aguacate para
comérmelo en el camino. Cuando estuve listo, me colgué la mochila al hombro,
salí de casa y caminé bajo una tenue llovizna hasta la esquina donde pasa el
autobús número 32 que va hacia el Este de la ciudad.
Después de veinte minutos de
trayecto –en donde yo era el único pasajero del vehículo- llegué al punto
acordado. El remolque con las canoas y la camioneta tipo van que lo arrastraba
y me llevaría al Parque Provincial Algonquin me estaban esperando.
El Parque Provincial Algonquin
está al norte de Ontario, a tres horas de Toronto, pasando el distrito de
Muskoka. Abarca casi 8 mil hectáreas de bosque boreal y lagos. Su vegetación es
tan densa que a los claros en donde se puede acampar sólo se tiene acceso por
agua. Se podría decir que el lugar no es tan conocido debido a que es una zona
con desarrollos muy controlados, que no contemplan el turismo masivo. No hay resorts, ni viajes guiados, ni baños; y está
prohibido llevar vidrio, latas o botellas de plástico. Por mí, eso está
excelente: entre menos humanos vayan es mucho mejor.
Antes de poner mi mochila en la
parte trasera de la van, saqué de ella una pequeña cangurera con algunas cosas
necesarias para el viaje por carretera: un poco de dinero, un paquete de
chicles, una pequeña libreta para tomar notas y una pluma. Con la cangurera amarrada
a la cintura, me subí en el asiento del copiloto y arrancamos rumbo a Algonquin.
Al tomar la primera curva en un semáforo, empecé a escribir estos renglones en
mi cuaderno.
Baz, el maestro de inglés experto
en campismo, me iba platicando que la camioneta se la había comprado a muy buen
precio a una iglesia bautista que estaba en quiebra hace algunos años. Me dijo
que la situación de la iglesia era tan crítica que incluso estaban vendiendo el
terreno con todo y el edificio; incluyendo las bancas de madera y la campana
del campanario. En aquel tiempo Baz tenía ahorrado dinero suficiente para hacer
una oferta, pero cuando le comunicó su plan de comprar el lugar a su esposa, a
ésta no le pareció tan buena idea, pues, siendo creyente, dijo que no se
sentiría muy a gusto haciendo el amor en una casa que había sido el templo de
Dios. Al decir esto último, Baz soltó una carcajada y le dio la razón a su
mujer.
Dejamos atrás los grandes
edificios de acero y cristal que a diario recortan el horizonte del centro
financiero de Toronto. Baz metió un disco compacto en el estéreo de la
camioneta y la primera canción
que sonó fue I still haven´t found what
I´m looking for.
La letra me puso a pensar en las
veces que las personas me preguntan si he encontrado lo que estoy buscando.
Cada que me hacen esa pregunta siento que esperan escuchar una respuesta
profunda y pienso que se decepcionarían al saber que a veces ni yo sé en busca
de qué ando. Desgraciadamente no tengo una respuesta ni lógica ni mística, pero
sí una muy simple: busco hacer lo que quiero y lo que siento. No hay más
misterio ni secreto. Busco vivir como quiero. Disfrutando mucho lo poco que
tengo sin aspirar cosas que no necesito; sin vivir la vida de los otros y, mucho menos, vivir la vida que los demás quisieran que viviera. Claro, algunas veces huyo de mí mismo; pero también
huyo conmigo mismo.
Me quedé callado por un buen rato, como en trance, enredado en estos pensamientos; hasta que Baz me volvió a sacar plática.
Me quedé callado por un buen rato, como en trance, enredado en estos pensamientos; hasta que Baz me volvió a sacar plática.
Después de dos horas de viaje,
abrí el zíper de la bolsa canguro y metí mi libreta junto con la pluma, pues
los pinos y los abetos empezaron a flanquear el camino. Un espectáculo que no
quería perderme. Árboles enormes, uno enseguida del otro, en filas muy cerradas y de todas las tonalidades
del verde.
Una hora después, llegamos a un
lago. Cargamos las canoas con las tiendas de campaña y algunos víveres. Metimos
nuestras mochilas en bolsas de plástico negro -para que nuestra ropa no se
fuera a mojar en dado caso que alguna canoa se volteara- y remamos durante casi
tres horas bajo una lluvia intermitente y un sol que a veces se asomaba entre
los nubarrones negros. Hasta que llegamos al lugar en donde estableceríamos el
campamento.
