"El hombre es la especie más insensata: venera a un Dios invisible y masacra a una naturaleza visible, sin saber que esta naturaleza que masacra es ese Dios invisible que venera". Hubert Reeves
jueves, diciembre 31, 2009
miércoles, diciembre 30, 2009
martes, diciembre 29, 2009
lunes, diciembre 28, 2009
viernes, diciembre 25, 2009
jueves, diciembre 24, 2009
miércoles, diciembre 23, 2009
martes, diciembre 22, 2009
Es algo incómodo enterarte que tu familia lee tu blog. Es como si tu madre te sorprendiera jalándotela en el baño con su crema Nivea y sus revistas Vanidades.
Saber que tu familia lee tu blog es como si automáticamente se activara un candado en tu cabeza que te impide decir las cosas como quieres; es como si de pronto construyeran un dique en tu cerebro que no deja desbordarse a las aguas de la imaginación (y te hace que escribas metáforas mamonas como la del “dique en tu cerebro” y “las aguas de la imaginación”).
Pero a mí eso me vale pura masacuata (es que pensé que la palabra “verga” se leería muy feo, snif, por eso puse “masacuata”).
Hace poco, un familiar me confesó haber sentido preocupación por lo que escribo y lo que pienso. Me dijo que lo único que lograré con mi actitud, es quedarme solo.
Sabias palabras…
¿Cómo no quedarme solo?, si le he tirado mierda a los que les gusta el fútbol, a los que ven la televisión, a los que compran iPods, a los que se casan, a los que tienen hijos, a los que tienen trabajos de oficina, a los que creen en Dios, a los que tienen tarjetas de crédito, a los que ponen pinito de navidad, etcétera.
¿Cómo no voy a quedarme solo, si me he echando al mundo entero en mi contra?
La soledad es tan inevitable como la muerte.
Saber que tu familia lee tu blog es como si automáticamente se activara un candado en tu cabeza que te impide decir las cosas como quieres; es como si de pronto construyeran un dique en tu cerebro que no deja desbordarse a las aguas de la imaginación (y te hace que escribas metáforas mamonas como la del “dique en tu cerebro” y “las aguas de la imaginación”).
Pero a mí eso me vale pura masacuata (es que pensé que la palabra “verga” se leería muy feo, snif, por eso puse “masacuata”).
Hace poco, un familiar me confesó haber sentido preocupación por lo que escribo y lo que pienso. Me dijo que lo único que lograré con mi actitud, es quedarme solo.
Sabias palabras…
¿Cómo no quedarme solo?, si le he tirado mierda a los que les gusta el fútbol, a los que ven la televisión, a los que compran iPods, a los que se casan, a los que tienen hijos, a los que tienen trabajos de oficina, a los que creen en Dios, a los que tienen tarjetas de crédito, a los que ponen pinito de navidad, etcétera.
¿Cómo no voy a quedarme solo, si me he echando al mundo entero en mi contra?
La soledad es tan inevitable como la muerte.
lunes, diciembre 21, 2009
sábado, diciembre 19, 2009
viernes, diciembre 18, 2009
jueves, diciembre 17, 2009
De la vez que me tocó bailar con la más fea
Lo malo de ser un hombre reservado es que, seguramente, durante las posadas, tus compañeros del trabajo se vengarán de ti.
No acostumbro ir al periódico donde laboro desde hace casi 12 años, pues gracias al Diablo y a la tecnología, todo lo puedo escanear y mandar por correo; motivo por el cual convivo poco con mis colegas, lo que ha generado un halo de misterio alrededor de mi persona.
“El Guffo es muy raro: nunca viene”. “El Guffo es muy introvertido: nunca convive”. “El Guffo no habla con nadie”. “El Guffo nomás viene cuando es quincena”, son algunos de los comentarios que he escuchado cuando voy a las oficinas del diario (cada quincena, obviamente).
