lunes, abril 28, 2014

El río que cruza la ciudad

Pocos regiobelievers están enterados de la riqueza biológica del río Santa Catarina, cuyo cauce corre entre dos de las avenidas más importantes y transitadas de Monterrey: Constitución y Morones Prieto. Ignoran la importancia vital de este afluente porque pasa lo mismo que con las montañas: las ven ahí a diario que no reparan en todo lo que sucede en ellas.

El Santa Catarina siempre se ha pensado como un río seco, un torrente que cuando lleva agua provoca tragedias, un negocio de unos cuantos y un vertedero de desperdicios de todo tipo; pero nunca lo han visto como un ecosistema complejo que ha sabido sobrevivir a pesar de la mano del hombre.

Hubo un tiempo en el que, sobre los parajes yermos del río, había juegos mecánicos, ciclopista, estacionamientos y hasta canchas de futbol de pasto sintético. Fue en  1988 y en el 2009 que  la ciudad de Monterrey fue golpeada por dos potentes huracanes –el Gilberto y el Alex– que barrieron con todo lo que en su cauce había, provocando que el caudal se desbordara y ocasionara destrozos y muertes debido a la mala planeación urbana.

El tiempo pasó, la ciudad se reconstruyó y el futuro del río Santa Catarina sigue siendo un enigma; al menos para mí. No sé si lo canalizarán –gran pendejada–, no sé si volverán a construir canchas de fut u otra ciclopista; ignoro también si lo explotarán –en el mejor sentido de la palabra– como atractivo turístico o lo aprovecharán como pulmón natural de la ciudad, pero ojalá sean estas tres últimas.

Desde hace tiempo quería pedalear por ahí. Es difícil acceder a él, pues la entrada más viable y segura estaba dentro del Parque Fundidora, pero ya pusieron una barda de concreto que impide el paso. Al Santa Catarina no se puede llegar a pie o en bicicleta sin correr el riesgo de ser atropellado, pues las avenidas que lo bordean las han convertido en carriles de alta velocidad. Para entrar al afluente de manera segura hay que hacerlo en coche, por donde entra la maquinaria pesada del gobierno a hacer sus obras de reconstrucción.

El pasado fin de semana por fin logré pedalear por los alrededores del río. Entré por un puente peatonal aparentemente abandonado que está a la altura del Parque España y da a una parte del río que parece lote baldío. Pedaleé todo el día y quedé maravillado con lo que vi. 

A pesar de que hay tramos tristes, con descargas pestilentes de residuos líquidos y vertederos de escombro, hacia el municipio de Cadereyta, con rumbo al aeropuerto, el río es un oasis casi impenetrable; un bosque ripario de abundante flora y fauna endémica.

Gracias a mis escasos conocimientos de botánica regional pude distinguir sauces, sabinos, retamas, huizaches, anacahuitas, ricinos y girasoles. También vi garzas blancas, patos, tortugas, mojarras, sardinas, martines pescadores, ranas, conejos, lagartijas y unas garzas negras que más bien parecían ibis. En algunos tramos el agua es tan cristalina que hasta se antoja beberla o meterse a nadar. A continuación, algunas fotos: 
Una garza blanca sobrevolando el lecho del río.
Un martín pescador posando en una piedra.
Yo, bien intrépido, snif.
Hubo unas partes en las que de plano ya no pude pasar con la bicicleta, de lo tupidas de vegetación que estaban, y pues me quedé con ganas de explorarlas y tomar fotos; pero algún día de estos volveré (agita el puño en el aire).

Y sí, chavos y chavas: ojala a la sociedad y a la autoridad algún día la cabeza les dé para comprender que el río Santa Catarina es un habitante más de esta metrópoli, tal vez uno de los residentes más antiguos, como las montañas; un ser vivo que respira y palpita al ritmo del corazón de todos los regiomontanos.

NOTA: discúlpenme, pero tuve que cerrar con esa frase tan cursi para llegarle a los regiobelievers, que sólo saben de trabajo, más trabajo, progreso, modernidad, edificiotes, partidos de fut y cosas que se compran con dinero.

jueves, abril 24, 2014

¿Ciclovía regia?

