Una de las formas más efectivas para molestar a mis hermanas, era diciéndoles “adolescentes”. Todavía no eran unas adolescentes, pero como todas las niñas, jugaban a “ser grandes”; eso me daba mucha risa.
Ignoro si era la manera en que se los decía o la palabra “adolescente” en sí trae una carga muy ofensiva en cada una de sus letras. El caso es que se encabronaban mucho… hasta que un día, se la cobraron.
Una tarde, mientras jugaban con sus amiguillas a Beverly Hills 90210 –una era Kelly y la otra era Donna, pero en prietas-, les grité: “¡Adolescentes fracasadas!”. Me voltearon a ver con el rostro enrojecido; furiosas. Les devolví un gesto burlón y se pusieron a llorar y amenazaron con decirle a mi mamá.
Antes de que fueran con el chisme, corrí a casa de un amigo para jugar con la güija -juguete de moda en aquella época- que traía guardada en mi mochila.
Mi padre me la había regalado para que yo mismo comprobara que todo lo que decían acerca de esa “tabla maldita” eran puros inventos y mentiras de la gente ignorante y débil de la mente.
Apenas anocheció y regresé a mi casa bien espantado. Le conté a mi mamá que la güija me había dicho que el diablo me iba a ahorcar con su cola cuando estuviera dormido, a la media noche. Puse la güija en la mesa de la cocina y le dije con voz temblorosa que me ayudara a destruirla. Mi madre me dijo que eran puras mentiras, que no pasaba nada, que alguno de mis amigos me quiso jugar una broma y que el juguetito había costado muy caro como para romperlo.
Total que me tranquilicé, me volvió la valentía, subí a mi cuarto y dejé la güija sobre el escritorio.
De pronto, se apagaron las luces. Oprimí el contacto de la pared y ya no encendieron. Traté de abrir la puerta de mi habitación, pero estaba atascada. Empecé a jalonear la perilla con todas mis fuerzas, pero no pude abrirla. Unos golpes horribles comenzaron a retumbar al otro lado de la madera.
Grité, lloré, pedí auxilio, me cagué en los calzones, me aventé a la cama horrorizado, me tapé hasta arriba con las cobijas... ¡”Mamáaa, el diaaablooo!”
Minutos después, volvió la luz, se abrió la puerta y ahí estaban mi madre, mis hermanas y sus amigas: todas atacadas de la risa, apuntándome con el dedo de una forma por demás burlona.
Chale. Tenía 13 añotes y me puse a berrear como niña, snif.
No volví a decirles adolescentes a mis hermanas. Ni siquiera cuando llegaron a la adolescencia.
Ignoro si era la manera en que se los decía o la palabra “adolescente” en sí trae una carga muy ofensiva en cada una de sus letras. El caso es que se encabronaban mucho… hasta que un día, se la cobraron.
Una tarde, mientras jugaban con sus amiguillas a Beverly Hills 90210 –una era Kelly y la otra era Donna, pero en prietas-, les grité: “¡Adolescentes fracasadas!”. Me voltearon a ver con el rostro enrojecido; furiosas. Les devolví un gesto burlón y se pusieron a llorar y amenazaron con decirle a mi mamá.
Antes de que fueran con el chisme, corrí a casa de un amigo para jugar con la güija -juguete de moda en aquella época- que traía guardada en mi mochila.
Mi padre me la había regalado para que yo mismo comprobara que todo lo que decían acerca de esa “tabla maldita” eran puros inventos y mentiras de la gente ignorante y débil de la mente.
Apenas anocheció y regresé a mi casa bien espantado. Le conté a mi mamá que la güija me había dicho que el diablo me iba a ahorcar con su cola cuando estuviera dormido, a la media noche. Puse la güija en la mesa de la cocina y le dije con voz temblorosa que me ayudara a destruirla. Mi madre me dijo que eran puras mentiras, que no pasaba nada, que alguno de mis amigos me quiso jugar una broma y que el juguetito había costado muy caro como para romperlo.
Total que me tranquilicé, me volvió la valentía, subí a mi cuarto y dejé la güija sobre el escritorio.
De pronto, se apagaron las luces. Oprimí el contacto de la pared y ya no encendieron. Traté de abrir la puerta de mi habitación, pero estaba atascada. Empecé a jalonear la perilla con todas mis fuerzas, pero no pude abrirla. Unos golpes horribles comenzaron a retumbar al otro lado de la madera.
Grité, lloré, pedí auxilio, me cagué en los calzones, me aventé a la cama horrorizado, me tapé hasta arriba con las cobijas... ¡”Mamáaa, el diaaablooo!”
Minutos después, volvió la luz, se abrió la puerta y ahí estaban mi madre, mis hermanas y sus amigas: todas atacadas de la risa, apuntándome con el dedo de una forma por demás burlona.
Chale. Tenía 13 añotes y me puse a berrear como niña, snif.