Ser un ente aparentemente solitario y diferente (qué rima tan chingona me acabo de aventar), no es sano ni es algo de lo que me sienta orgulloso o haga alarde. Desde mi humilde experiencia, les recomiendo que no sigan mi ejemplo, pues llegará el día en que les tocará bailar con la más fea... ¡Literalmente!
Resulta que hace un par de días fue la posada del periódico. “Comida gratis, cerveza tempranera y aguinaldo”, pensé; y que me lanzo al lugar del evento.
Llegué cuando casi no había nadie, pues no me gusta llegar y tener que saludar a todos los invitados. Por lo mismo, me gusta ser el último en irme de todos los eventos: para no tener que despedirme. Algunas veces me he ido antes de que se acaben las reuniones sin despedirme, pero la gente se queda con una imagen muy feita de uno, snif.
Total que llegué a la posada, saludé a los dos o tres invitados hambreados que llegaron antes que yo y me fui a sentar junto a un señor que me cae bien a toda madre. El güey fue guerrillero, estuvo en la Liga Comunista 23 de Septiembre, estuvo preso y está bien pinche loco. Total que ahí me puse a cotorrear con él sobre Cuba, la guerra gringa, el Nobel de la Paz, los antidepresivos para niños, las corporaciones, la comida transgénica y demás. En el calor de la plática, el ñor estuvo a punto de sacar su AK 47 para ir a masacrar a los clientes de un Home Depot cercano -quesque por traidores a la patria-, pero lo tranquilicé pidiendo un par de cervezas más.
A la media hora comenzó a llegar más gente. Llegó el mero mero, llegaron los editores, los impresores, los reporteros, etcétera.
“Ooooh, ése es el Guffo”. “Pensé que no iba a venir”. “Hacía mucho que no lo veía”. “Se fue a sentar con el pinche viejo comunista: los dos están igual de locos”. “Pinche Guffo nomás se aparece cuando es quincena o hay posada”, murmuraba la gente.
Total que algunos de los presentes se pararon y dijeron las palabras de agradecimiento de rigor; otros dijeron palabras “emotivas” –según ellos-; el jefe nos recordó lo difícil de la situación mundial y lo bendecidos que éramos por tener trabajo, para luego decirnos que no habrá aumento de sueldo, como no lo hubo el año pasado ni el antepasado...
Después de tanto pinche rollo, comenzaron a servir la comida. Al finalizar la tragazón, hicieron la rifa de regalos (en la que por cierto, no me saqué ni madres, snif) y llegó el momento esperado por todos (menos por mí): el de abrir pista para el bailongo. Subieron todo el volumen de las bocinas y el cholo que contrataron para “ambientar” la posada ordenó que todos los invitados nos paráramos a bailar.
Debido a que es común que los hombres apuestos, varoniles y que usan Agua de Colonia Sanborns como yo, sean asediados por las mujeres que gustan del baile, me fui a esconder un rato al baño para que no me estuvieran atosigando. Me bajé los pantalones, me senté en la taza del escusado e hice como si estuviera cagando. Ahí me quedé un buen rato, hasta que calculé que todos mis compañeros de trabajo estuvieran ya muy entretenidos en la pista de baile y mi ausencia pasara desapercibida.
Salí del baño y volví a la mesa, pero el guerrillero comunista ya no estaba. Había sido capturado por las carnes de una gorda de esas que son bien entusiastas y bien felices y bien bailadoras. Nomás veía su cara roja roja –como bandera de la U.R.S.S.- , dando pasos de baile todos fuera de ritmo y tiesos, como pensando: “Si me viera el Che Guevara bailando música del imperio cumbianchero, se revolcaría en su tumba, gggrrr”.
Total que ordené otra cerveza y sonreí al pensar que me había librado del pinche baile. Pero Dios es muy culero y ni siquiera dejó que le diera el primer trago a mi cheve.
