miércoles, febrero 22, 2017

El regreso de Jairo

Quienes son lectores de este blog recordarán que del año 2012 al 2015 trabajé en seguridad pública en el municipio de García, Nuevo León; municipio mejor conocido por ser "cuna" de El Bronco (y pongo "cuna" entre comillas porque el actual gobernador del estado nació en realidad en Galeana, pero fue en García donde fue alcalde y se gestó su "proyecto independiente"). Si recuerdan lo anterior, recordarán también el caso de Jairo, un chavo de 19 años que estuvo detenido un año por un delito que no cometió. Cuando yo me salí de trabajar de ese lugar, Jairo seguía encerrado. Después me enteré que salió libre, pero no volví a saber nada de él... hasta ayer, que me contactó por medio de mi fan page de Facebook.
Fue una plática breve. En resumen me contó que lo declararon inocente hace un año, que sigue con su novia, que ya tiene una niña de tres meses, que está trabajando, que piensa retomar la preparatoria y que sigue dibujando. De hecho, me mandó un dibujo de su beba:
Para no echarles más rollo, si desconocen de lo que hablo y gustan empaparse del tema -o por el simple gusto de leer-, aquí están algunos escritos sobre el caso de Jairo. Saludos.
La vida es un crucigrama
Me preocupa el tiempo perdido
Abuso de confianza
K.O. a la moral
Barrotes en la cabeza

miércoles, febrero 15, 2017

El azar de los bazares

Me gustan los bazares. Lo que no me gusta es que el simple hecho de pensar en ellos hace sonar en mi cabeza aquel éxito ochentero de Las Flans (y ahora ese éxito ochentero de Las Flans sonará en la cabeza de todos mis lectores durante el resto del día).

Por bazar no me refiero a esos enormes mercados persas ordenados de manera gremial que datan del siglo XV (Wikipedia no te acabes); tampoco a los laberínticos comercios del Cairo o Casablanca donde se venden especias de aromas intensos y telares de colores vibrantes; es más: ni siquiera me refiero a las llamadas "pulgas" o "tianguis" que conocemos aquí en México. Cuando hablo de bazares aludo a ese híbrido que resulta de una venta de garage y una tienda de antigüedades. Esos mercaditos caseros o locales improvisados en donde la gente amontona para su venta artículos variados de segunda mano del siglo pasado; esos bazares a los que hoy en día le han agregado la palabra tan de moda: vintage. Ésos son los que me gustan.
Aunque sé que la etimología de la palabra bazar nada tiene que ver con azar, es por cuestiones de azar que he dado con la mayoría de los bazares que conozco: caminando ciudades o pedaleándolas; metiéndome en calles donde te dice que "no hay nada que ver": ahí es donde he encontrado las cosas más extrañas e interesantes (aunque Capitán Fantástico diga que la palabra "interesante" está prohibida).
Ediciones únicas en pasta dura de Howl, de Ginsberg; teléfonos en forma de Garfield, sujetalibros de bronce con forma de ballena, monedas de 1917, billetes de Camboya, cartuchos de Atari, herraduras, planchas de carbón, camiones Tonka, espejos con marcos garigoleados, bidones de gasolina descarapelados, walkie-talkies, abrigos a cuadros con parches en los codos, carteras de lentejuela, matrículas de coches, marcas de cerveza que ya no existen trazadas con luces de neón.

Aunque no padezco una compulsión por las compras, a veces me gusta visitar los bazares sólo para saciar a ese arqueólogo frustrado que llevo dentro; a ese paleontólogo que brota cada que uno esculca rincones con chácharas apiladas. Y a veces sí, confieso que procuro llevarme algún recuerdo tangible de estos lugares, aunque sea muy pequeño, pues es muy probable que en ningún otro lado vaya a encontrar algo similar; o posiblemente sí, pero no en las mismas condiciones ni con la misma historia.

