La inesperada junta de trabajo le arruinó a Fernando el plan de comer con Deyanira.
Debía existir un motivo importante para haber sido llamado –junto con los demás empleados- a presentarse el sábado a las 2 de la tarde en las instalaciones de la empresa.
“Van a entregar los aguinaldos”, pensó emocionado, mientras visualizaba el Winnie Pooh gigante que días antes había visto en Plaza Morelos y jamás mencionó a su novia para que fuese una sorpresa en navidad.
No los hicieron esperar. A como iban llegando, Blanquita, la secretaria, los hacía pasar a la sala de juntas. Al final, ya que todos estaban sentados, entró el dueño de la compañía.
Pocas veces se presentaba en las instalaciones. Fernando había coincidido con él en un par de ocasiones, pero ninguna de las dos veces el hombre respondió al “buenos días” que brotó temeroso de sus labios.
El dueño de la empresa se paró en el estrado alfombrado, agradeció la presencia de todos y se soltó hablando.
Habló de la crisis financiera, de la economía mundial y de lo difíciles que se pondrán las cosas el próximo año. Mencionó que deberían de estar agradecidos y sentirse bendecidos por tener un trabajo. Fue entonces que se las soltó sin decir “agua va” o “pónganse vaselina para que resbale mejor”.
-No habrá aguinaldos -dijo, y sonó más feo que una mentada de "tu abuelita en bicicleta sin asiento".
A todos se les cayó la cara hasta el piso. A Fernando se le esfumó la nube encima de su cabeza con la imagen del Winnie Pooh gigante.
Un valiente, sentado a un par de asientos a la derecha, se aventuró a externar su inconformidad alzando la mano. El jefe le pidió que se pusiera de pie para escucharlo. El empleado dijo que no le parecía justa esa medida, que era una práctica abusiva, ilegal y que tenía esposa e hijos a quienes rendirles cuentas.
-La puerta está muy grande. Si te parece ilegal, mañana aquí te espero con tus abogados –respondió el dueño cínicamente.
Nadie dijo nada. Todos pelaban los ojos y se miraban unos a otros, como manada asustada. El valiente negó con la cabeza y se sumió de nuevo en su asiento.
-Te digo que mañana te espero aquí con tus abogados. Haz el favor de retirarte –insistió el jefe ante la incertidumbre del auditorio.
El valiente se puso de pie balbuceando malas palabras que no se atrevía a gritar. Dos guardias de seguridad lo escoltaron hasta la salida cuando se armó de valor, apuntó con el dedo índice al dueño y le dijo: “Es usted un pinche viejo miserable”.
El jefazo ni siquiera lo volteó a ver. Prefirió cazar muecas de aprobación en los demás empleados ante lo espetado por el revoltoso. Fernando reprimió su sonrisa cuando el patrón le sostuvo la mirada.
Pasado el incidente, el dueño les recordó lo agradecidos que deberían de estar por tener un trabajo en épocas tan difíciles. Un trabajo miserable y esclavista, pero trabajo al fin. Trabajo que les aterrorizará perder –y, qué decir, dejar voluntariamente- porque la mayoría tienen hijos que alimentar, vestir y educar; mensualidades atrasadas de coches compactos, rentas de casas sin patio, lavadoras defectuosas y refrigeradores golpeados en un costado. O como Fernando: un Winnie Pooh gigante que regalar a una novia que ni las nalgas le ha aflojado.
Al finalizar, cuando dio por hecho que nadie más se atrevería a cuestionarlo y que la domesticación del rebaño había tenido éxito; el dueño dijo un par de frases motivacionales que sonaron más falsas que las tetas de Ninel Conde. Bajó del estrado, agradeció de nuevo su presencia, dio las buenas tardes y se retiró. En el estacionamiento, subió en su camioneta Porsche Cayenne y enfiló con rumbo al aeropuerto. Su familia lo esperaba en Lake Tahoe.
“Tanto la miseria como la abundancia saca lo peor de las personas. Los miserables se vuelven muertos de hambre y hacen lo que sea por conseguir un trozo de pan; los millonarios también se vuelven muertos de hambre, pues nunca quedan satisfechos”, pensó Fernando, y le gustó su frase cuando la dijo en voz alta, para sí mismo. La escribió en un pequeño cuaderno que traía en la cajuelita de guantes que nunca cierra bien.
