sábado, octubre 02, 2004

guffowski

Escuché un llanto. Y ahí estaba tirado. Abandonado. LLeno de tierra, con hormigas en el rostro. Hormigas que bebían lágrimas de un llanto con sentiemiento. La naricita húmeda y bigotes de lodo. Desnudo, oliendo a basura. Ahí, tirado en un lote baldío. Un niño gritando entre flemas y sollozos que no lo abandonaran. Creí que era el maullido de un gato en celo, ya ven que le hacen igual; pero no. Era mi niño interior.

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