Me declaro enemigo público número uno de los “karaokes”. El puro pinche nombrecito -que no sé lo que significa ni me interesa googlearlo- me produce ardor en el cicirisco.
Cuando alguien conecta un aparatejo de esos en alguna fiesta o reunión, siento que la diversión acaba de valer madre. Por lo general, cuando sucede esto, agarro la mayor cantidad de latas de cerveza posible de las hieleras, las meto en mi coche y me voy a beberlas debajo de algún puente en compañía de vagabundos, ex convictos y muertos de hambre. Todo es mejor que quedarme a ver a un montón de cantantes frustrados berreando canciones por demás conocidas; canciones que la radio se ha empeñado en hacerlas insoportables repitiéndolas día y noche hasta el infinito.
Lo irónico del caso es que yo, que soy anti reggaetón, anti mariachis, anti Juan Gabriel y anti José José, me sé esa mierda de música por puritita cultura general; entonces: ¡no comprendo cómo unos borrachos asquerosos que se la pasan escuchando esas odas a la jotería, al desamor y al alcohol necesitan leer su letra en una pantalla de un televisor! ¡No lo comprendo! Pinches canciones tienen más de 30 años pasándolas a diario en el radio, ¿y todavía no se las pueden aprender? ¡No mamen! Lo más increíble es que ni leyéndolas puedan cantarlas al compás o sin desafinar; todos traen el ritmo por anca la verga, anden sobrios o borrachos, da lo mismo.
Por donde se le vea, el karaoke es un espectáculo grotesco. Gordas en ropa entallada que se creen Thalía pero se parecen más a Paquita la del Barrio; prietos con pelo de cepillo que se sienten Luis Miguel pero son clones de Delfín Quishpe; güeras nalgonas que no quieren soltar el micrófono porque se creen Paulina Rubio pero le tiran más a Laura León; pendejos que arrastran la letra “s” y ya nomás por eso se creen españoles como Enrique Iglesias; o los típicos machines que creen que se ven muy graciosos imitando los ademanes amanerados de Juan Gabriel... No, no, no, nooooo… qué pinche horror…
De hecho siempre he pensado que las grandes empresas organizan sus pachangas y sus posadas con karaoke como un plan conspiratorio para ver el comportamiento de sus empleados, para así tomar decisiones futuras en el orden del organigrama basándose en su conducta. Que organizan algo así como un “reality show” mezclado con Animal Planet y la serie de The Office disfrazado de “fiesta”. Porque es ahí, en las fiestas de la oficina, donde pueden ver cómo Gutiérrez, el jefe de compras, después de dos cervezas se pone la corbata en la cabeza, hace señas de amor y paz con los dedos y pega de brincos como Rigo Tovar; es ahí donde pueden ver si Aguirre, el hombre serio del departamento de sistemas, disfruta joteando cuando lo ponen a cantar el Noa Noa; es ahí donde pueden ver si Tere, la secretaria chichona, se aloca y enseña calzón cuando canta una de Gloria Trevi. Es ahí donde los hombres detrás de la cortina deciden qué empleados se van y cuales se quedan, pues está comprobado científicamente por la Universidad de Televisa -muy seria institución- que en el karaoke brotan los verdaderos yos de las personas y se reflejan sus miedos y frustraciones.
Pero no todo es malo. Si en algo le hace justicia a la humanidad el karaoke, es que en sus terrenos todos somos iguales. El gerente general pasa al frente a cantar junto a los choferes de los camiones repartidores. Se abrazan fraternalmente -como si no hubiera diferencias de sueldos y prestaciones-, les suda la bisagra y dejan las camisas manchadas de amarillo después de berrear una de José Alfredo Jiménez a todo pulmón, ¡ahjajaaayyy!. En el karaoke no hay barreras, no hay cantantes malos ni cantantes buenos: todos son artistas, todos comparten un mismo sueño: que les aplaudan aunque sea una puta vez en sus miserables vidas, snif.
Si creen que exagero, queridos lectores, a la próxima fiesta que vayan donde haya karaoke, intenten pedir una canción de su agrado, y verán que la rola que quieren ni siquiera existe en “versión karaoke”. Y al decir “canciones de su agrado” estoy dando por hecho que son personas con gustos un poquito más refinados o especializados, no individuos que se van de nalgas o tienen orgasmos con la "música" de María José, Belanova, el grupo Pesado o El Duelo; porque si es así, entonces el karaoke es el paraíso para ustedes.
Y hablando de "paraísos", a mí nomás avísenme a dónde se van los karaokes cuando mueren: al cielo o al infierno. Me vale madres estar en cualquiera de esos dos lugares, siempre y cuando no haya karaoke.