Mientras sonaban los primeros acordes de El Viejo del Sombrerón, de la Sonora Dinamita, la gorda que estaba bailando con el guerrillero volteó a la mesa y se dio cuenta que ahí estaba yo. Los demás compañeros también voltearon y me apuntaron con el dedo –momento que aprovecho el ñor comunista para escapar- y empezaron a corear: “¡Guuuffo, Guuuffo, Guuuffo!”. Yo volteé y puse mi cara de serio, de “yo soy un tipo muy reservado, yo no me llevo con ustedes, dejen me tomo mi cerveza a gusto”. Pero les valió madre –no inspiro respeto, snif- y siguieron gritando: “¡Guuuffooo, Guuuffooo!”. En eso, el pendejo del animador se dio cuenta del desmadre que estaban armando en la pista, y también se puso gritar mi nombre.
Y fue como si le hubieran puesto un cuete en la cola a la pinche gorda... Y que se abre paso entre la gente que estaba en la pista, y que se deja venir a la mesa, baile y baile, señalándome con ademanes que serían sexys sólo en el planeta Barrigax Z33. Yo estaba petrificado.
Aunque he visto muchas veces la película de Cazadores del Arca Perdida, no pude aplicar la táctica que le aplica Indiana Jones a la piedrotota que le sale en un templo. “Ya-valió-verga”, pensé, mientras era succionado por dos tentáculos enormes a la pista de baile.
Todos aplaudían cagados de la risa. El “serio” del periódico se había parado a bailar para hacer el ridículo, snif. Y la pinche canción que no se acababa: “Va de largo, se regresa, si me encuentra parada en la puerta me lanza un piropo y me toca el pito, pi pi pi…Ya me tiene amañada con el pi piii con el pi piii, con el pi piii, con el pi piii…
Dios santo (y eso que soy ateo). Si el infierno existe, de seguro es una posada de empleados gordos bailando cumbias a todo volumen.
“Bailé” dos -o tres- “canciones” porque no me quedó de otra. Era un rehén de la hermana de Agustín Carstens, sobrina del Botija y prima del Elefagente Secreto. En un breve silencio entre canción y canción, fingí que sonaba mi teléfono y me fui a sentar. Me bebí la cerveza que había pedido de un trago para borrar el mal rato y no tener pesadillas en la noche.
Y luego por qué soy un tipo reservado...
No acostumbro ir al periódico donde laboro desde hace casi 12 años, pues gracias al Diablo y a la tecnología, todo lo puedo escanear y mandar por correo; motivo por el cual convivo poco con mis colegas, lo que ha generado un halo de misterio alrededor de mi persona.
“El Guffo es muy raro: nunca viene”. “El Guffo es muy introvertido: nunca convive”. “El Guffo no habla con nadie”. “El Guffo nomás viene cuando es quincena”, son algunos de los comentarios que he escuchado cuando voy a las oficinas del diario (cada quincena, obviamente).
Ser un ente aparentemente solitario y diferente (qué rima tan chingona me acabo de aventar), no es sano ni es algo de lo que me sienta orgulloso o haga alarde. Desde mi humilde experiencia, les recomiendo que no sigan mi ejemplo, pues llegará el día en que les tocará bailar con la más fea... ¡Literalmente!
Resulta que hace un par de días fue la posada del periódico. “Comida gratis, cerveza tempranera y aguinaldo”, pensé; y que me lanzo al lugar del evento.
Llegué cuando casi no había nadie, pues no me gusta llegar y tener que saludar a todos los invitados. Por lo mismo, me gusta ser el último en irme de todos los eventos: para no tener que despedirme. Algunas veces me he ido antes de que se acaben las reuniones sin despedirme, pero la gente se queda con una imagen muy feita de uno, snif.
