aaayyy mis azotes...

El día de hoy, Dios se le esconde a sus fans más que el mamón de Luis Miguel, pero ahí siguen, fieles. Ejecutados, decomisos de droga falsos, ebrios muertos, sobrios muertos y todos haciendo como que trabajan por el bienestar social; cosa que me vale madre. El mundo no es un lugar optimista como canción de Facundo Cabral, ni perfecto como rola de Lennon. Sólo por instantes sí lo es. A pesar de los chingosmil de años luz de distancia, se escucha el crepitar del sol sobre un cielo gris como panza de mula. Quema; como la secadora de cabello que no tengo y que nunca he usado. De repente, llueve. Las gotas pican como hormigas en la cara. De repente, deja de llover cuando apenas materializaba un recuerdo de mi infancia. Chido, por que no traigo paraguas ni quiero volver a Nunca Jamás. Paraguas se me pone cuando veo a mi morra y eso ya no me hace un niño. Hileras de mamones con dos teléfonos celulares colgados en la cintura desfilan pegados a mis hombros en sentido contrario. No sé si a donde ellos van sea la Chingada o, ese lugar con “Ch” mayúscula, sea hacia donde yo me dirijo. No traigo ganas de pensar en lo que siempre pienso ni mortificarme por lo que siempre me mortifico. Quiero ser un Homero Simpson y filosofar de lo absurdo que es que las viejas brinquen de vergüenza si las ven en calzones y brasier, pero se paseen en bikini en la playa; que vendría siendo lo mismo que andar en canelos. Hacía mucho que no caminaba por las espantosas calles de mi ciudad, nubladas de escapes de camiones y carros de lujo. Ni siquiera el humo apestoso me quema las pocas neuronas del poco cerebro que tengo para dejar de pensar en fregaderas. Estaría bien dedicarse toda la vida a escribir lo que a uno le va brotando por detrás de las costillas izquierdas, sin temor a morirse de hambre. Que nuestra paga sea con almas gemelas y mucho amor. Pero el temor es cabrón y el aire no se come y dicen que no hay tacos de amor, por eso, mejor garantizamos un cubículo con aire acondicionado y un seguro de gastos médicos que no nos deje en la calle cuando nos dé cáncer por tragar tanta comida enlatada y caminar por estas pestilentes calles. No está mal de vez en diario ensoñar aunque seamos puro pedo; aunque seamos rockers pero trabajemos en una oficina, idealistas pero usemos reloj de pulsera. No tiene nada de malo caminar por fétidas calles llenas de neuróticos y alaridos de claxón con un escudo de sentimientos absurdos e incoherencias mentales. Más absurdo e incoherente es el mundo de a devis.