Amaciza la cabeza, mijito, ordenó mi abuela. Estiré un poco el cuello, levanté la barbilla y la abuela continuó quitándome los piojos con sus uñas afiladas.
Yo miraba triste cómo los pequeños puntos negros se ahogaban dentro del vaso con agua que reposaba sobre la cómoda. Los imaginaba pataleando y pidiendo auxilio. En ese momento hubiera querido tener un par de Fruti Lupis en la mano, para lanzárselos.
¡Auch!, ¡me duele agüelitaaa!, exclamé. ¿Quieres que mejor te rape? Ándale, te voy a rapar con las tijeras para que todos en la escuela te digan “pelón”.
No volví a soltar un quejido. Tampoco le confesé que en la primaria ya me decían “pelón”, por mi amplia frente.
La habitación se impregnó con el aroma de la cocina. Por la cortina se colaba un rayo de luz que pegaba directamente en el cuadro del Sagrado Corazón que, a la fecha, cuelga de la misma pared.
Ya mero acabo, no te me desesperes, dijo la abuela, mientras espulgaba y deshebraba un mechón de mi pelo. Yo sólo pensaba en la alberca inflable que habíamos visto en oferta esa tarde. La de los buzos y tiburones estampados que estaba a mitad de precio en el Astra. Si te portas bien te la compro, me prometió.
Amacicé bien la cabeza y aguanté sin moverla lo más que pude.
Ya me veía chapoteando dentro de ella, como los piojos ahogándose en el vaso.
Yo miraba triste cómo los pequeños puntos negros se ahogaban dentro del vaso con agua que reposaba sobre la cómoda. Los imaginaba pataleando y pidiendo auxilio. En ese momento hubiera querido tener un par de Fruti Lupis en la mano, para lanzárselos.
¡Auch!, ¡me duele agüelitaaa!, exclamé. ¿Quieres que mejor te rape? Ándale, te voy a rapar con las tijeras para que todos en la escuela te digan “pelón”.
No volví a soltar un quejido. Tampoco le confesé que en la primaria ya me decían “pelón”, por mi amplia frente.
La habitación se impregnó con el aroma de la cocina. Por la cortina se colaba un rayo de luz que pegaba directamente en el cuadro del Sagrado Corazón que, a la fecha, cuelga de la misma pared.
Ya mero acabo, no te me desesperes, dijo la abuela, mientras espulgaba y deshebraba un mechón de mi pelo. Yo sólo pensaba en la alberca inflable que habíamos visto en oferta esa tarde. La de los buzos y tiburones estampados que estaba a mitad de precio en el Astra. Si te portas bien te la compro, me prometió.
Amacicé bien la cabeza y aguanté sin moverla lo más que pude.
Ya me veía chapoteando dentro de ella, como los piojos ahogándose en el vaso.
=D
ResponderBorrarque chingona historia!
Hizo que me acordara que yo tambien tuve infancia. Aunque no la recuerde mucho
Mejor los hubieran ahogado en la alberca nueva, ¿no? digo con un snorkel aguantas bajo el agüa unos 10 minutos ...
ResponderBorrary te compraron la alberca? porque a veces lo dejaban a uno chiflando en la loma...
ResponderBorrarSólo tuve una vez liendres, y no me dieron ni madres por quitármelas...Lloro.
ResponderBorrarOsea que la culpa de tu calvicie la tiene tu abuela. Oh!!!!!!
ResponderBorrarTe quitaba el pelo de raíz. Eso a de doler
...pues donde te revolcaste para que tuvieras piojos???
ResponderBorrarque bonita historia sniff la verdad a mi me los quitaban con un pinche peinecillo piojero. saludos. Oye guffo y en que periodico colaboras, te he buscado en el norte porque pense que ahi pero no te encuentro (ay que maricon me senti), si se puede pasame el dato. te leo.
ResponderBorrarDos cosas que no tenemos en comùn: Piojos en nuestro pasado. Una alberca chingona.
ResponderBorrarAbuela: Si, un chingo.
lindo abuelesco recuerdo. bye
ResponderBorrarMis respetos. No hay palabras para decir que cómo le haces para escribir a toda madre.
ResponderBorrarSaludos y gracias por tu comentario.
Notable.
ResponderBorrarpa' que digo mas?
uy el astra!!!
ResponderBorrarni me acordaba que existio el astra...
los piojos y las liendres si me acordaba de que existian juar,
Waaaa... extraño a mi abuelito! aunque el no me quitaba los piojos, nos compraba gansitos y jugabamos con el... chido el tata...
ResponderBorrarchida tu abue...
y te compraron la bañera?
Uno es el extremo de la razón y/o de la locura... el otro del CORAZÓN...
ResponderBorrarCómo no admirarlos??!! Cómo??!!
Besos
Pinche Guffo piojoso!!
ResponderBorrarDe seguro te acordaste de la historia porque te viste en el espejo, y pensaste!"chingao!! que pelon estoy!, yo antes tenia pelo hasta piojos ! y un flashback a tu infancia con tu awe,
jajaja
Sjercas del bajio
Sí, la alberquita la compararon después, pero de florecitas y solecitos sonrientes, porque mi hermana también quería una.
ResponderBorrarGracias a todos por comentar, buen fin de semana.
P.D. Pinche Shercas mamón, snif.
Todavía extraño a mi abuela, falleció hace muchos años. Yo creo que no hay amor mas incondicional que el de los abuelos; puro echar a perder chamacos... Suspiro por la sopa de fideos que preparaba Doña Leonis... pero heredé el color de sus ojos, verdes como campo de trigo.
ResponderBorrarno mamar....yo tuve esa pinche alberca...tambien tenia sirenas....
ResponderBorraraahh que tiempos...
noooo que historia tan chidillaaa, lo de los froot loops estuvo genial, que imaginación la de unop, en ese tipo de historias deberias poner una mini ilustración de tu historia, estaría chido tambien jejeej
ResponderBorrarsaludos!! buen finde-puente :D
Buen post
ResponderBorrarCreo que las abuelas tienen un don de convencimiento innato.
Buen fin...
Tierna tu memoria guffo,
ResponderBorraryo tambien tuve piojos...oh bellos momentos.
Oye esas alberquitas de plastico con flores estaban criminales jaja nunca estabas completamente bajo el agua.
Oye Guffo... la vieja que te insulta en el post de abajo por tu infinita ignorancia, deberías de dedicarle un post chingativo.
ResponderBorrarChale, y yo que te considero un cabrón lúcido.... a poco si eres ignorante???
Uste callese culero, aqui no venga a dar ordenes ni consejos de que se escribe y que no. Tas igual de bestia que el que escribe este blog.
ResponderBorrarWorale! Nunca habia vistoun blog que tuviera mas seguidores que el blog de El Huevo (ahora LUis) y el del Falso Profeta En hora buena Guffo.
ResponderBorrarTienes nuevo fan.
una vez tuve piojos, fue horrible porque cuando me tocaban la cabeza me daban cosquillas los pies
ResponderBorrarmaestrote: esta es una narracion cabrona digna de una novela de realismo magico!!!! uffff sublime!!!!!
ResponderBorrar