Total que llegué a la posada, saludé a los dos o tres invitados hambreados que llegaron antes que yo y me fui a sentar junto a un señor que me cae bien a toda madre. El güey fue guerrillero, estuvo en la Liga Comunista 23 de Septiembre, estuvo preso y está bien pinche loco. Total que ahí me puse a cotorrear con él sobre Cuba, la guerra gringa, el Nobel de la Paz, los antidepresivos para niños, las corporaciones, la comida transgénica y demás. En el calor de la plática, el ñor estuvo a punto de sacar su AK 47 para ir a masacrar a los clientes de un Home Depot cercano -quesque por traidores a la patria-, pero lo tranquilicé pidiendo un par de cervezas más.
A la media hora comenzó a llegar más gente. Llegó el mero mero, llegaron los editores, los impresores, los reporteros, etcétera.
“Ooooh, ése es el Guffo”. “Pensé que no iba a venir”. “Hacía mucho que no lo veía”. “Se fue a sentar con el pinche viejo comunista: los dos están igual de locos”. “Pinche Guffo nomás se aparece cuando es quincena o hay posada”, murmuraba la gente.
Total que algunos de los presentes se pararon y dijeron las palabras de agradecimiento de rigor; otros dijeron palabras “emotivas” –según ellos-; el jefe nos recordó lo difícil de la situación mundial y lo bendecidos que éramos por tener trabajo, para luego decirnos que no habrá aumento de sueldo, como no lo hubo el año pasado ni el antepasado...
Después de tanto pinche rollo, comenzaron a servir la comida. Al finalizar la tragazón, hicieron la rifa de regalos (en la que por cierto, no me saqué ni madres, snif) y llegó el momento esperado por todos (menos por mí): el de abrir pista para el bailongo. Subieron todo el volumen de las bocinas y el cholo que contrataron para “ambientar” la posada ordenó que todos los invitados nos paráramos a bailar.
Debido a que es común que los hombres apuestos, varoniles y que usan Agua de Colonia Sanborns como yo, sean asediados por las mujeres que gustan del baile, me fui a esconder un rato al baño para que no me estuvieran atosigando. Me bajé los pantalones, me senté en la taza del escusado e hice como si estuviera cagando. Ahí me quedé un buen rato, hasta que calculé que todos mis compañeros de trabajo estuvieran ya muy entretenidos en la pista de baile y mi ausencia pasara desapercibida.
Salí del baño y volví a la mesa, pero el guerrillero comunista ya no estaba. Había sido capturado por las carnes de una gorda de esas que son bien entusiastas y bien felices y bien bailadoras. Nomás veía su cara roja roja –como bandera de la U.R.S.S.- , dando pasos de baile todos fuera de ritmo y tiesos, como pensando: “Si me viera el Che Guevara bailando música del imperio cumbianchero, se revolcaría en su tumba, gggrrr”.
Total que ordené otra cerveza y sonreí al pensar que me había librado del pinche baile. Pero Dios es muy culero y ni siquiera dejó que le diera el primer trago a mi cheve.
Mientras sonaban los primeros acordes de El Viejo del Sombrerón, de la Sonora Dinamita, la gorda que estaba bailando con el guerrillero volteó a la mesa y se dio cuenta que ahí estaba yo. Los demás compañeros también voltearon y me apuntaron con el dedo –momento que aprovecho el ñor comunista para escapar- y empezaron a corear: “¡Guuuffo, Guuuffo, Guuuffo!”. Yo volteé y puse mi cara de serio, de “yo soy un tipo muy reservado, yo no me llevo con ustedes, dejen me tomo mi cerveza a gusto”. Pero les valió madre –no inspiro respeto, snif- y siguieron gritando: “¡Guuuffooo, Guuuffooo!”. En eso, el pendejo del animador se dio cuenta del desmadre que estaban armando en la pista, y también se puso gritar mi nombre.
Y fue como si le hubieran puesto un cuete en la cola a la pinche gorda... Y que se abre paso entre la gente que estaba en la pista, y que se deja venir a la mesa, baile y baile, señalándome con ademanes que serían sexys sólo en el planeta Barrigax Z33. Yo estaba petrificado.
