Este fin de semana la ciudad de Monterrey vivirá un orgasmo más chingón que el de la estudiante de la UACH, pues se inaugura el nuevo estadio del equipo los Rayados de Monterrey.
¡Uy, sí, qué emoción! Borrachera, euforia, enajenación y caos vehicular a todo lo que da.
"PueZ LLo No eZtoI HemoZionaDo GufFo XKe LLo NO ZoY RaLLado: ¡¡¡LLo Zoy TiGre de Koraz..." Sí, amigo: también eso me vale verga.
Lo que no me vale madres es que Femsa, Banco BBV Bancomer, el mentado club de futbol, empresarios, autoridades municipales y estatales hayan sido cómplices de la destrucción de la última reserva ecológica del área metropolitana de Monterrey: el bosque de La Pastora, snif.
Nada pudo hacerse para construir esa bacinica gigante en donde no jodiera un área colmada de agua, flora y fauna. Pero en Nuevo León la vida silvestre no vale nada, diría José Alfredo Jiménez si fuera de Greenpeace. Aquí el verde que importa es el de los billetes, los envases de vidrio para guardar cerveza regia/holandesa y los botes de tereftalato de polietileno para contener agua carbonatada y edulcorantes.
En algún momento el saliente gobernador, Rodrigo Medina, dijo sobre el estadio: "En la medida en que a través del futbol impulsemos el cariño para ídolos de la afición que representen valores positivos, habrá más espacios para generar mejores ciudadanos y para también contribuir al mejoramiento de los valores colectivos en aspectos tan importantes como el combate a la delincuencia, a la violencia y al crimen organizado".
Así es: el tipo no tiene ni puta idea de lo que dice. El güey éste cree –como muchos otros– que con estadios de futbol donde las personas comunes y corrientes NO practican el deporte, se generan "mejores ciudadanos" y se promueven "valores positivos" –bebiendo cerveza y gritándole "¡Puto!" al portero– gracias a "ídolos de la afición". Ajá, sí: ídolos que se comportan como divas, visten como cholos fresas con ropas "de marca", manejan automóviles de más de un millón de pesos y viven como jeques.
Seguramente así se promueven más los valores y se crean mejores ciudadanos, y no preservando un pulmón urbano rico en biodiversidad y educando a la gente para que lo aprecie y lo respete. Pero bueno: son rependejos, insensibles y voraces.
Por eso aprovecho para repetir lo que alguna vez dijo el astrofísico canadiense Hubert Reeves: "El hombre es la especie más insensata: venera a un Dios invisible y masacra a una Naturaleza visible, sin saber que esta Naturaleza que masacra es el Dios invisible que venera". Nada más que este Dios invisible tiene muchos años siendo visible en nuestra ciudad; en nuestro país. Se llama futbol, y aquí se hace lo que él diga.
¡Uy, sí, qué emoción! Borrachera, euforia, enajenación y caos vehicular a todo lo que da.
"PueZ LLo No eZtoI HemoZionaDo GufFo XKe LLo NO ZoY RaLLado: ¡¡¡LLo Zoy TiGre de Koraz..." Sí, amigo: también eso me vale verga.
Lo que no me vale madres es que Femsa, Banco BBV Bancomer, el mentado club de futbol, empresarios, autoridades municipales y estatales hayan sido cómplices de la destrucción de la última reserva ecológica del área metropolitana de Monterrey: el bosque de La Pastora, snif.
Nada pudo hacerse para construir esa bacinica gigante en donde no jodiera un área colmada de agua, flora y fauna. Pero en Nuevo León la vida silvestre no vale nada, diría José Alfredo Jiménez si fuera de Greenpeace. Aquí el verde que importa es el de los billetes, los envases de vidrio para guardar cerveza regia/holandesa y los botes de tereftalato de polietileno para contener agua carbonatada y edulcorantes.
En algún momento el saliente gobernador, Rodrigo Medina, dijo sobre el estadio: "En la medida en que a través del futbol impulsemos el cariño para ídolos de la afición que representen valores positivos, habrá más espacios para generar mejores ciudadanos y para también contribuir al mejoramiento de los valores colectivos en aspectos tan importantes como el combate a la delincuencia, a la violencia y al crimen organizado".
Así es: el tipo no tiene ni puta idea de lo que dice. El güey éste cree –como muchos otros– que con estadios de futbol donde las personas comunes y corrientes NO practican el deporte, se generan "mejores ciudadanos" y se promueven "valores positivos" –bebiendo cerveza y gritándole "¡Puto!" al portero– gracias a "ídolos de la afición". Ajá, sí: ídolos que se comportan como divas, visten como cholos fresas con ropas "de marca", manejan automóviles de más de un millón de pesos y viven como jeques.
Seguramente así se promueven más los valores y se crean mejores ciudadanos, y no preservando un pulmón urbano rico en biodiversidad y educando a la gente para que lo aprecie y lo respete. Pero bueno: son rependejos, insensibles y voraces.
Por eso aprovecho para repetir lo que alguna vez dijo el astrofísico canadiense Hubert Reeves: "El hombre es la especie más insensata: venera a un Dios invisible y masacra a una Naturaleza visible, sin saber que esta Naturaleza que masacra es el Dios invisible que venera". Nada más que este Dios invisible tiene muchos años siendo visible en nuestra ciudad; en nuestro país. Se llama futbol, y aquí se hace lo que él diga.