“…que al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver…”.
Fue lo último que dijo la bocina de la puerta izquierda del coche -la única de las dos que aún funciona- precisamente en el instante que pasé frente a la casa de mi infancia: la casa que ahora es de un espantoso color verde pistache, ya no tiene la fronda del antiguo árbol de mandarinas cubriendo la terraza, y la cochera para un carro compacto –junto con el pequeño jardín de enfrente que alguna vez me sirvió de campo de fútbol imaginario con todo y portería- desaparecieron porque los dueños actuales construyeron paredes y pusieron piso para hacer un comedor muy popof que se alcanza a ver por la ventana cada que las cortinas blancas del interior –también muy popofonas- se elevan con el viento fresco de las 6 de la tarde.
Volví a pasar por la casa donde viví cuando era niño; yo creo que habité ese domicilio hasta la edad de nueve años. La primera vez que, de adulto, pasé por mi antiguo barrio, fue cuando recogí con el sastre un pantalón de un traje azul marino que usaría esa misma noche en una boda. El traje, obviamente, me lo había prestado mi padre. Yo no tengo traje a mis 30 años. El viejo sastre no se acordó de mí y no tuve el entusiasmo de refrescarle la memoria diciéndole que yo era el hijo de tales personas que vivieron en la calle tal y que mi mamá toda la vida llevó a arreglar mis pantalones a su negocio porque me los compraba más grandes que de mi talla normal porque así podía usarlos varios años de la primaria.
Creo que ya no existen los sastres en esta ciudad, salvo en esa colonia, donde también subsisten las mercerías que venden bolas de estambre de muchos colores y encaje, las tienditas que venden refrescos en bolsas de plástico con popote y las ya casi extintas paletas Dumbo (que sigo sin saber por qué se llaman Dumbo si en el empaque no viene dibujado ningún elefantito).
Los fantasmas de sus calles siguen vivos, sólo que ahora, después de poco más de 20 años, están abandonados y son más silenciosos. Son fantasmas solitarios que se hacen compañía de otros fantasmas y de los ingenuos recuerdos empolvados que gente cursi como yo evoca y desempolva. Son espíritus que se alimentan de memorias chafas que arrancan lágrimas, de momentos de extrema sencillez y austeridad: de recuerdos de cuando la vida parecía tener piel de oveja, de cuando no había mucha acción, pero todo era perfecto… Hasta que mudó la lana y creció el pelaje de lobo y la ciudad y la vida no volvieron a ser las mismas de antes.
“La vida, la vida, la vida, ¿qué es la vida?, en tratar de entenderla se nos va la propia vida”, dijo la bocina de la puerta del carro.
Esa tarde volví a pasar por mi primer hogar sin pretexto alguno. Realmente no tenía nada que estar haciendo por esos rumbos de la ciudad; es más: me queda lejísimos de la colonia donde ahora vivo. Simplemente manejé y el piloto automático de la memoria –o del corazón, no sé- me llevó ahí. Esta vez no fui a recoger un pantalón ni a comprar estambre (¿para qué fregados quisiera yo comprar estambre?) y, al pasar por la tiendita –pintada del mismo color y atendida por la misma señora que tampoco se acordó de mí- se me antojó demasiado sentarme en la banqueta de franja amarilla despintada a tomarme una coca cola adentro de una bolsa de plástico transparente: agitarla hasta que se inflara y se pusiera toda dura y pareciera como si se fuera a reventar.
Quise pasar por el añejado barrio donde nací porque últimamente las cosas no se han dado como he querido; como he soñado o como pensé que a mi edad iban a ser las cosas. A veces creo que la solución –ramplona, pero solución al fin- es cometer esa pendejada de mirar hacia atrás en lugar de enfocar la vista y todo lo demás para adelante: en el futuro. Creo, y apuesto a que muchos estarán de acuerdo conmigo, que es más fácil -y cobarde- recordar el pasado y refugiarnos con los ojos tapados en ese rinconcito de tiempo en el que fuimos felices, a crearnos una imagen de nosotros mismos en un futuro no muy lejano sin temor a vernos triunfando y terminar fracasando; porque a veces así es la vida, la vida, la vida, ¿qué es la vida? A mí eso me atemoriza, por eso cometo el error de mirar atrás.