Cuando alguien conecta un aparatejo de esos en alguna fiesta o reunión, siento que la diversión acaba de valer madre. Por lo general, cuando sucede esto, agarro la mayor cantidad de latas de cerveza posible de las hieleras, las meto en mi coche y me voy a beberlas debajo de algún puente en compañía de vagabundos, ex convictos y muertos de hambre. Todo es mejor que quedarme a ver a un montón de cantantes frustrados berreando canciones por demás conocidas; canciones que la radio se ha empeñado en hacerlas insoportables repitiéndolas día y noche hasta el infinito.
Lo irónico del caso es que yo, que soy anti reggaetón, anti mariachis, anti Juan Gabriel y anti José José, me sé esa mierda de música por puritita cultura general; entonces: ¡no comprendo cómo unos borrachos asquerosos que se la pasan escuchando esas odas a la jotería, al desamor y al alcohol necesitan leer su letra en una pantalla de un televisor! ¡No lo comprendo! Pinches canciones tienen más de 30 años pasándolas a diario en el radio, ¿y todavía no se las pueden aprender? ¡No mamen! Lo más increíble es que ni leyéndolas puedan cantarlas al compás o sin desafinar; todos traen el ritmo por anca la verga, anden sobrios o borrachos, da lo mismo.
Por donde se le vea, el karaoke es un espectáculo grotesco. Gordas en ropa entallada que se creen Thalía pero se parecen más a Paquita la del Barrio; prietos con pelo de cepillo que se sienten Luis Miguel pero son clones de Delfín Quishpe; güeras nalgonas que no quieren soltar el micrófono porque se creen Paulina Rubio pero le tiran más a Laura León; pendejos que arrastran la letra “s” y ya nomás por eso se creen españoles como Enrique Iglesias; o los típicos machines que creen que se ven muy graciosos imitando los ademanes amanerados de Juan Gabriel... No, no, no, nooooo… qué pinche horror…
De hecho siempre he pensado que las grandes empresas organizan sus pachangas y sus posadas con karaoke como un plan conspiratorio para ver el comportamiento de sus empleados, para así tomar decisiones futuras en el orden del organigrama basándose en su conducta. Que organizan algo así como un “reality show” mezclado con Animal Planet y la serie de The Office disfrazado de “fiesta”. Porque es ahí, en las fiestas de la oficina, donde pueden ver cómo Gutiérrez, el jefe de compras, después de dos cervezas se pone la corbata en la cabeza, hace señas de amor y paz con los dedos y pega de brincos como Rigo Tovar; es ahí donde pueden ver si Aguirre, el hombre serio del departamento de sistemas, disfruta joteando cuando lo ponen a cantar el Noa Noa; es ahí donde pueden ver si Tere, la secretaria chichona, se aloca y enseña calzón cuando canta una de Gloria Trevi. Es ahí donde los hombres detrás de la cortina deciden qué empleados se van y cuales se quedan, pues está comprobado científicamente por la Universidad de Televisa -muy seria institución- que en el karaoke brotan los verdaderos yos de las personas y se reflejan sus miedos y frustraciones.
Pero no todo es malo. Si en algo le hace justicia a la humanidad el karaoke, es que en sus terrenos todos somos iguales. El gerente general pasa al frente a cantar junto a los choferes de los camiones repartidores. Se abrazan fraternalmente -como si no hubiera diferencias de sueldos y prestaciones-, les suda la bisagra y dejan las camisas manchadas de amarillo después de berrear una de José Alfredo Jiménez a todo pulmón, ¡ahjajaaayyy!. En el karaoke no hay barreras, no hay cantantes malos ni cantantes buenos: todos son artistas, todos comparten un mismo sueño: que les aplaudan aunque sea una puta vez en sus miserables vidas, snif.
Si creen que exagero, queridos lectores, a la próxima fiesta que vayan donde haya karaoke, intenten pedir una canción de su agrado, y verán que la rola que quieren ni siquiera existe en “versión karaoke”. Y al decir “canciones de su agrado” estoy dando por hecho que son personas con gustos un poquito más refinados o especializados, no individuos que se van de nalgas o tienen orgasmos con la "música" de María José, Belanova, el grupo Pesado o El Duelo; porque si es así, entonces el karaoke es el paraíso para ustedes.
Y hablando de "paraísos", a mí nomás avísenme a dónde se van los karaokes cuando mueren: al cielo o al infierno. Me vale madres estar en cualquiera de esos dos lugares, siempre y cuando no haya karaoke.
Lo peor es que hay lugares "especializados" en el giro, y la gente todavía paga por ir a cantar.