Aunque he visto muchas veces la película de Cazadores del Arca Perdida, no pude aplicar la táctica que le aplica Indiana Jones a la piedrotota que le sale en un templo. “Ya-valió-verga”, pensé, mientras era succionado por dos tentáculos enormes a la pista de baile.
Todos aplaudían cagados de la risa. El “serio” del periódico se había parado a bailar para hacer el ridículo, snif. Y la pinche canción que no se acababa: “Va de largo, se regresa, si me encuentra parada en la puerta me lanza un piropo y me toca el pito, pi pi pi…Ya me tiene amañada con el pi piii con el pi piii, con el pi piii, con el pi piii…
Dios santo (y eso que soy ateo). Si el infierno existe, de seguro es una posada de empleados gordos bailando cumbias a todo volumen.
“Bailé” dos -o tres- “canciones” porque no me quedó de otra. Era un rehén de la hermana de Agustín Carstens, sobrina del Botija y prima del Elefagente Secreto. En un breve silencio entre canción y canción, fingí que sonaba mi teléfono y me fui a sentar. Me bebí la cerveza que había pedido de un trago para borrar el mal rato y no tener pesadillas en la noche.
Y luego por qué soy un tipo reservado...
miércoles, diciembre 16, 2009
martes, diciembre 15, 2009
El asador y los calzones de Batman
Me compré un asador y ya me comen las ansias por usarlo (qué puto se escucha decir "me comen las ansias", ¿no creen?).
Me siento igual que de niño, cuando me regalaban sin pilas algún juguete que las necesitaba. Era horrible no tener baterías cargadas o de sobra en casa y tener que esperar hasta el día siguiente para comprarlas y poder jugar.
Recuerdo que una navidad un tío me regaló una ambulancia con todo y las baterías. Creo que él se emocionó más que yo al ver el juguete haciendo ruidos, prendiendo lucecitas y girando sobre el piso.
Ese tío sí entendía las cosas que son importantes para los niños.
Volviendo a lo del asador... Ya visualicé las pencas de nopal sobre la parrilla, las calabazas en rebanadas con tantita naranja y salsa de soya; los muslos de pollo con achiote, mostaza y pimienta chisporroteando y uno que otro ribeye goteando grasa.
Una de las baterías del asador, son las bolsas de carbón o leña. Ésas ya las tengo. La otra pila -la que falta- es una bola de tragones que se organice para desvelarse, apestarse de humo y quedarse callados contemplando el fulgor de las brasas anaranjadas cuando se acabe la cerveza en la madrugada...
Pasando a otra cosa, recibí unos calzones de Batman como regalo. Ésos ya vienen con las pilas incluidas. De hecho, las traen en el mismo lugar donde las tienen los trajes de los toreros, jejeje.
Y también ya me anda por usarlos, aunque nunca fui fan de Batman.
Me siento igual que de niño, cuando me regalaban sin pilas algún juguete que las necesitaba. Era horrible no tener baterías cargadas o de sobra en casa y tener que esperar hasta el día siguiente para comprarlas y poder jugar.
Recuerdo que una navidad un tío me regaló una ambulancia con todo y las baterías. Creo que él se emocionó más que yo al ver el juguete haciendo ruidos, prendiendo lucecitas y girando sobre el piso.
Ese tío sí entendía las cosas que son importantes para los niños.
Volviendo a lo del asador... Ya visualicé las pencas de nopal sobre la parrilla, las calabazas en rebanadas con tantita naranja y salsa de soya; los muslos de pollo con achiote, mostaza y pimienta chisporroteando y uno que otro ribeye goteando grasa.
Una de las baterías del asador, son las bolsas de carbón o leña. Ésas ya las tengo. La otra pila -la que falta- es una bola de tragones que se organice para desvelarse, apestarse de humo y quedarse callados contemplando el fulgor de las brasas anaranjadas cuando se acabe la cerveza en la madrugada...
