la vez que me creció el pajarito...

"Te voy a mandar sin pantalones a la escuela, a ver si así te da pena", me dijo mi papá. Pero qué culpa tenía yo de tener una comezón endemoniada en la pilinga. Recuerdo que por aquella época, cuando aún no tenía vellos en los sobacos, me agarró una rascadera desesperante en el pajarito y los huevitos. No sé si haya sido a consecuencia del detergente con que lavaban mi ropa, si haya sido por no cambiarme los calzones, por andar jugando en los montes baldíos, por mojarme en la lluvia o qué rollo; el pedo fue que no paraba de rascarme el bultito que me picaba como si me hubieran echado salsa Bufalo en las trusas. Y de tanto que me rasqué, pos se me inflamó bien gacho. "Déjate ahí yaaa", me decía mi jefecita; "solita te crece", me decía la raza malora. Y una mañana al despertar, pos que me espanto con lo que vi ahí abajo. Se me puso como cabeza de perro chihuahueño y me asusté bastante. Fui corriendo al cuarto de mis jefes a enseñarles la transformación de mi gusanito, que ahora parecía víbora comiendose un ratón, de esas que se ponen cabezonas cuando tragan. Y pos no recuerdo bien qué pedo, mi jefe me hizo varias preguntas (es médico veterinario) entre encabronado he incrédulo, me imagino que pensó que me la pasaba masturbándome o ya no era vírgen a mis 10 añitos y una compañerita de la primaria me había pegado una infección; no sé, es que así son los adultos de mal pensados. Total, me dijo la frase con que inicié este post, me dio una pomada y dejé de rascarme y se me desinflamó y volví a tener mi lombricilla, snif.
Así sucede a veces con nosotros los hombres. Ya de más grandecillos, pos unos si se rascan por puro gusto. A otros se les da comezón y se les inflama por otras cosas. A algunos otros, se les queda la maña de andarse acomodando los huevos delante de todo mundo; a mí me pasó en mi fugaz aparición en la tele, lo primero que hice, fue acomodarme los güilburs debido al nerviosismo. Aaaah, qué bonito es lo bonito.