homenaje al chicharron femenino...

Ningún hombre podrá olvidar la primera vez que vió unas chichis. No cuentan las veces que se las vieron a su jefa cuando les daba de comer, ni se vale que las hayan visto porque se bañaban con sus hermanas o porque vieron alguna revista o película porno. No, no, no; me refiero a la primera vez que vieron unas bubis de carne y hueso (que no cuentan las de su mamá ni hermanas... tías y primas está bien). Pues la neta uno se queda menso, como el chavo del 8 cuando le da la garrotera, nomás que babeando y con el pajarito queriendo volar fuera de la bragueta. Muchos no saben qué hacer al tenerlas ahí enfrente; no saben si cabecear al ángulo y meter gol, soplarles pa´que se inflen, hacer mezclas como los Dj´s o nomás quedarse ahí contemplándolas. Con la mirada fija en los ojos rosas de tan finas protuberancias. No hay que echarles sólo un vistazo, ni abalanzarse como el Caballo Rojas sobre la Sasha Montenegro; hay que contemplarlas. Que se miren fijamente tus ojos con sus pechos mientras el corazón de ambos golpea a un ritmo incontenible contra las costillas, queriendo salir para cambiarse de lado, el tuyo en el lugar del de ella y el de ella en donde estaba el tuyo. Qué hermosas son las chichis. Cuando se ama, todas las chichis son bellas. No importa si están chiquitas, grandotas, puntiagudas, chuecas, caídas o tatuadas. No importa si el pezón parece moneda de un centavo gringo o una galleta habanera. Así es, todas las chichis son hermosas cuando se ama y cuando se ama, nomás se quieren unas chichis. Pero no olviden pasar un buen rato contemplándolas, alimentando su mirada, esa mirada conectada con el alma, alma que se alimenta de cosas hermosas como las chichis.... Ya que las miraron un buen rato, ahora sí, ¡al ataque!!!