Arrancó su coche y enfiló hacía el centro, pensando si encontraría un Winnie Pooh más pequeño y más barato que el que había visto.
Debía existir un motivo importante para haber sido llamado –junto con los demás empleados- a presentarse el sábado a las 2 de la tarde en las instalaciones de la empresa.
“Van a entregar los aguinaldos”, pensó emocionado, mientras visualizaba el Winnie Pooh gigante que días antes había visto en Plaza Morelos y jamás mencionó a su novia para que fuese una sorpresa en navidad.
No los hicieron esperar. A como iban llegando, Blanquita, la secretaria, los hacía pasar a la sala de juntas. Al final, ya que todos estaban sentados, entró el dueño de la compañía.
Pocas veces se presentaba en las instalaciones. Fernando había coincidido con él en un par de ocasiones, pero ninguna de las dos veces el hombre respondió al “buenos días” que brotó temeroso de sus labios.
El dueño de la empresa se paró en el estrado alfombrado, agradeció la presencia de todos y se soltó hablando.
Habló de la crisis financiera, de la economía mundial y de lo difíciles que se pondrán las cosas el próximo año. Mencionó que deberían de estar agradecidos y sentirse bendecidos por tener un trabajo. Fue entonces que se las soltó sin decir “agua va” o “pónganse vaselina para que resbale mejor”.
-No habrá aguinaldos -dijo, y sonó más feo que una mentada de "tu abuelita en bicicleta sin asiento".
A todos se les cayó la cara hasta el piso. A Fernando se le esfumó la nube encima de su cabeza con la imagen del Winnie Pooh gigante.
Un valiente, sentado a un par de asientos a la derecha, se aventuró a externar su inconformidad alzando la mano. El jefe le pidió que se pusiera de pie para escucharlo. El empleado dijo que no le parecía justa esa medida, que era una práctica abusiva, ilegal y que tenía esposa e hijos a quienes rendirles cuentas.
-La puerta está muy grande. Si te parece ilegal, mañana aquí te espero con tus abogados –respondió el dueño cínicamente.
Nadie dijo nada. Todos pelaban los ojos y se miraban unos a otros, como manada asustada. El valiente negó con la cabeza y se sumió de nuevo en su asiento.
-Te digo que mañana te espero aquí con tus abogados. Haz el favor de retirarte –insistió el jefe ante la incertidumbre del auditorio.
El valiente se puso de pie balbuceando malas palabras que no se atrevía a gritar. Dos guardias de seguridad lo escoltaron hasta la salida cuando se armó de valor, apuntó con el dedo índice al dueño y le dijo: “Es usted un pinche viejo miserable”.
El jefazo ni siquiera lo volteó a ver. Prefirió cazar muecas de aprobación en los demás empleados ante lo espetado por el revoltoso. Fernando reprimió su sonrisa cuando el patrón le sostuvo la mirada.
Pasado el incidente, el dueño les recordó lo agradecidos que deberían de estar por tener un trabajo en épocas tan difíciles. Un trabajo miserable y esclavista, pero trabajo al fin. Trabajo que les aterrorizará perder –y, qué decir, dejar voluntariamente- porque la mayoría tienen hijos que alimentar, vestir y educar; mensualidades atrasadas de coches compactos, rentas de casas sin patio, lavadoras defectuosas y refrigeradores golpeados en un costado. O como Fernando: un Winnie Pooh gigante que regalar a una novia que ni las nalgas le ha aflojado.
Al finalizar, cuando dio por hecho que nadie más se atrevería a cuestionarlo y que la domesticación del rebaño había tenido éxito; el dueño dijo un par de frases motivacionales que sonaron más falsas que las tetas de Ninel Conde. Bajó del estrado, agradeció de nuevo su presencia, dio las buenas tardes y se retiró. En el estacionamiento, subió en su camioneta Porsche Cayenne y enfiló con rumbo al aeropuerto. Su familia lo esperaba en Lake Tahoe.