Di vuelta en la esquina del parque donde mil veces me picó la ortiguilla, donde pasé horas recostado en la tierra mirando a los ejércitos de hormigas regresar en formaciones perfectas hacía sus hormigueros en los días que amenazaban con llover. Pensé que ensuciarme las nalgas del pantalón beige sobre la banqueta de la tiendita valdría la pena; que sería lo mejor del día aunque sólo fuera por un instante. Me estacioné afuera de la tiendita. El refresco frío infló de inmediato la bolsa y lo contemplé con asombro, como si fuera magia lo que sucedía ahí adentro y no una obvia ley de la física de los refrescos negros y azucarados. El primer sorbo de soda fue una catapulta a mi infancia, pero mi pensamiento adulto me recordó que no había tiempo de perder el tiempo en trocitos de tiempo que ya están a destiempo, y me catapultó de vuelta al presente recordándome que no debía ensuciar mi pantalón de vestir porque los otros dos los tenía sucios y que el refresco en bolsa tiene la textura de una chichi con silicona.
Muy buen post, gracias por estos momentos.
ResponderBorrarSigues siendo dueño de la frase.
Cuidate
Saludos desde SLP
un gustazo leerte como siempre, Guffo.
ResponderBorrarSaludos!
Quiero la ultima sensación del refresco en bolsa...
ResponderBorrarAnimooooooooo!
Compadre, dejeme lo felicito, ahora si se la rifo, tenia rato de no leerle un post tan chingon. Regreso a la esencia de antes, a la que nos ha hecho un habito como el de lavarse los dientes todos los dias el encender la pc y checar con que nos deleitara en su blog. Lo iba a felicitar pero pensandolo bien le debo mas bien agradecer el que nos transporte a todos a nuestra respectiva ninez. No, compadre, no es cobarde recordar, es VIVIR.
ResponderBorrarVaya, está usted de vuelta, que pinche gustazo!!!
ResponderBorrares q es lo mas emocionante, recordar todo lo q pensabamos q iba a ser la vida.....tenks....siga llevandonos a esos lugaresssss
ResponderBorrar"mi pensamiento adulto me recordó que no había tiempo de perder el tiempo en trocitos de tiempo que ya están a destiempo"
ResponderBorrarsnifi... =(
"al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver" mi parta favorita de una de mis canciones favoritas.... me hiciste el día.
Gufooo regresaste, pense que te habías ido a la dimensión desconocida...Buen post.
ResponderBorrarsnif!
ResponderBorrareres bien jotote
ResponderBorrarno es cobarde mirar atrás, es de huérfanos pretender que la generación espontánea nos parió adultos.
ResponderBorrarYo tengo (o procuro al menos) tener siempre presente mis primeros años, mis peleas, mis corretizas, travesuras y aún mis regaños y llantos.
Debo avergonzarme de esto? Para nada, al contrario me renueva mi ímpetu al ver a ex compañeros de clase encorbatados y sentaditos en un escritorio de algun banco, desviando la mirada al darse cuenta que les miro de frente.
porque a mi no me apena haber sido niño.
oye guffo la razón del nombre de las paletas dumbo se debe a su fundador, Manuel “Dumbo” Ayala, segun la investigacion de campo que realice.
ResponderBorrarsaludos, sigo esperando los chistes alo wey.
Pinchi Guffo, me emociono bastante este post tuyo, y solte la carcajada con la ultima frase, la de la textura de chichi siliconeada
ResponderBorrarbest post ever
ResponderBorrarhay veces que necesitamos algun incentivo en la vida para poder continuarla, ya sea una mujer (con o sin chichis de silicona) un trabajo o lo que sea que apasione.
ResponderBorrarCuando la vida se tornoa monótona, no queda mas que mirar l pasado y disfrutarlo.
excelente post.
¡Yo tuve una novia así, con textura, sabor y olor a plastico!
ResponderBorrarsnif pinche guffo, me hiziste llorar con este post, chido.