ResponderBorrarHola Guffo, te dejo unos que te faltaron en cualquier kkroke, arjona, mijares y un tal nicho hinojosa, acá hay una estación que rifa entre las secres, es estéreo joya, no jodas, pasan las 24 hrs. de los 365 días del año esas horripilantes canciones y aun así se equivocan en el kkroke y tienes razón cuando los jefes te invitan al kkroke, ahí se dan cuenta quien es quien después de unos alcoholes.
ResponderBorrarSaludos desde el D.F.
A mí tampoco me gustan, pero debo confesar que en mi juventú iba a uno ubicado entonces en Revolución y al dueño le daba harto gusto verme llegar porque sabía que habría show seguro... sí, soy Elena y fui karaokeista, a mucha vergüenza.
ResponderBorrarAhora ni de pex me "arrimo" a un aparatejo de esos, ni aunque me paguen por hacerlo.
Ele y Juan Pa
http://sailing-nena.blogspot.com/
Feliciades cabron, tan acertadamente MAMON como siempre. Fijate que es una pinche moda impuesta por los japs, ya ves que esos weyes les vale verga hacer el ridiculo...y siendo sincero, ya bieeeeeeen pedo si me ponia a cantar en las posads. Ojala y un dia los prohiban.
ResponderBorrarlo que daria por ver al guffo hasta el culo cantando en un karaoke.........
ResponderBorrarYo decía lo mismo hasta que hicimos uno de grunge y rock progresivo.
ResponderBorrarPinche Guffo, has de cantar bien gacho para que te de coraje ir alos kareokes. En cambio yo soy el alma de la fiesta, mi capacidad en el canto solo es rebasada por mi capacidad para tomarme dos cagumas de gilo al mismo tiempo.
ResponderBorrardeberias de tomar clases de canto en el SET de televisa monterrey, nombre ahi pura gente bien fina, jajajajaja.
che compadre amargadito.
Yo nunca he usado un karaoke, pero tampoco creo que sea una mala idea.
ResponderBorrarConcuerdo con Mishton en que si le pones lo que te gusta, entonces dejaría de ser aberrante. No solo eso, además se quedarían sin cantar los que no encajen en los géneros que tengas.
Una situación de ganar-ganar.
En japon es un negociazo, como los tapetes para yoga...
ResponderBorrarSignifica sin Orquesta... xD
ResponderBorrarirónico no?
hahaha... está chido que odies todo Guffo :3
jajajaja, ya me duele la boca del estómago de la pinche risa,
ResponderBorrarte la arrancaste con eso de Delfín Quishpe no mamar, en lo
personal también odio esas madres, hace unos años 3 cuates y yo
hicimos el ridículo voluntariamente en uno, y todo por un cubetazo
de cervezas, (gran premio si consideramos que eran 6 caguamas)
esa maldita noche perdimos la quincena y hasta la dignidad, snif
saludos
Yo he cantado (si le puede llamar eso a mis berridos) en un karaoke, en dos fiestas. Pero eso a que me guste, nel timonel.
ResponderBorrarLo peor, cuando le dicen karioke en lugar de karaoke.
Abolir los kariokes, digo los karaokes.
Saludos Guffo, desde Los Cabos.
Esas maquinas del demonio molestan muchisimo a todos los vecinos, Sobre todo porque los que las usan por lo general no cantan hasta que estan pedos osea como a las 11:00 de la noche y se extienden hasta la madrugada, Y no falta el pinche borracho gracioso que le dedica canciones a sus vecinos, Y las mujeres ardidas con sus maridos que cantan las de paquita y te quedo grande la llegua. Pero algo mas molesto aun es ese sonido agudo ocasionado por el efecto retroalimentado de un microfono cerca de una bocina, Pinche borracho de mierda, Alejate de la puta bocina, Leeeejos, Ceeerrrcas pinche enajenado... Achh ya me enoje lo que pasa es que ya sentenciaron los vecinos que habra karaoke el 15 Sep ojala los balaceen a los ojetes, Segun Darwin no deberian existir
ResponderBorrarNo tiene que ver con el tema pero me llena de intriga, Checa: "Una caja dejada en banqueta de la calle Matamoros a la altura de Dr. Coss en el centro de Monterrey ocasionó intensa movilización policiaca?
ResponderBorrarConfieza Guffo, Fuiste tu promocionando tus cajas?
Jejejejeje... Muchas gracias a todos por comentar.
ResponderBorrarSaludos y buen miércoles.
En la universidad, ahora para los festines del 15, nos tocó organizar el evento y anduve cotizando esas madres... No, si son toda una industria porque vienen con mega pantalla, luces de colores, humo, computadora actualizada con más de 35,000 canciones y micrófonos de quién sabe qué y con quién sabe qué por la módica cantidad de $1500 pesos por 5 horas y unos hasta deejay incluyen para cuando te hartes de berrear.
