No se me olvida y no creo algún día poder olvidarlo. Todos orinaron adentro de él. Sus pilingas eran tan chiquitas que fácilmente cabían por el agujero. Esos cabroncitos llenaron de miados un envase vacío de refresco sabor manzana y lo volvieron a tapar con la corcholata. A mi no me gustaba ser cómplice de ese tipo de bromas que tanto disfrutaban los niños de mi colonia. No sé; a mí me gustaba ocupar mi cerebro en otras cosas menos chingativas y más productivas. Tenían planeado darle los miados embotellados al hijo de Doña Tencha, la señora que por un sueldo de mierda lavaba, planchaba, barría y trapeaba en algunas casas de la colonia; como en la casa de Chuy, de quien había sido la idea. Estos güeyes le dirían al niño que era un refresco de piña o de manzana y, según palabras de Chuy, “van a ver cómo se lo toma el pendejo, jajajaja”. Chuy defendía su escatológico plan argumentando que el hijo de Doña Tencha -el pinche pelón lleno de mocos, como le decía- se la pasaba todo el día agarrando sus juguetes sin su permiso y que ya le había perdido las pistolitas de algunos monos de La Guerra de Las Galaxias y, que además, le había descompuesto un carrito de tracción que le había mandado su papá de Houston. Sentado en un escalón de una construcción a medias, a lo lejos, miré cómo llegaron los niños de mi colonia con el hijo de Doña Tencha a ofrecerle el refresco. Y en efecto: mientras la bola de hijitos de la chingada huían atacados por una risa endiablada, el niño emocionado se bebía los orines de toda esa bola de culeritos. Vi cómo se le frunció la cara hasta desfigurarla. Sentí cómo se ahogaba e imagine el horrendo sabor caliente cuando los escupió al momento en que le quemaron los labios, el esófago y el estómago. Vi romperse en peligrosos fragmentos de cristal el envase al caer de sus manos, escuché cómo su llanto -sofocado por el asco- se mezclaba con las carcajadas de los cobardes que le hicieron la broma. Alcancé a percibir cómo sus lágrimas se mezclaban con los orines que le escurrían de la barbilla. Oí cómo intentaba retomar el aire que se le iba entre suspiros entrecortados por el coraje y el sentimiento. Vi venir a su madre -Doña Tencha, la gorda, como le decían- corriendo espantadísima; tan espantada que volcó la tina de agua olor a lavanda con la que trapeaba la entrada de la casa de Chuy. Vi a Doña Tencha abrazar a su hijo instintivamente, cómo animales con sentimientos. El niño soltó un grito mientras respondía al abrazo de su madre; un grito que, de lo horrible que fue, era digno de la compasión y la lástima más inmundas. Vi, viví y sufrí todo esto como un apacible imbécil: sin decir ni hacer nada. No lo disfruté, pero no hice algo para impedirlo. También vi que Doña Tencha nunca más volvió a trabajar en las casas de mi colonia para poder mantener a su pequeño hijo con retraso mental. No se me olvida... y no creo algún día poder olvidarlo...
Continuará...
OUCH :'( no hay palabras para describir lo que pienso de la clase de gente que hace esas cosas
ResponderBorrar¡En la madre!, ¿Podemos sacar algo positivo de esto?
ResponderBorrarCreo que si, que por lo menos el que lo narra tiene tompiates para aceptar su culpa.
Saludos
Pues pinches amiguitos GUFFO, nel carnal no te sientas mal, pero yo se ahora si has hecho cosas para cambiar o ayudar o no saludos
ResponderBorrarHmmm de verdad que uno de niño no mide lo que hace... yo hice algunas travesuras fuertes, nunca tan graves como esa pero te juro que es fecha que quiero ir a pedirle perdon a la niña que hicimos sufrir tanto. Ojala un dia me atreva
ResponderBorrarpues las mentes enfermas de esos chamacos seguramente las adquirieron de sus padres, porque si los padres enseñan respeto hacia los demas niños o a los que tienen capasidades diferentes no pasarian ese tipo de "travesuras"... que culeros! bueno el no participar lo salva de la mentada, ja!
ResponderBorrarhay Guffo, que cosa mas triste has narrado, pobre niño, estoy de acuerdo con la flaca, eso se aprende. ojala el futuro del peque y su mami haya sido mejor...
ResponderBorrarsaludos y buena semana
Yo no puedo creer que exista en un niño una mente tan echada a perder, pero bueno, vamos a lo mismo, los humanos nacemos con un temperamento propio, pero la presonalidad y demás cosas las aprendemos...que huevos!!
ResponderBorrar¿POR QUE TANTO DRAMA?, TODOS PASAMOS 9 MESES BEBIENDO NUESTROS ORINES...
ResponderBorrarES UNA BROMA BASTANTE FRECUENTE Y COMPLETAMENTE INOCUA....NADA TIENE QUE VER CON MENTES RETORCIDAS...