Pasando a otra cosa, recibí unos calzones de Batman como regalo. Ésos ya vienen con las pilas incluidas. De hecho, las traen en el mismo lugar donde las tienen los trajes de los toreros, jejeje.
Y también ya me anda por usarlos, aunque nunca fui fan de Batman.
lunes, diciembre 14, 2009
viernes, diciembre 11, 2009
Terminaron los ¡#$%&! Cómics.
No pudimos llegar al número 24, como nos lo habíamos propuesto, pero el 22 -con portada del genial BEF- trae 64 paginotas que, espero, compensen esos dos números que ya no podremos imprimir.
Muchas gracias a los suscriptores (ya les mandé su paquete, espérenlo la próxima semana), a los lectores, a los colaboradores, a los que creyeron en el proyecto, a los que le invirtieron dinero, a los que lo distribuyeron, a los que nos invitaron a eventos, etc.
Me quedo con la satisfacción de haber realizado un trabajo honesto, que brotó del simple gusto por dibujar y de fomentar la lectura del cómic.
Los interesados en adquirir números anteriores (del 19 al 22, los demás están completamente agotados), mándenme un mail. Si a alguien no le llegó algún pedido, también avíseme.
Les dejo la imagen del último ejemplar.
Otra cosa:
A partir de la próxima semana trataré de postear todos los días (¿para qué esperarse a enero para cumplir los propósitos de año nuevo?).
Lunes, miércoles y viernes serán del Escuadrón Retro, La Neta del Planeta y cartones de la semana. Martes y jueves serán de las jaladas que acostumbro escribir.
No pudimos llegar al número 24, como nos lo habíamos propuesto, pero el 22 -con portada del genial BEF- trae 64 paginotas que, espero, compensen esos dos números que ya no podremos imprimir.
Muchas gracias a los suscriptores (ya les mandé su paquete, espérenlo la próxima semana), a los lectores, a los colaboradores, a los que creyeron en el proyecto, a los que le invirtieron dinero, a los que lo distribuyeron, a los que nos invitaron a eventos, etc.
Me quedo con la satisfacción de haber realizado un trabajo honesto, que brotó del simple gusto por dibujar y de fomentar la lectura del cómic.
Los interesados en adquirir números anteriores (del 19 al 22, los demás están completamente agotados), mándenme un mail. Si a alguien no le llegó algún pedido, también avíseme.
Les dejo la imagen del último ejemplar.
Otra cosa:
A partir de la próxima semana trataré de postear todos los días (¿para qué esperarse a enero para cumplir los propósitos de año nuevo?).
Lunes, miércoles y viernes serán del Escuadrón Retro, La Neta del Planeta y cartones de la semana. Martes y jueves serán de las jaladas que acostumbro escribir.
jueves, diciembre 10, 2009
El vecino hojarasca
Regresé de viaje y la entrada de mi casa estaba cubierta por una hojarasca.
Hoy, la banqueta amaneció limpia. Alguien –seguramente la vecina del lado izquierdo- barrió las hojas que adornaban el pavimento.
Los vecinos deben pensar que soy el hombre más cochino y huevón de la cuadra, pues no acostumbro recoger las hojas que caen del árbol. Prefiero el tapiz amarillo y quebradizo que va extendiéndose como rompecabezas hacia la calle, a la triste dureza del gris de todos los días.
Si a los vecinos no les parece que yo no barra, a mí tampoco me parece que poden el ramaje de sus árboles durante el otoño.
¿En verdad es tan difícil encontrarle lo bello a un montón de hojas secas?
Pareciera que el curso natural de las últimas estaciones del año es un grave problema para algunas personas.
Golpeo un par de veces el enrejado de la vecina del lado izquierdo con una moneda de diez pesos. Quiero “agradecerle” haber barrido mi banqueta y decirle que no se moleste en hacerlo una próxima vez; pero nadie responde.