“Tanto la miseria como la abundancia saca lo peor de las personas. Los miserables se vuelven muertos de hambre y hacen lo que sea por conseguir un trozo de pan; los millonarios también se vuelven muertos de hambre, pues nunca quedan satisfechos”, pensó Fernando, y le gustó su frase cuando la dijo en voz alta, para sí mismo. La escribió en un pequeño cuaderno que traía en la cajuelita de guantes que nunca cierra bien.
Arrancó su coche y enfiló hacía el centro, pensando si encontraría un Winnie Pooh más pequeño y más barato que el que había visto.
de casualidad no se llama gustavo fernando??
ResponderBorrarjajaja...no te toco aguinaldo mi guffo?...no hay pedo, al cabo para los filosofos como tu el pinchi dinero no les importa....jajaja
Y si regresó el otro compa junto con sus abogados?
ResponderBorrarmaldita sea!!
ResponderBorrarel del primer comentario me ganó la respuesta.... por 11 minutos}
De seguro fue el puto polo espinosa... ese wey es mas culo que espalda... pinche delincuente...
ResponderBorraro tu jefe bno te dio aguinaldo por cuidarle el negocio de cajas mientraas anda esquiando???
explivate bien guffo
Como siempre, muy buen escrito, yo también me quedo con esa frase.
ResponderBorrarel aguinaldo es a huevo por ley, o les cae la santa inquisición de coinciliación y arbitraje. o en qué país pasó eso?
ResponderBorrarViva el capitalismo y la globalización!!!
ResponderBorrarPinche Guffo, pa lo mamòn que eres, de seguro estas siendo sarcastico y te estas burlando porque tu recibes aguinaldo de grupo Reforma, aguinaldo del periodico Regio y aguinaldo del negocio de cajas culero.
ResponderBorrarY yo sì conozco casos de empleados a los que no les dieron aguinaldo en imprentas, tiendas de abarrotes. intendentes de escuela... la ley no hace nada, les vale verga. existen casos.
Q mal pedo guffo, pero no te awites cabron, no te dejes chingar por esos patrones jijosputa!
ResponderBorrarComienza leyendo el art. 87 de la Ley Federal de Trabajo aunque no existe sancion por el incumplimiento del pago de esa prestacion, al menos puedes citar conciliatoriamente al puto de tu jefe, que si bien te puede dejar sin chamba pero al menos defenderas los valores e ideales que aqui nos compartes amablemente.
Saludos!!
Abusan porque los empleados lo permiten. El aguinaldo es una prestación por ley y no lo podian despedir sin causa justificada.
ResponderBorrarMuy común oir quejas de los abusos y violaciones a la ley de las "grandes" empresas de Monterrey. Y lo curioso es que algunos despistados creen que son lo mejor de México. jajaja
Y soy neoliberal, no pro-empresarios-hijos-de-la-chingada.
Pinches "empresas". Es lo malo de trabajar en una de esas. A mi me la aplicaron en la consultoría donde estaba.
ResponderBorrarAhora estoy en una compañia mundial y no me quejo por prestaciones.
Ni pedo.
creo que mientras estamos pensando en lo del aguinaldo, nadie ha preguntado...
ResponderBorrarsi tu (guffo) eres Fernando, quien es Deyanira??
aii goooeeeiiii.. todos se proyectan con el guffo; todos de mente cerrada...
ResponderBorrarHasta parece que nunca captan la idea principal.. ni es guffo, El pude vivir confortablemente con o sin aginaldo.
La ultima frase estuvo muy buena, el texto nada predecible... esperaba mas a que al wey le dieran una patada en el culo por algun recorte de personal o algo asi.
Saludos Guffo!
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ResponderBorrar.
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Ay pinche Guffo como te gusta echarle leña al fuego.
¿Porque habria que darle de mi dinero a los empleados que llegan 20 minutos despues y se quieren ir 10 minutos antes? Sin contar que del tiempo de comida se agarran el tiempo que quieren. Si el que arriesgó su liquidacion, ahorros y ultimo sueldo (que fue como de $20,000 pinches) para formar una empresa fui yo. (Y si me hubiera cargado la verga ni quien me diera las gracias). ¿Porque he de compartirle mis ganancias a esos cabrones que poco les importa si la empresa gana, pierde o si vive de prestado? ¿Porque he de darles dinero a esos pinches huevones que no se arriesgaron mas alla de la primaria, secu, prepa o licenciatura? (Siempre he creido que todos tenemos las mismas oportunidades pero no los mismos huevos) ¿Porque? ¿Quien chingados invento el aguinaldo y para que? ¿Te has puesto a hacer cuentas para saber cuanto hay que ganar para recuperar capital, reinvertir, pagar rentas, sueldos, IVA (municipal, estatal y federal.), ISR, IETU, IDE, seguro, caja de ahorro, SAR, publicidad, mordidas, apechugar el robo de los empleados, perdidas por diversos motivos?. Pa´ que estos cabrones reciban seguro su sueldito cada mes y sin mas pedos. ¿Y todavia regalarles mas? Como si los ingratos regalaran un poco de su trabajo...