Ayer el gobierno del estado entregó un proyecto urbano que cuenta con una plaza "multimodal" que une al Barrio Antiguo de Monterrey con la colonia Independencia. Ignoro si la ciclovía tendrá más kilómetros, si pasará por más lugares, si pretenden conectarla con la del municipio de San Pedro -que tendrá más de 100 kms. de carriles-, si es funcional para quienes pretenden moverse por la ciudad en bici o es sólo con fines recreativos. Lo poco que vi del proyecto la semana pasada que anduve por ahí paseando, me gustó. Tendré que ir el fin de semana a recorrerlo todo -y a tomar más fotos- para juzgarlo. 
Neta que deseo de todo corazón que sea un gran proyecto, que la gente lo aproveche y lo cuide, y que no quede en el abandono con el cambio de administraciones y colores partidistas. 

Ojo: que desee todo esto no quita que siga odiando a los pinches Regiobelievers.

martes, abril 22, 2014

Caricaturas varias "in inglich"

Hace un mes mandé una solicitud a una agencia holandesa que distribuye cartón político de algunos caricaturistas a diversos periódicos de Europa. Les gustó mi trabajo y a los 15 días me aceptaron y me mandaron un freelance contract. Aquí les dejo algunos cartones que me han rechazado, para que no queden en el limbo.




Y en otras noticias, participé en un concurso y gané el primer lugar en la categoría "Ideas Verdes".
Aquí hay más información sobre los ganadores de las otras categorías.

Y esto ha sido todo por hoy. Saludos.

lunes, abril 14, 2014

Los Regiobelievers

Hay de regiomontanos a regiomontanos, pero la especie más nefasta y dañina que existe es la que he bautizado con el nombre de Regiobelievers.

Para los que no son tan cultos como yo, les explico: un belieber que viene de believer: "creyente", en inglés es un fan del mentado Justin Bieber; uno de esos seguidores psicópatas que berrea en los conciertos y amenaza con rebanarse las muñecas si el cantante no le avienta sus trusas faroleadas para olerlas.   

Pues bueno: un Regiobeliever es algo similar a esto, pero con un amor/obsesión enfermizos por la ciudad de Monterrey, sus usos, costumbres y vicios.

Un Regiobeliever no puede escuchar o leer una crítica objetiva sobre su ciudad y su gente porque de volada se ofende y se lo toma personal y te dice que de seguro tú no naciste ni has vivido en Monterrey, y que de seguro has de ser un pinche indio de San Luis o de Oaxaca que le tiene envidia, o, peor tantito: que eres un chilango naco y mantenido... Ah, sí: y que si no te gusta la ciudad, te largues.
Como podrán darse cuenta, el Regiobeliever es de pielecita muy sensible, sentimientos desbocados y cerebro muuuuuy limitado.

Así son ellos, pues sufren de fuertes alucinaciones producto de esa fijación enfermiza por sus raíces norteñas y su inexistente cultura, metida con calzador por la televisión chatarra, las grandes empresas, el gobierno y la cercanía con los EUA; lo que provoca que estos simios desarrollen una ceguera y una sordera severas, que desembocan en un nacionalismo extremo y en una soberbia tan grande que creen que el resto de México no existiría sin ellos. 

Los Regiobelievers en verdad creen que Monterrey es la nación soberana e independiente del trabajo duro, el dinero abundante, el progreso, la modernidad, el futbol, la carne asada y la cerveza; el reino que mantiene al resto del territorio, que, según ellos, está infestado de huevones mantenidos que no saben asar un pedazo de carne porque “nomás estiran la mano y agarran un plátano; estiran la otra y agarran un mango; tiran un hilo y sacan un pez”.

Y sí. Si de algo se jacta el Regiobeliever es de ser muy trabajador, por lo tanto, desprecia al pobre o al frugal, pues lo cree holgazán. "Si algo sabemos hacer los regios, es trabajar", chilla a los cuatro vientos el Regiobeliever, como si en ninguna otra parte del mundo la gente trabajara duro; como si los niños que sacan diamantes en minas africanas o los que bordan tenis Nike en las maquiladoras no trabajaran duro. Es más: ni los japoneses son tan trabajadores como los Regiobelievers. 

