De mis hermanos gringos...

Ya lo dije una vez y lo repito: No entiendo -y nunca comprenderé- ese afán de los gringos por hacer largas filas y abarrotar tiendas cuando sale al mercado un nuevo producto. Ahí están como idiotas pasando hambres, faltando al trabajo, aguantando calores, heladas y ganas de ir a cagar acampando afuera de una tienda departamental para comprar el chingado iPhone, el mentado XBOX o el último libro de Harry Potter. Como si se fueran a acabar. Como si la mentalidad de los hombres de negocios gringos que se hacen trillonarios vendiendo esos productos dijera: “Sólo vamos a vender 5 mil, el que alcanzó alcanzó, el que no, se chingó; así es que vénganse bien temprano”. ¿Qué ganan con ser los primeros en tener el fregado aparatito que venden como mágico o conseguir el primer boleto para ver Indiana Jones 4 o las temporadas de LOST en "edición especial"? Como si fuern a retirar de las tiendas los productos o de las salas las pelícuas o de los estantes los libros que más se venden en la nación donde el poder radica en la compra desquiciada de mercancía.
Todo para que al medio año -o al año- les saquen una secuela mala de la película, otra temporada aburrida de una serie empaquetada de otro color y con "escenas extras" o un aparatejo nuevo que hará obsoleto ese que acaban de adquirir y ahí los tendrán, fieles al consumismo, haciendo largas fila afuera de las tiendas para comprar la novedad.