Camino rumbo al trabajo. Me envuelve el aroma de los leños ardiendo en el fuego, el vapor de las ollas con elotes hirviendo y la manteca con azúcar donde bulle la masa de los churros.
Llego a la oficina. No hay muchos clientes. Aprovecho y leo las noticias online.
Siento el Nobel de Literatura más cerca que nunca. Si a alguien que justifica las guerras le dan el de la paz, ¿por qué no darle el de literatura a alguien que escribe puras pendejadas?, como yo.
Oslo, allá voy…
Afuera, las hojas siguen cayendo. Se extienden sobre el asfalto como las piezas del rompecabezas de una vida por descifrar.
Hoy, la banqueta amaneció limpia. Alguien –seguramente la vecina del lado izquierdo- barrió las hojas que adornaban el pavimento.
Los vecinos deben pensar que soy el hombre más cochino y huevón de la cuadra, pues no acostumbro recoger las hojas que caen del árbol. Prefiero el tapiz amarillo y quebradizo que va extendiéndose como rompecabezas hacia la calle, a la triste dureza del gris de todos los días.
Si a los vecinos no les parece que yo no barra, a mí tampoco me parece que poden el ramaje de sus árboles durante el otoño.
¿En verdad es tan difícil encontrarle lo bello a un montón de hojas secas?
Pareciera que el curso natural de las últimas estaciones del año es un grave problema para algunas personas.
Golpeo un par de veces el enrejado de la vecina del lado izquierdo con una moneda de diez pesos. Quiero “agradecerle” haber barrido mi banqueta y decirle que no se moleste en hacerlo una próxima vez; pero nadie responde.
Camino rumbo al trabajo. Me envuelve el aroma de los leños ardiendo en el fuego, el vapor de las ollas con elotes hirviendo y la manteca con azúcar donde bulle la masa de los churros.
Llego a la oficina. No hay muchos clientes. Aprovecho y leo las noticias online.
Siento el Nobel de Literatura más cerca que nunca. Si a alguien que justifica las guerras le dan el de la paz, ¿por qué no darle el de literatura a alguien que escribe puras pendejadas?, como yo.
Oslo, allá voy…
Afuera, las hojas siguen cayendo. Se extienden sobre el asfalto como las piezas del rompecabezas de una vida por descifrar.
martes, diciembre 08, 2009
Ya regresé...
Ya llegué de Guadalajara. Me fue muy bien.
Gracias a todos los que compraron el libro “Diarios del Fin del Mundo”, a los que compraron las playeras del Escuadrón Retro, a los que pidieron ¡#$%&! Cómics, a los colegas moneros, a los colegas blogueros, a los que fueron a las conferencias y a los lectores.
Una de las cosas más chidas del viaje fue haberme enterado que incluyeron las 8 páginas que dibujé del Escuadrón Retro el año pasado, en un libro. También aparecen los trabajos de Sergio Aragonés, Humberto Ramos, Bachan y otros maestrazos del cómic. La otra cosa chida fue que dos moneros "famosos" me reconocieron como "el güey que hizo la lotería que están mandando por Internet", jejeje.
Regresé con más ganas de escribir, de dibujar y de hacer mejor mi trabajo. Ah: y habrá cambios en este blog. Cambios para bien, obviamente.
Éste es el libro que les digo. Es tamaño carta y trae 100 páginas. Por si quieren comprarlo, cuesta 200 pesos y lo venden en Caligrama (contacto@caligrama.com.mx)
Gracias a todos los que compraron el libro “Diarios del Fin del Mundo”, a los que compraron las playeras del Escuadrón Retro, a los que pidieron ¡#$%&! Cómics, a los colegas moneros, a los colegas blogueros, a los que fueron a las conferencias y a los lectores.