No volví a decirles adolescentes a mis hermanas. Ni siquiera cuando llegaron a la adolescencia.
jajja buenisismo, se lo merecia. ;o) a mi tambien me acuerdo q me chocaba q asi como a los 11 o 12 años llegaras a un restaurant y te decian señorita grrrr como q yo me veia como niña aun...jejej bueno en fin saludis ;o)
ResponderBorrarcual era la historia que contaste de que al llegar al unmc donalds te diste cuenta de que la musica era igual a un Cd que habias quemado??
ResponderBorrarbuenisima...
Saludos...
Jaajajaja. Lo amé. Merecido lo tienes.
ResponderBorrarJAja se te pasaron de pito y tu de puto cabron jajaja
ResponderBorrarJua jua jua jua!!! Eso te pasó por manchado... pero a mi todavía no me la han cobrado de las veces que me manché... a ver que sorpresas me esperan :S
ResponderBorrarjuar juar juar
ResponderBorrarsolo a ti se te ocurre meterte con adolescentes
Que manchada tu jefa Guffo ,de tus hermanas pues vale, pero hasta tu jefa te la hizo.
ResponderBorrarshercas del bajio
Te lo merecías cabrón, JAJAJAJAJAJAJ...
ResponderBorrarNo mames dicen que la ouija si te puede matar si te sugestionas y te crees todo ese pedo acá en serio. =(
aajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajaja
ResponderBorrarVERDES...
ResponderBorrarque broma tan pesada jejejeje
pero el miedo no anda en burro jejeje
Buen post, buenísimo Guffo.
ResponderBorrarCómo es de mi polera?
yo tambien llore, grite y patalee, pero de la risa cuando lei esto.
ResponderBorrarjojo
jajjajaja, no, la verdad no es gracioso, Pobre Sr guffo. :(
ResponderBorrarPinches hermanas. Yo tengo una de esas.
ResponderBorrarJajaja, buenisimo . . . una venganza mas que justa, creo yo . . .
ResponderBorrarJa ja ja pinche Guffo, me cague en los calzones ja ja ja, oye ya te mande la informacion para eso del encargo, checa tu correo y gracias por la paciencia.
ResponderBorrarUn saludo
jaja ...
ResponderBorrarQue anécdota tan chistosa ... Pa que aprendas a bajarle de volumen a tu desmadre.
jajaja buena historia. Pero, entonces los tableros son una burda estafa? siempre me quise comprarme una guija.
ResponderBorrarJajajajaja, ¡no mames!
ResponderBorrarLas hermanas adolescentes que juegan a Beverly Hills son muy peligrosas...
andi cabron.
ResponderBorrarJaja...o sea que literalmente "te zurraste en los calzones"?
ResponderBorrarA mi un inche tio que tengo (no me hizo caballito) una vez se metio en un closet (ya habia salido de el) con una mascara de calavera, y cuando yo fui a abrir el ropero -ya en la noche- que salta el desgraciado...me acuerdo que yo tambien deje los calzones con rajita de canela...
Muy buena anecdota; sobre todo la parte en donde platicas de las chicas Beverly Hills...pero en prietas. Jaja!
Saludos.
pero obvio como buen hermano te vengaste arrancándole las cabezas a todas sus muñecas o algo por el estilo, no????
ResponderBorrarNo mames mi Guffo, estuvo re chida la peda ...
ResponderBorrarLlegué con bien hoy muy temprano. Ya no te hablé el domingo para lo de la camiseta, porque fuimos con los papás de Ana Belia a Reynosa..
Checa los vuelos de viva guey, están en 1 peso en septiembre
Besos en el *
Jajajajajaja, Sigo privado y a punto de orinarme de la risa.
ResponderBorrarPues hubieras llamado al escuadrón retro, jejeje.
Saludos.
”Mamáaa, el diaaablooo!” jajajajajajajajajajajajajaajajajajajajajajajaja te la mamaste compa jajajajajajajajaja no se niña jajajajajajajaja perfecto inicio de semana jajajajajajajajaja
ResponderBorrarhahaha! yo tanbien pase algo paresido hace komo tres años y casi me muero
ResponderBorrarCon perdon de usted pero que wey: esa fue la primera vez que se dejo mangonear por las mujeres, empezo bien chavito
ResponderBorrar¡muy buena anécdota!
ResponderBorrar¡antológica!
En toda la historia de tu blogg nunca habias hablado sobre tus hermanas.
ResponderBorrarPues describelas para imaginar como me las chiquiteo.
No, mejor no si estan igual de calvas que tu.
=)
ja ja ja, excelente! que pasadas de lanza.
ResponderBorrarMuy bien hecho Guffo!! Si una hubiera sido Brenda, todo hubiera estado bien, pero Kelly y Donna??!! Eso no tiene perdón, jajaja.
ResponderBorrarYO SOY EL PINCHE DIABLO: http://mx.geocities.com/neblinacircular/lgh/page_15.html
ResponderBorrarjajaja que rebueno. A mi también me chocaba que me dijeran adolescente, aunque lo era. :D
ResponderBorrarque pena con las amigas de las sisters
ResponderBorrarpor eso no hay que subestimar a las mujeres cuando quieren hacen de las suyas.
ResponderBorrarjajaja
el miedo no anda en burro!!
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