ResponderBorrarSí me gustan los aparatejos esos pero soy "too self conscious" para usarlos con soltura así que mejor no jaja; prefiero la comodidad y la privacia de mi propio baño para echar gorgorito.
Saludos,
Guffo, aunque suene gay, soy tu fan. La neta.
ResponderBorrarPinche anonimo tan wey.... Hubieras dicho namas que eres fan de guffo sin eso de que "suena gay" y así hubieramos pensado que eras una mujer que se quiere coger al guffo... pero ahora todos pensamos que EN EFECTO eres gay y que el guffo va a tener novio eeee son novios eeee son novios eeee son noooviooosssss
ResponderBorrarChes puts
Jajajajajajajajaja...
ResponderBorrarJajajajaja, yo tambien odio los karaokes, profundamente, eso y que alguien saque su guitarra para cantar trova en una fiesta-reunion, debia ser penado con muerte!
ResponderBorrarjajaa si, hace poco fui a una fiesta de despedida de una compañera del trabajo (despedida por que la corrieron) y todo el mundo empezò a cantar con esa cosa y ya me querian poner a mi; les dije: no la chinguen, ustedes ya andan pedos y yo estoy sobrio, asi que dont fuck. jajaaa
ResponderBorrarJajaja por eso me cagan los karaokes, yo ni canto, ni bailo, nomas bebo hasta decir incoherencias...
ResponderBorrarUn saludo!
Debo confesar q belanova es uno de mis guilty pleasures snif =(.. Una vez mi roomie rento una rockola con karaoke para su cumpleaños, la gente se fue de la fiesta como a las 3am y mi roomie y yo seguimos cantando con la rockola hasta las 7am.. (pa' desquitar la rentada digo!) U_u.. no lo he vuelto a hacer
ResponderBorrarNo mamen todos, Ahora resulta que este pinche amargado del guffo les dice que los Karaokes son una mamada y ya todos se avergüenzan de cantar rancheras al calor de unos alcoholes!
ResponderBorrarPendejos, por eso estamos como estamos, por seguirle la corriente a las personas que creemos que pueden tener un poco de razon, sin ponernos a pensar.
La neta yo canto de la verga, me tomo unas caguamas 1, 10 o 1000 y me gusta cantar como enajenado con y sin karaoke. Y la neta no me arrepiento ni cuando los cuates me recuerdan que hice el ridiculo. Creo que este post salio de una severa cruda inducida por un bar karaoke al que asistio al autor!
P.D. HLMDP
JAJAJAJ, te mamaste con esa de: "agarro la mayor cantidad de latas de cerveza posible de las hieleras, las meto en mi coche y me voy a beberlas debajo de algún puente en compañía de vagabundos, ex convictos y muertos de hambre."
ResponderBorrarNOOOO, ese comentario me hizo el fin de semana patrio JAJAJA.
Jaja, no mames, a mi me pasa lo mismo con los karaokes.
ResponderBorrarLo que lo empeora en mi caso es que tengo unos amigos que no les gusta, les fascina cantar en Karaoke. Y no es por mamón, pero como siempre les digo que me gusta música en inglés y dicen, "pues busca una en inglés que te sepas", a lo que contesto (sonando aún más mamón y hipster): "ningún grupo que me gusta está en la rockola", pero pues es la verdad, qué madre. Y aunque estuviera.
Y para que más te guste, muchas veces ni hay cerveza para consolarme. Snif.
A mí me parecen bastante divertidos, cuando estás con tus amigos y el chiste simplemente es gritar a todo pulmón una canción y luego reírte hasta que te duela la panza. Lo he hecho varias veces.
ResponderBorrarPero luego descubrí la cosa más mamona y triste del mundo: karaoke con puntuación.
Entonces, se vuelve competitivo.
No es para cantar idiota, es para divertirte.
¿Seriedad en el karaoke? Patético total.
Han jodido la diversión sana.
tengo unos vecinos que a como chingan cada sabado cantando a todo volumen con su pedorro karaoke. La unica vez que me eh parado a cantar(que nadamas me hice guey y olo movia los labios) fue porque de varios estaba cantando una vieja bien buena y su escote dejaba ver mucho, es el unico provecho que le eh sacado a esa chingadera!
ResponderBorrarA mi también me cagan las pelotas los karaokes, siento que ni estando pedo soporto esas madres, prefiero una rockola que toque bien como se deben las rolas, lo único bueno es que jala harta vieja y ya pedas pos... como te explico.
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