Con un Regiobeliever no puedes criticar el tema laboral porque se encabrona. Tienes que decir: "Aquí, dándole: no hay de otra", o: "Aquí en chinga, como siempre", o: "Aquí: correteando la chuleta". No te quejes del trabajo; no le digas que la mentada cultura del esfuerzo y la frase de "no hay crisis que aguante 12 horas de jale" fueron inventadas para explotarlo. Tampoco le digas que ese orgullo laboral y esa filosofía de "traer bien puesta la camiseta" lo inventaron para poder exprimirlo sin que se queje, porque si se lo dices, de seguro le tienes envidia porque "eres un jodido" o "un hambreado" o parte del "infelizaje".

Lo más curioso es que habiendo tanta gente taaaaan trabajadora, la ciudad esté cada vez más jodida, más endeudada, más sucia, más embotellada, más irrespirable y más ignorante. Pero bueno, esto ha de ser porque todo el dinero que ganamos con nuestro trabajo de sol a sol se lo mandamos a los huevones del sur, ¿verdad, mis Regiobelievers? 

Que si somos entrones, que si somos luchones, que si decimos las cosas como son, que si hablamos cantadito pero no estamos enojados, que si nomás nosotros sabemos asar carne, que si somos la mejor afición de México, que si los grandes empresarios, que si La Sultana del Norte… Puras mamadas. En serio: no puede ser que no podamos presumir algo digno. ¿El futbol?, ¿los corridos que hacen apología al desamor y al alcohol?, ¿la gran empresa cervecera que fabrica cerveza que no sabe a nada?, ¿la carne? Chale: incluso Sonora tiene mejor carne que nosotros, y no se la pasan mame y mame con eso. Neta que no podemos presumir de ser cultos, educados, ahorradores, modernos, tolerantes, ecológicos ni de algo que aporte algo al mundo. Si pudiéramos, otra ciudad sería. Somos una "cultura" que no le ha aportado nada bueno a nadie. O díganme ustedes qué.

En conclusión, los Regiobelievers están loquitos y son muy peligrosos; por lo tanto, nos toca a los inconformes quejumbrosos salvar esta ciudad. Así es que si el escrito te ofendió, de seguro eres un Regiobeliever, y antes de decirme que si no me gusta la ciudad me largue, yo te hago la misma invitación: si esta ciudad te gusta tal y como es, ¡rúmbale al chorizo, maldito mediocre! El que se tiene que ir de aquí eres tú, no yo. El cáncer social eres tú, no yo. Lárgate de aquí, hijo de tu retiznada madre, y déjanos trabajar a nosotros, los soñadores inconformes que queremos una ciudad mejor; que visualizamos algo así como Copenhague, Vancouver, Ámsterdam, Estocolmo, Viena, Zurich, Auckland, Punta del Este o, incluso, Austin. 
¿Te da risa mi comparación de Monterrey con estas ciudades de primer mundo?, ¿te parece descabellada o ridícula? Obvio: eres un mediocre que no aspira a algo mejor, por lo tanto, tienes que irte lo antes posible, para que dejes de provocar tanto daño.
¡Órale, júchile a la verga! 

jueves, abril 03, 2014

Ando muy ecoloco

Convertí un viejo especiero en un modernísimo macetero. Y no, no me salió vagina.
Estas plantitas moradas -no recuerdo su nombre- se reproducen como plaga de zombies. Están buenas para adornar botellas o cubrir rápido espacios donde sólo hay tierra. No necesitan cuidados especiales (echarles agua dos o tres veces por semana no cuenta como "cuidado especial", es algo lógico). Se dan tanto en sombra como en luz. Basta con arrancar un tallo y ponerlo en la tierra -ni siquiera enterrarlo- para que a las dos semanas broten más. O será que yo tengo muy buena mano para esto de la jardinería; no sé.

Después, ya entrado en esto de la onda de la cultura del reuso, construí una elegante mesa con un viejo vidrio, cajas para verdura -conocidas como "huacales"- y cinchos. La puse en la terraza y la bauticé como La Mesa Verdulera.

Vean cómo de cuatro focos que puedo poner en la pared, sólo tengo uno. No por tacaño, sino porque no creo que necesite cuatro focos.
Ya por último: quería hacer una parrillada en el patio, pero una tortolita decidió anidar en el limonero y no quiero molestarla. La parrillada tendrá que esperar... o podría hacerla en la terraza y estrenar La Mesa Verdulera.
No tomé la foto de más cerca porque, como ya lo dije, no quería molestarla.