ResponderBorrarHace como cinco años pase por mi casa de la infancia, porque se acababa de mudar por alla un amigo. Mi sorpresa fue al ver que... ya no había casa!
ResponderBorrarLa destruyeron para hacer una tortillería :s
Y lloré.
Eso sí que estuvo triste.
que buen post, por eso me gusta darme vueltas por tu blog
ResponderBorrarDepende de cada cabrón la manera en la que se "enfrenta" a volver a ser niño.
ResponderBorrarHay cabrones que se vuelven locos metidos en las maquinitas, cabrones que cada que le dan una chupada al cigarro se sienten rebeldes.. y cabrones que podemos darnos el lujo de valernos madre llenarnos de tierra al sentarnos en la banqueta.
A mí me valió hacerlo una vez, hace mucho.
No es igual que cuando chamaco, ahora ya no me ví obligado a decidir entre un pan o una soda, pero aún así nomás compré una soda, en botella de vidrio, de esas que hay qué devolver cuando te la tomas.
Ahora la tiendilla ya era un "moderno y boyante" café internet, el hijo del dueño original lo trabajaba. Pero la sensación de la calle, las casas.. reconocer eso que de alguna manera de niño te hacía sentir familiar, casi en casa.
Ahora sí me fijé dónde ponía las nalgas en el piso, sí sentí remordimiento al sentir la tierra en el pantalón, la gente que pasaba no miraba a un chamaco en su mundo tomándose una soda, miraba un treintón de pelo al rape que miraba como embobado las paredes de la casa de enfrente, buscando algo.. esperando algo.
Por un momento sentí que el que te pedía prestado para las maquinitas, el que venía presumiendo bici nueva o el que mandaban por las tortillas diario darían la vuelta en la esquina como todos los días.
Por alguna razón, el jardín de la casa de enfrente ya no se me hacía tan grande, ni tan verde. Su único árbol incluso se me hizo viejo, entonces me dí cuenta que en cierta forma él era mi espejo, yo había envejecido tambien.
Me acabé la soda y ya no había bici, era un carro.. que nunca imaginé sería así, así como tantas otras cosas que de chamaco me preguntaba y que ahora sé.
A lo lejos se oía el timbre de la primaria, ese no había cambiado. Era como la voz de lso edificios, maestros, pupitres, hasta planta de maestros había cambiado.
Mis hijos salieron de la escuela y pude ver la cara de extrañeza que pusieron al verme sentado con las piernas estiradas como vagabundo vencido de ebrio en plena banqueta.
¿Cómo han cambiado los tiempos? ¿Hice bien o estoy haciendo algo mal cuando mis hijos no conocen estos momentos de soledad en medio de una ciudad en estos tiempos que tal vez nunca los dejen conocer mas que urbe?
me recordó este post esta experiencia pasada. la comparto con ustedes.
shingado mijo, (como dijera don Hector), si yo quisiera pasar por la casa de mi infancia, tendria que agarrar un avion y fletarme 1 hora y media hasta veracruz, o tomar un pinche camión y fletarme 20 horas, lo chido es que tu estas aca, y aca viviste tus andanzas de morro, chido pinche guffo, lo repito, burrrrrrppp, jajajja, neta que me gusto tu post. y hasta las de cocodrilo se me salieron.
ResponderBorrarun abrazo, pero de hombres cabron, no salga con sus "cositas de niña"
Buenísimo Guffo post, digo, al revés. Si logras mantener ese estilo tan chingón sin caer en la cursilería seré tu "fans" siempre. Saludos...
ResponderBorrarQUE HE LLORADO! Y JUSTAMENTE AYER PLATICABA CON UNA AMIGA DE LOS BUENOS RECUERDOS DE LA INFANCIA. EL TEMA PRINCIPAL DE LA PLATICA ERA Q SI RECORDABAMOS CUANDO NOS SALIERON LOS PELOS DE LA COLISEO, Y USTED SE ACUERDA MI BUEN GUFFO?
ResponderBorrarTintes de Pedro Páramo, José Emilio Pacheco y Peter Pan en un solo escrito. Por eso me encanta tu blog, caon. Sigue escribiendo, en serio que sí.