Pero aun asi, es a toda madre ser empresario y la neta yo si doy aguinaldos mientras la chingada no me lleve. Saludos
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anónimo, sino cumples la ley eres un delincuente, como la mayoría de los empresarios mexicanos. sino te gusta ser empresario puedes ser obrero, o irte a otro país. pero te aviso que en otros paises es peor. en brasil por ejemplo son 30 días de vacaciones al año y no los pinchurrientos 6 que la ley otorga en méxico. y en eu el salario mínimo no es de pinchurrientos 52 pesos (US$5) al día. sino de $7 la hora y a ver quien trabaja para ti por esa feria.
ResponderBorrar¡asi que ten un poco de vergüenza cabrón ratero!
no cabe duda que a los capitalistas regios les hacen falta huevos para ser empresarios, por eso nomas llegan a inversionistas y siempre andan pidiendo chichi en el DF para que les subsidien gas, petroleo, luz, les hagan reducción de impuestos a los ya de por si evadidos y trinqueteados pagos que hacen.
ResponderBorrarhasta las putos tec que andan poniendo por todo el país los construyen en terrenos DONADOS porque los hijos de puta ni eso pueden pagar de los millones que sacan de esos negocios.
y luego se espantan que los consumidores mexicanos los manden a la chingada. singan haciendose mala fama a nivel mundial cabrones y ya veremos quien rie al final.
Sobrevivencia es: ajustar el tamanio del Winnie Pooh.
ResponderBorrarMuy buen cuento, Guffo.
Saludos.
Sin lana, pero auuun asi, derechito a comprar.
ResponderBorrarViva el consumismo.. supongo.. bleh
Felices fiestas! Lo unico bueno es el convivio con la familia y la traga.. y si es que existe cualquiera de los dos
a mi me quedo una duda. Si le dio las nalgas despues del Winnie Pooh pequeño???
ResponderBorrarPinchi vieja cursi, mira que querer un Wini Pu.
ResponderBorrarChe vieja mamona.
la ley federal del trabajo estipula un aguinaldo de 15 dias de trabajo. eso es obligatorio, ya si las empresas no dan mas, estan en lo suyo. pero a la de a webo deben de dar minimo 15 dias.
ResponderBorrarsaludos
Nooooo, no me coman, tengo mujer e hijos, cómanselos a ellos!
ResponderBorrarEso y aceptar el no recibir aguinaldo es lo mismo.
Yo hice reajuste de regalos... y en vez de dar a mis seres queridos me di muchas cosas a mi...
ResponderBorrarde eso se tratan estas fechas, que no? de hacer a la gente feliz... que mejor que regalándoles una sonrisa por mi felicidad!
pues tu cuento no es cuento, es la neta en este momento y da coraje la poca madre de lo q hacen esto y la dejades de quienes no les queda de otra...
ResponderBorrarpor cierto no te haria mal revisar los tiempos en los que escribes, este es un buen texto y haciendolo gramaticalmente correcto quedaría perfecto. Saludos.
no mames, si la Ley Federal de TRabajo protege mucho al trabajador, facilmente gana la demanda contra el patron y luego luego los bienes se van a remate
ResponderBorrarQue bueno que no soy casado!!!! Solo los pendejos se casan sin tener dinero. Yo no mantengo a nadie y me ahorro el tener que soportar trabajos esclavistas
ResponderBorrarSkantor, ibas bien caón y al final la cagas!
ResponderBorrar"Solo los pendejos se casan sin tener dinero." WTF?
Con dinero o sin dinero, solo los pendejos se casan. (PUNTO)