También creo que mucho del placer que genera comprar cosas viejas -o descontinuadas o raras- radica en el hecho de darles un uso distinto. No es lo mismo comprar un florero fabricado en serie para usarlo como florero que comprar ese bidón de gasolina rojo y abollado para convertirlo en florero, y así darle un toque personal a nuestro espacio. Lo digo en serio: comprar cosas de segunda mano desarrolla la creatividad (o al menos nuestras habilidades restaurativas).
Me gustan los bazares porque me imagino en un museo donde puedes traspasar la línea roja que divide a la obra del espectador, te permiten tocar lo que ahí exhiben y, aparte, puedes adquirirlo por un precio -a veces- simbólico. Pero más me gusta que los bazares sean un collage de distintas épocas: pegotes de recuerdos, mosaicos compuestos de fragmentos en Super-8 y Polaroid; puertas dimensionales a los patios, estancias familiares y estilos de vida de hace 30, 50 ó 70 años.

Aún ando "cazando" la primera novela de David Toscana: Las Bicicletas, la cual -según palabras del mismo autor-, no tiene ejemplar ni él mismo. Por eso espero que bazar cambie su etimología, o, al menos, considere al azar como un complemento de su significado; para así, algún día, encontrar esa novela. Y pues ya de paso, todo lo que ando buscando.

viernes, febrero 03, 2017

Últimas noticias del Perrotón Navideño

Pues no se llegó a la meta de los 20 mil 401 pesos (tal vez nos faltó Lucerito derramando lágrimas en cadena nacional, snif), pero se recaudaron poco más de 15 mil bolas en efectivo y en especie. Nada mal. Muchas gracias, de corazón. Gracias por su confianza y por su bondad.

Bueno, les platico a grandes rasgos... La señora Juany Castorena estuvo un poco mala de salud, por eso apenas fui la semana pasada a visitarla. Fue una visita exprés, nada más para entregarle algunos donativos en especie que recibí y un celular que le conseguí, pues el teléfono que tenía lo tuvo que empeñar hace como tres meses para comprarle alimento a sus perros, snif. ¿Que por qué apenas escribo esto? Pues porque andaba un poco ocupado, pero en mi cuenta de Twitter este tipo de información siempre es más inmediata. Por eso, para los que aún no sabían que tengo Twitter, pueden seguirme en @GuffoCaballero. Dicho lo anterior, continúo:

Como les decía, esta vez no tuve oportunidad de visitar el refugio de los perros, pues andaba con algunos pendientes y el clima estaba medio lluvioso, y ya se imaginarán el caos vehicular para cruzar tres municipios y llegar a mi destino.

Ese día llegué a la hora que doña Juany estaba haciendo el aseo de su casa con su hijo. Como siempre, me recibió muy amable y agradecida, apenada por su facha. Me confesó que ya se sentía un poco mejor, pero tenía que estar yendo a unas consultas. También me dijo que ya había dado en adopción a más perros: los cuatro cachorritos que le habían ido a tirar frente a su casa ya tenían dueños y la perrita que faltaba de esterilizar ya había quedado y estaba casi lista para ser entregada. Cosa que me dio mucho gusto porque, recuerden: no sólo se trata de ayudar con dinero o productos, sino de encontrarles hogar a estos perros; porque, si no, es el cuento de nunca acabar para esta señora.

Total que todo lo que recibí en especie -champús, alimento de perro, de gato, comederos, etc- lo bajé de la cajuela y se lo entregué al hijo de doña Juany, que es el que le ayuda a cargar cosas, pues ella tiene un achaque en el hombro que se le agudiza cuando la temperatura baja.
Y pues ya. 

Como dato: siguen ahí $500 pesos volando, que igual y se los doy en efectivo para que complete la renta del albergue.

La próxima semana espero terminar las caricaturas de quienes aportaron $500 pesos o más para esta causa. Si no me han mandado sus fotos y las de sus mascotas, mándenlas por favor a guffo76@hotmail.com.
Y como les digo siempre: si quieren ayudar pueden hacerlo contactando directamente a la señora Juany Castorena en el 81 38 62 41 33 o en el 13 06 43 67; o por Facebook. Cuando me pase el número del teléfono que le di ese día, se los proporciono, pero por mientras pueden localizarla en esos números. 
O si quieren que los lleve a conocerla o que le entregue algo que le quieran mandar, envíenme un correo a guffo76@hotmail.com y con gusto lo hago. O si todavía quieren aportar dinero, pueden hacerlo vía PayPal al mismo correo. Les entrego sin pedos tickets o facturas de lo que se compre con su donativo. 

Sin más por el momento, muchas gracias por todo y buen fin de semana.