Este viaje lo hice hace una
semana. La verdad pensé que tendría mucho material para escribir, pero como que
me sucedió eso de cuando algo te deja sin palabras.
El lenguaje de la naturaleza es
tan simple y maravilloso que se debe de vivir para sentirlo y comprenderlo. No
es lo mismo que les platique de la tortuga lagarto y la gaviota que visitaban todas
las mañanas el campamento: a la misma hora llegaban y a la misma hora se iban. Ni es lo mismo tratar de describir la belleza de las hembras de los colimbos empollando los huevos en sus
nidos; una hembra por lago, pues son aves que viven con la misma pareja toda la
vida, pero no son animales grupales. Imposible describirles también la sensación de ver
a un castor bebé nadando a un lado de mi canoa. Algo tan hipnótico que ni por
la cabeza me pasó sacar la cámara para tomar fotos o un video.
Los rumores del bosque al
anochecer me hicieron ver sombras con fauces donde no las había. Tal vez era el
miedo de sentirme diminuto ante tanta perfección y grandeza; ante tanta paz y
silencio. Dicen los nativos que eso pasa cuando uno hace conexión con el
bosque. Es como un shock; como cuando te avientas al agua fría y luego te
acostumbras. Es el shock de
compenetrarse con lo que el mundo moderno –más terrorífico que éste- nos ha
prohibido tener una conexión constante. Y, como yo siento que la tuve, repetiré el viaje en dos
semanas. Tal vez en esas fechas tenga más que contarles.
Asi es Canada tiene lugares muy bonitos mas que nada porque casi no hay gente, pero una aventura asi tambien la vives en Mexico y hasta mejor, te lo digo yo campista durante casi treinta años, y he estado en tundra, bosque de niebla, desiertos de arena, matorralera, selva seca, selva lluviosa, selva de montaña, estepa, alta montaña y todo en mi pais.
ResponderBorrarEn mi precioso pais, que a veces quema, es dificl y espina, como el cardenche, como la noche en el desierto, como la obsidiana, como el volcan, como el jade, como el sol de mediodia, como el chile, como las minas de cuarzo gigantes, como el oro de Oaxaca, como aprender a hablar maya, como las espinas de los peces del acuario mas grande del mundo, como los increibles cenotes, como el coral del segundo arrecife mas grande del mundo, como la cantera, como el azul profundo del caribe, como los colmillos del jaguar y de las serpientes, como los señores de rancho que te ofrecen con todo corazon frijoles y tortillas recien sacadas del anafre, como la plata, en fin, que te puedo decir?, amo a mi pais.
Excelentes fotografías, siento que mi hijo piensa como tu, pero no sabe expresarlo, y tu expresas muy bien tus pensamientos, sentimientos y sensaciones, por eso me gusta leerte
ResponderBorrarDe lujo, espero algún día ir por allá.
ResponderBorrarPor cierto, ¿sólo fueron el baz y tu? no es eso muy...
jaja, ntc.
Saludos
Gracias,muy buena crónica,y efectivamente,lo que UD.guardó en su memoria es lo que cuenta.despues la procesa para contarnosla con mas detalles. Saludos.y como siempre la fotos están maravillosas.
ResponderBorrarPues lo que fotografiaste aunque es poco, hermoso, una lástima que no nos demos el tiempo de disfrutar ese tipo de cosas.
ResponderBorrarLos piecillos guffescos XD
ResponderBorrarbesos con tinta campista
Guffo en extasis... Claro, de haber tenido sólo dos mini arbolitos en tu patio de Monterrey a lo que viste de naturaleza en esa excursión, eso explica que hayas quedado en estado catatónico, jaja. Te recuerdo que también eres humano y tu presencia en ese bosque de alguna manera desvirtuó el habitat.
ResponderBorrarNi pedo, hay cosas y vivencias que es imposible descrbirlas, y que al intentarlo no vas a quedar connforme. La foto desde el interior de la casa de campaña muy buena. Saludos
ResponderBorrarSolo puedo decir que... secreto en la montaña :D ah no es cierto, que chido que ahorita estas viviendo esas cosas, toma muchas fotos.
