Hoy la playa amaneció con manchas de chapopote.
-¿Estás triste? –me preguntó.
-Cómo no estarlo…
Volvimos a la habitación. En casi todos los canales del televisor transmitían el incidente. Un oleoducto cercano había tronado durante la noche.
Volví al mar por la tarde. Enormes máquinas cribadoras limpiaban la orilla, escondiendo un problema que no tendrá solución hasta que los culpables se descuarticen por la última gota de petróleo.
Regresé al cuarto. Frotó crema en mis hombros ardidos por el sol.
-¿Sigues triste? –me preguntó.
-Ya menos –respondí sonriendo, para no mortificarla.
Me puse una camiseta, hicimos maletas, subimos al coche y viajamos de vuelta a casa.
-¿Todavía tienes que regresar el sábado? –le pregunté después de llenar el tanque de gasolina y sentirme estúpidamente culpable al recordar la imagen de la playa.
-Sí. Ya tengo el boleto para salir el domingo temprano.
Respiré hondo y entrecerré los ojos para que los rayos del sol no me calaran tanto.
-Allá en Mérida no hay manchas de chapopote en el mar. Todavía no –dijo.
Me tomó de la mano y la miré.
-Allá no te vas a poner triste.
Posé la vista de vuelta en el camino y conduje hasta que anocheció. No soltamos nuestras manos ni para espantar al mosquito que accidentalmente se había metido por una de las ventanas.
-¿Estás triste? –me preguntó.
-Cómo no estarlo…
Volvimos a la habitación. En casi todos los canales del televisor transmitían el incidente. Un oleoducto cercano había tronado durante la noche.
Volví al mar por la tarde. Enormes máquinas cribadoras limpiaban la orilla, escondiendo un problema que no tendrá solución hasta que los culpables se descuarticen por la última gota de petróleo.
Regresé al cuarto. Frotó crema en mis hombros ardidos por el sol.
-¿Sigues triste? –me preguntó.
-Ya menos –respondí sonriendo, para no mortificarla.
Me puse una camiseta, hicimos maletas, subimos al coche y viajamos de vuelta a casa.
-¿Todavía tienes que regresar el sábado? –le pregunté después de llenar el tanque de gasolina y sentirme estúpidamente culpable al recordar la imagen de la playa.
-Sí. Ya tengo el boleto para salir el domingo temprano.
Respiré hondo y entrecerré los ojos para que los rayos del sol no me calaran tanto.
-Allá en Mérida no hay manchas de chapopote en el mar. Todavía no –dijo.
Me tomó de la mano y la miré.
-Allá no te vas a poner triste.
Posé la vista de vuelta en el camino y conduje hasta que anocheció. No soltamos nuestras manos ni para espantar al mosquito que accidentalmente se había metido por una de las ventanas.
aaayyyyy hasta yo me puse triste ;o(
ResponderBorrarYa no te preocupes Guffo, el petróleo nunca se va a acabar.
ResponderBorrarSssss.. al chingazo
ResponderBorrarQue? No mamar! Con un anuncio como epilogo eco-friendly le diste en la madre a tan buen relato, bueno, ni modos, gracias.
ResponderBorrarsimplemente chingon don guffo, uste si sabe escribir y no chingaderas como nosotros los amateurs que nada mas intentamos...
ResponderBorrarsaludos don guffo
Por fortuna nunca habrá manchas de chapopote en el mar en Mérida... porque en Mérida no hay mar.
ResponderBorrarMe preocuparía que lo hubiera, eso indicaría que Puerto Progreso fue devorado por las aguas del Pacífico. ¡Qué miedo!
Qué bonito cuento.
aca en cuernavaca no hay playas,
ResponderBorrarpero hay un chingo de mosquitos
P. Brux
ResponderBorrarNo será el Oceano Atlántico? Eso de que el Pacífico llegue hasta allá de verdad da miedo . . .
Chale... a ver, se los explico para que no me lapiden futuros comentaristas.
ResponderBorrarYo sé que en Mérida no hay playa y que la más cercana está como a 30 kilómetros. Es algo que pensé no era necesario explicar en un relato tan cortito y con otro propósito, pero ya veo que son harto exigentes y no perdonan éste tipo de cosas.
¿En verdad creen que con Wikipedia y Google y de más chingaderas a la mano alguien podría cometer un error así? No se claven. Es como el güey que dice que se va a venir a vivir a Monterrey pero en realidad vive en San Nicolás; osea, no mamar.
Y lo del anuncio pseudoecológico. ¿Pos qué quieren que haga?, si eso fue lo que pasó? ¿No ven la foto?
Buen domingo.
snif, es usted grande.
ResponderBorrarCLAP CLAP CLAP.
que buen cierre,
ResponderBorrarsaludos guffo
a que no haces un cortometraje
ResponderBorrarMuy buena la historia. Que suerte poder reencontrarse con un viejo amor, yo la verdad es que no se que pasaria si me la encontrara de nuevo.
ResponderBorrarAWWWWW me encanta tu historia!! amo como escribes
ResponderBorrartons que, te la cogiste?
ResponderBorrarMuy bueno, que buen final . . . tenia que ser asi . . .
ResponderBorrarPasame el mail de tu seguidora REIGN para echarle toda la leche en esos cachetes tan hermosos que tiene.
ResponderBorrarAunque veo que es gordis y prefiero mejor venirme en su barriga aguada pero urjida de semen.
QUIERO CONNN REIGNNNNNNnn
y esi que???
ResponderBorrarpon monos pinchi ecologista wannabe que es lo unico bueno que sabes hacer...
Chales Guffo me voy de vacaciones y cuando regreso me encuentro que escribiste algo tan chingón como esto, ya me anda por leerlo desde el principio, pues empecé por el epílogo.
ResponderBorrarSaludos.
No se si haya sido la intención, pero me dejó un vacio bien hondo en el corazón, e igual de manchado que la playa que menciona.
ResponderBorrarNo se, no se...
Lo que si es un hecho, es que me gustó mucho su relato. Seguiré siendo cliente frecuente de su changarro (aunque saberlo no le vaya ni le venga).
Me fui.
Anónimo: si quieres ver monos ve a ver a puta madre cagando: verás qué buenos monos de plastilina se avienta.
ResponderBorrarahhh Guffo... dime que manejaste directito hasta Mérida por favoooor...!!!!
ResponderBorrarJeje...
Gracias por tenernos entretenidos todos estos días, disfrute mucho tu relato. No se si es una historia verídica pero fue fabulosa.
Suspire, rei, quise llorar.... de Todo!!!
Suerte en todos tus proyectos y gracias por estos momentos.
Saludos!!!
Shi
eternal sunshine of a spotless mind...
ResponderBorrarDe huevisisisismos!
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