ResponderBorrarLeí el libro de Xavier Velasco el de "Este que ves" y la verdad, tengo ya mucho rato leyendote en el blog y se me hace que este escritor también te lee porque su libro se parece un chingo a lo que tu escribes y cómo lo escribes jajaja. El libro salió dos años después de todos tus posts de este tipo y el libro se parece a lo que escribes jejejeje. Sería chido tener un plagiador famoso, no Don Guffo?
Creo que pude recordar a la plebe de rodillas raspadas que jugaba canicas y trepaba árboles. Recordar la infancia no es esconderse... al menos no para mi
ResponderBorrarChale, me hizo odiar haber dejado mi infancia, compadre, snif.
ResponderBorrarChingón post. Chingón ser niño de nuevo.
Saludos y un abrazo.
jaja..oie en el postpasado m dijiste compadre..si soi vieja!! jajaja
ResponderBorrarpero = i si pensando lo mismo
eres un blogstar!
POR POCO Y ME HACES LLORAR... TE QUIERO, AUNQUE ME HAGAS LLORAR
ResponderBorrarMuuuuy agradecido con todos sus comentarios. Que tengan buen día.
ResponderBorrarNos vemos mañana con nuevo post.
Byebye.
nada como una coca que no es de dieta, de vidrio, en un día soleado y sin pensar en el mañana bajo el cielo lleno de nubes pachonas...
ResponderBorrarBuen post
ResponderBorrarsaludos!
ya ni se que escribirte, no quiero ponerte lo mismo de siempre, solo que me gusto tu blog y lo encintre chido, y entre solo por que la curiosidad me mato, queria saber quien era el mentado guffo.
ResponderBorrarbueno yo soy Orietta, tengo un blog que lo actualizo cada que tengo tiempo y ganas, tambien tengo foto log, pero yo escribo clarito, claro igual con faltas de ortografia por que me da mucha weba revisar.
tampoco me gustaba el asunto del foto log, pero despues de subir la primera foto me gusto tanto el asunto que ahora soy una adicta al foto log, sirve para la utoestima.
ya me voy se cuida.
Orietta
'Che Guffo, ¡que chido tu flog de hoy!. He tenido meses de trabajo incesante pero ya estoy de vuelta leyendote, ¿que onda, te van a quedar Chistes Alowey después de entregar?, yo también quiero uno!!!
ResponderBorrarYo tmb tengo flog, pero yo sí escribo bien, no como un vil adolescente disléxico!!!. :D
Saludos!!!
Puro suspiro con este post, estuvo rebueno. Creo que a los 30 nos volvemos más nostálgicos, ¿no crees?
ResponderBorrarsaludos!
q chingon post
ResponderBorrarse vale regresar un poco al pasado a donde un@ se siente "protegid@" y recordar juegos y travesuras, amigos, vecinos.....y tambienr en lo q harias en el futuro, en lo q querias ser y hacer, se vale si, pero hay q tener el valor de volver a la realidad, al hoy.....
Besos
holo me encanta tu blog.la neta, y eso de creser si k es raro ke sin darnos kuenta somos adultos bay
ResponderBorrarHace unos años hice eso.
ResponderBorrarResultó que me molestaba el color de la casa, el jardin, los automóviles, que las macetas de mi madre ya no estuvieran que la reja estuviera cerrada... y otras tantas cosas.
Cuando le dije a mi madre aquello, que habia visto la casa y mi molestia, ella se molestó aún mas, porque mi casa no era esa...
Aun sueño con esa casa, quisiera construir algún día algo parecido.
Si vuelvo a los lugares de mi infancia, solo me gusta hacerlo acompañada...
ResponderBorrarSiempre me ha llamado la atencion lo diferente que se hace el mundo en un recuerdo.
Cuando vuelves, todo tiene un color diferente...como añejo.
Lo que deberia darnos miedo no es mirar atras...si no mirar y no ver nada...
Me ha traido recuerdos, he hecho que volvieran a mi tiempos que ya no estan, me ha gustado!