Los balcones ya no sirven. No deberían de construirlos más.
Mirar el cielo desde uno es como vislumbrar un negro futuro sin luces de esperanza. Ya ni siquiera la luna hace resplandecer el filo del horizonte porque ella misma ha perdido el brillo propio. Si en un principio los balcones servían para maravillarse con la perfección de lo desconocido, ahora sirven para deprimirse con la grandeza del progreso y la pequeñez de nuestros resultados como humanos.
La ciudad y su gente han derribado todas las estrellas, con todo y los anhelos que alguna vez depositaron en ellas como si fueran una institución bancaria sideral. Su luz ahora se confunde con los destellos de los coches, el alumbrado público, el transporte colectivo, los antros y las brasas de los cigarrillos mal pisados sobre la banqueta. De hecho, conozco una estrella que ahora trabaja como foco de una linterna sin pilas en la cintura de un velador, y a otra que labora en un estacionamiento del centro de la ciudad donde por las noches se juntan niños a inhalar solventes.
Por más puntos de colores que se extiendan a lo largo y ancho de este lugar, a ninguno le veo cara de ser “la luz de la esperanza”, esa que dicen que siempre se ve al final de los túneles. Los puntitos rojos, amarillos, naranjas y -algunas veces- azules se extienden como marabunta hambrienta, como el ejército de un virus lumínico que derrama oscuridad o como las ronchas de varicela en el rostro de los infantes.
Se aprecian luces hasta donde nunca imaginamos que pudiera haber: a las faldas de la sierra, en lo más alto del cerro, en valles donde antes corrían arroyos y cervatillos. Pero allá arriba, donde debería estar salpicado de todas esas tonalidades, ya no las hay.
Abro una cerveza que puse 10 minutos antes en el congelador (el calor ha sido insoportable en los últimos días) y salgo a contemplar desde el balcón esa sombra inmensa que me envuelve como las fauces de un monstruo gigante. Vale la pena hacerlo aunque las estrellas se hayan extinguido, como algún día sucederá con el tigre de bengala, el rinoceronte blanco, el narval o el hipopótamo pigmeo.
Vale la pena sumergirse en las profundidades negras de esa alma infinita si tú, desde donde sea que te encuentres, estás mirando como yo la penumbra abrazante que no da señales de esperanza y nos hunde en la resignación de saber que no volveremos a tener un cielo titilante.
Pero si alguna vez previste atesorar sueños y deseos en al menos uno de esos cuerpos celestes abatidos que ahora hace la función de foco de abanico de techo de alguna cocina, todo estará bien; confía en lo que te digo, pues, cuando nuestras miradas se encuentren más allá de telón bruno e impenetrable que nos envuelve, más allá de los trópicos, latitudes y hemisferios, te aseguro que nuestros pechos estallarán como un par de supernovas que pintarán toda ausencia de color.
Sé que la salvación está en el brillo de tu mirada, por eso será un placer explotar mirándote a los ojos.
Ahh compadre que nostalgia la suya y en esta tarde melancolica de lluvia hasta un nudo en la garganta senti.
ResponderBorrarUn abrazo fuerte y que pase buen din de semana
Gaby
Te quiero cuando te escucho
ResponderBorrarporque tus palabras me hacen sentir;
Te quiero al mirarte a los ojos,
no por su color, no por su forma,
porque en su expresión te reconozco y encuentro, porque en tu mirada vivo.
Te quiero en los silencios
ya que en ellos aprendí a escucharte y sólo tú en ellos sabes entenderme.
Tus silencios, los míos, los nuestros, espacios por los sentidos mecidos,
a los que no alcanza el miedo,
en los que no existen distancias...
Snif, cuanta pinche melancolia.
ResponderBorrarNo puede uno menos que aplaudir mientras se limpia los ojos de tanta suciedad.
que mal escribes pinche guffo....
ResponderBorrartsssss, cuan enamorado estas cabron!!
ResponderBorrarChido tu escrito, sobre todo el último parrafo, bien vale la pena!!
Saludos mi estimado, buen fin!!
(y no ponga de pretexto el calor pa las cervezas!!)
ta bueno mi gufo.
ResponderBorrarChido realmente
ResponderBorrarSUPERNOVAS! QUE BELLEZA.
ResponderBorrarESCRIBES MUY BIEN GUFFO. VUELVES BELLAS LAS COSAS NEGATIVAS.
Lindo, lindo, Guffo
ResponderBorrarLas estrellas ahora vivien en las linternas o en los abanicos...al menos las tenemos más cerca ¿no?
¿Serás el sucesor de Dehesa?
Abrazos,
Yazmín
"La ciudad y su gente han derribado todas las estrellas"
ResponderBorrarCielos! que post tan hermoso, tan real, tan triste, tan fuerte y tan hermoso...
vamonos a cazar estrellas en serio, las ciudades nos estan dejando ciegos.
saludos y un abrazo del tamaño de una colilla humeante de cigarro.
¡tas tas tas tas!
ResponderBorrar(son aplausos)
Relatos de un Don Nadie
cada dia que pasa deshacemos mas el mundo, ha habido muchos cambios desde que recuerdo, me ha tocado ver cosas que no pense ver, una de ellas es que en California estan ya usando agua reciclada de la del caño, otra que veremos pronto sera que se acabe el petroleo, es triste en verdad, no se a donde llegaremos.
ResponderBorrarUn saludo
como te trai de enamorado la faby ya se va a reconciliar o ya andan de nuevo cabron
ResponderBorrarMuchas estrellas, supernovas y demas, pero a mi la verdad por ser fin de semana lo que más me gusto fue eso de la cheve sacada del congelador....
ResponderBorrarSaludos desde la baleada Aguascalientes
Luis
Si este fuera tu último post, te despedirías como un héroe. Puedes retirate ahora y hacer historia mi buen Guffo.
ResponderBorrarExcelente post.
Como dijo Liz: haces de lo más negativo y deprimente algo hermoso.
Y yo no creo que sea para la Fabi, pa mi que el Guffo ya tiene nuevo amor, je je je.
¡Guau!
ResponderBorrarya queremos el libro de escritos, también...
OMG...
ResponderBorrarHermoso!
Por eso hay tantas estrellas en el cielo, porque cada una no representa los sueños o la esperanza de alguien; sino que significa que la esperanza de ver realizar un sueño es tan grande como el número de luces que vemos en el firmamento. No importa cuantas caigan a causa de nuestro pesimismo, siempre habrá una mas esperando convertirse en el símbolo de la fe que ponemos en el siguiente sueño.
ResponderBorrar