Una de las cosas más chidas del viaje fue haberme enterado que incluyeron las 8 páginas que dibujé del Escuadrón Retro el año pasado, en un libro. También aparecen los trabajos de Sergio Aragonés, Humberto Ramos, Bachan y otros maestrazos del cómic. La otra cosa chida fue que dos moneros "famosos" me reconocieron como "el güey que hizo la lotería que están mandando por Internet", jejeje.
Regresé con más ganas de escribir, de dibujar y de hacer mejor mi trabajo. Ah: y habrá cambios en este blog. Cambios para bien, obviamente.
Éste es el libro que les digo. Es tamaño carta y trae 100 páginas. Por si quieren comprarlo, cuesta 200 pesos y lo venden en Caligrama (contacto@caligrama.com.mx)
sábado, diciembre 05, 2009
Para los lectores de Guadalajara...
Sigo en la FIL.
Para todos los que quieran su libro de Diarios del Fin del Mundo, pueden ir hoy -a partir de las 8 de la noche- a La Pulquesa, en López Cotilla 1885, casi con Américas. No será una presentación formal, sólo una reunión para conocer a nuestros lectores, firmar sus libros, agradecerles por leer tanta barbaridad y que nos inviten unas Medias de Seda, un Paris de Noche o alguna bebida de esas muy finas que hasta sombrillitas y popotes de colores traen.
Ahí los esperamos.
Para todos los que quieran su libro de Diarios del Fin del Mundo, pueden ir hoy -a partir de las 8 de la noche- a La Pulquesa, en López Cotilla 1885, casi con Américas. No será una presentación formal, sólo una reunión para conocer a nuestros lectores, firmar sus libros, agradecerles por leer tanta barbaridad y que nos inviten unas Medias de Seda, un Paris de Noche o alguna bebida de esas muy finas que hasta sombrillitas y popotes de colores traen.
Ahí los esperamos.
jueves, diciembre 03, 2009
miércoles, diciembre 02, 2009
FIL 2009
A partir de la noche de hoy -miércoles 2 de diciembre-, andaré en la FIL de Guadalajara. Tuve el honor -junto a otros colegas moneros- de ser invitado a algunas actividades y eventos del Encuentro Internacional de Caricatura e Historieta. Ahí estaremos regalando los números 20, 21 y -el recién salidito de imprenta- 22 de ¡#$%&! Cómics, dando pláticas, haciendo monitos, vendiendo souvenirs de nuestros personajes y otras cosillas. Chequen el programa de actividades y por ahí los esperamos.
También llevaré libros de Diarios del Fin del Mundo, los cuales venderé clandestinamente fuera de la FIL, porque ya no alcanzamos fecha ni lugar para presentarlo dentro del evento. Es probable que estén presentes algunos colaboradores de Recolectivo y participantes del libro. En estos días les avisamos dónde será la reunión por si les interesa un ejemplar firmado.
Por lo pronto, los dejo con una triste aventura del Escuadrón Retro:
P.D. Por cierto: todos los que aportaron ideas para las últimas 9 cartas de la lotería de la nota roja, mándenme un correo con su dirección, pues, en agradecimiento -honor a quien honor merece-, se ganaron un pequeño regalo.
Saludos.
También llevaré libros de Diarios del Fin del Mundo, los cuales venderé clandestinamente fuera de la FIL, porque ya no alcanzamos fecha ni lugar para presentarlo dentro del evento. Es probable que estén presentes algunos colaboradores de Recolectivo y participantes del libro. En estos días les avisamos dónde será la reunión por si les interesa un ejemplar firmado.
Por lo pronto, los dejo con una triste aventura del Escuadrón Retro:
P.D. Por cierto: todos los que aportaron ideas para las últimas 9 cartas de la lotería de la nota roja, mándenme un correo con su dirección, pues, en agradecimiento -honor a quien honor merece-, se ganaron un pequeño regalo.
Saludos.