LO RETORCIDO ES EL USO DE EUFEMISMOS Y QUE SE SIENTA COMPASION SOLAMENTE POR QUE EL MOCOSO SEA RETRASADO MENTAL (¡QUE CAPACIDADES DIFERENTES NI QUE MIS TANATES!)...
QUE ALCE LA MANO EL QUE NUNCA SE HAYA APROVECHADO DE ALGUIEN MAS DEBIL
BOTE ESA CONCIENCIA A LA BASURA MI GUFFO, QUE NOMAS SIRVE PA' FOMENTAR LAS NEUROSIS...Y DISFRUTE RECORDANDO EL EPISODIO COMO LO QUE ES: UNA ANECDOTA JOCOSA
SALU2
Guacale de pollo .... y que poca madre de los escuincles pero efectivamente cuando somos chicos hacemos muchas maldades de ese tipo.
ResponderBorrarMe sorprende ver un comment del Mal Bicho, creo que nunca habia visto que comentara en otros blogs... jajaja
Saludos Guffo
Lo bueno es que ya dejo el equipaje afuera...
ResponderBorrarY si es cierto, los escuincles son como la maldad de la buena...vienen en frasco chiquito...
fuuuuck!! que mal pedo, a mi también me toco ver que hicieran esa broma y esta del nabo, pero como el pendejo al que se lo hicieron me caia de a madres por arrogante y mamón no hice nada por evitarlo, creo que algunas personas lo merecen, en tu anecdota no (yase, yase!), pero hay cada pinchi pendejo!!!!
ResponderBorrarGata#1
Es bien sabido que los niños pueden ser mas crueles que cualquier adulto, tambien porque un niño no tiene armas contra la risa de los demas. Eso es lo que lo destruye. Con o sin orines todos hemos sido alguna vez la victima sin defensa de la chiquiburla de nuestros compañeros de escuela... No se mal viaje, es triste pero al fin y alcabo este mundo no perdona a los que no saben defenderse solos. La ley de la selva.
ResponderBorrarSolo me quedan tres palabras:
ResponderBorrarHijos de puta.
¿Los niños son inocentes? Mentiras.
Todos los niños tienen esa esencia del
mal a flor de piel que todos los humanos
cargamos en la sangre.
Herodes tenía razón.
qué fea historia! pobrecito niño, qué crueldad hicieron con el...
ResponderBorrary lo peor es que hay niños pendejos que no crecen, y siguen dandole a los demas otro tipo de miados. Un asco....
ResponderBorrares lo mas cruel uqe he leido desde lo del perro sin culo, pero efectivamente un niño no mide las consecuencias y se le hace muy divertido en este caso humillar al pobre retrasado. uqe ogetes.
ResponderBorrarchale con el mal bicho
ResponderBorrarno guffo, no le hagas caso
si, tal vez es una anecdota jocosa pero excusas como las del mal bicho solo fomentan las fregaderas
aunq me cae de pelos el doc, q no manche su vida
saludos guffin pa' ti, tu fabi y tu clon
jojojojo
se mamo ese puñetas, con un niño enfermito mental?!! QUE MAMADAS son esas? De jodido hubiera sido con un cabron alcoholico mayor de edad que viendo una botella de cheve se la toma con miados y cucarachos, ahi no hay pedo(yo lo vi, no mie en la botella pero estuve alli!) aun y cuando el wey ese tambien era un mecate(chuy).
ResponderBorrarMaldades contra animalitos-llenar sapos con palomas tronadoras o inyectar ratas blancas con gasolina alo mejor haciamos de pequeños y era "gracioso"-, pero ese nivel con el Hijo de la Gorda es una mamada con mesuras mentadoras.
Pues sí pobre chamaco, pero te diré que yo fui testigo de una cosa peor, mucho peor, y pues yo estaba chavito y la verdad no supe como reaccionar.
ResponderBorrarEra un cabrón que no era amigo mío, pero el chiste es que un amigo y yo lo fuimos a visitar. Este cabrón de unos trece años (yo tenía doce)le propuso al hijo de la criada, de unos siete años que le chupara la verga a cambio de unos carritos de fricción.
Bueno el chavito aceptó, mi amigo y yo fuimos testigos del acto y no supimos como reaccionar, lo que sí hicimos fue irnos antes de ver la conclusión, yo también recuerdo la cara de asco del chavito.
¿A que viene todo esto?, pues a que luego somos testigos de abusos y no tenemos otra opción que cometer un acto de omisión, yo no me hubiera atrevido a acusarlo, simplemente no me correspondía.
El mundo es culero y ni modo. Saludos Guffín.
que poca madre la de esos lepes yo usted les quito la botella y les hubiera bañando con los orines
ResponderBorrarno se crea
ya fuera de coto creo que asi son los niños, algo crueles, ni pex guffin lo gacho es que usted vio y no hizo nada
freak
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