ResponderBorrarBuena crónica Guffo, pues supongo que todas las regiones de la tierra tienen lugares poco poblados no entiendo por que habría una preferencia por x o y país, creo que Guffo no pretende transmitirnos una preferencia por x o y país, quizás un encontrarse consigo mismo en otro país, como lo hacen Canadienses que vienen a México a encontrarse con ellos mismos.
ResponderBorrarPadrisimas fotos guffo te sacaste un 10 y que bueno que estes disfrutando de la hermosa canada, pregunta vendes tus camisas o ya no te fuiste definitivamente y que pasara con el escuadro retro???
ResponderBorrarpuras mamadas que...... me gustaria saber que opinaria el guffo de la naturaleza y los animalitos si le llegara un oso y lo medio partiera en dos.....
ResponderBorrarDices que tendrías mucho material para escribir, y has contado bastante.
ResponderBorrarLas fotos también muestran lo bello del lugar, puede ser que para tu próxima visita, nos muestres más de esos lugares tan bonitos.
Saludos.
compadre, esto es lo mas honesto y con madre que he leido desde hace un buen tiempo, saludos.....
ResponderBorrarSólo te puedo decir... Felicidades!!!!!!!!!! =)
ResponderBorrarLiz...
Te avientas unos tours muy interesantes. Dan ganas de conocer el lugar.
ResponderBorrarBuenas fotografias. Seguimos leyendote Guffo. Un saludo desde Mexico.
Dos palabras: ¡Con madre!
ResponderBorrarNo sabía que existían esas tortugas lagarto O_O
Anónimo: Yo también lo amo, pero ya no soportaba mi ciudad.
ResponderBorrarAnónimo: Tal vez tu hijo los sabe expresar de otra manera. Saludos y gracias por leerme.
Mussgo: Nel, fueron otras 6 personas, jajaja.
Anónimo: Qué bueno que te gustaron las fotos. Gracias por disfrutarlas.
Xellif: Hay que aprender a darnos ese tiempo.
Louisa: Saludos. Igualmente.
Rainman: No creo que nuestra presencia haya "arruinado" o "desvalanceado" algo. Fuimos lo más respetuosos que pudimos. Creo que la naturaleza se las puede arreglar con 8 weyes que fueron a disfrutarla.
Saul: En efecto. A veces las palabras se quedan cortas. Saludos.
Anónimo: Jajajajaja...
Saffog: Te doy toda la razón, hermano. Un abrazo.
Anónimo: Ya no he tenido ideas para seguirle con el Escuadrón Retro. Cuando regrese a México seguiré dibujándolo y seguiré sacando playeras, lo prometo.
Anónimo: Pues no pensaría nada porque ya estaría partido en dos, snif.
Malquerida: Prometo hacerlo. Saludos.
Angello: Un abrazo compadre.
Liz: Y yo sólo te puedo decir: ¡Gracias! Saludos.
Puente: Muchas gracias y muchos saludos.
César: Son animales impresionantes.
ese verde fosforecente se ve bien chingon.
ResponderBorrarchido chido.
saludos.
Que hermoso Guffo... Es cierto, a veces nos quedamos sin palabras ante la perfeccion de la naturaleza. Es tanta la belleza que vemos que por un momento pensamos que hemos llegado al puerto tan ansiado por todos...Un abrazo desde Mxli bc..:)
ResponderBorrarMr. Guffo, disculpe usted pero tomare una de sus fotos para poner de fondo de escritorio y perderme en ella cada que sienta que me asfixio. Gracias por compartir tan lindas vivencias.
ResponderBorrarMequetrefe... esa no es una lagarto, es una mordedora comun... pos no que muy conocedor y que la madre?
ResponderBorrarFernando: Sí, había todas las toanalidades de verde. Muy bonito.
ResponderBorrarBlanche World: Gracias. Saludos.
Anónimo: Claro que sí.
Anónimo: Pensé que era la misma por esta página: http://es.wikipedia.org/wiki/Chelydra_serpentina
Mta, consultando la wikipedia... es como preguntarle al hijo del vecino que estudia para licenciado...
ResponderBorrarhttp://nenatortugasmordedoras.wordpress.com/%C2%BFmordedora-o-lagarto/
Qué buen post.
ResponderBorrar