martes, enero 28, 2014

Un montón de revistas Playboy

Nunca fui un niño popular. A pesar de ser extremadamente guapo y encabronadamente sexy –me lo dijo una vez el cura de la iglesia del barrio–, no era de personalidad extrovertida, no era el deportista estrella, no me gustaba ir a las piñatas de mis amiguitos ni tenía en casa la consola de videojuegos más moderna del mercado, snif. 
Por desgracia, saber dibujar y tener un padre veterinario que trabajaba en un zoológico tampoco eran razones suficientes para acceder al menos a una pizca de la popularidad de la que gozaba el insípido Cesarín, del programa Papá Soltero

Ah, pero tenía esto:
Bueno, yo no, mi padre fue quien las coleccionó –y acumuló– a finales de sus veinte y hasta sus treintaytantos, obviamente por los artículos tan interesantes que en ellas se publicaban y no por las fotos de esos bellos pedazos de carne llenos de bolas (hay que darle algo a las feminazis para que se enojen, jejeje).

Las famosas revistas de viejas en cueros siempre estuvieron a la vista, apiladas en el estante de abajo del librero de madera que cruzaba de pared a pared la biblioteca, una de las habitaciones más concurridas de casa de mis padres.

En la biblioteca había también un televisor –ay, las ironías de la vida–, un Intellivision y muchos cartuchos de juegos. Nunca comenté con nadie la existencia de las revistas. Cada que mis amigos iban a la casa a jugar tenía que disimular los nervios que me causaba pensar que llegaran a descubrirlas. A pesar de que mi padre nunca las escondió –ni siquiera por mis hermanas– ni me prohibió verlas, me daba algo de "miedo" hojearlas; ya saben, esa sensación estúpida que nos inculcan las sociedades hipócritas de pensar que se está haciendo "algo malo" para tenernos viviendo llenos de culpas y complejos.

En fin, les decía que nunca les comenté ni a mis amigos de la escuela ni a los de la cuadra la existencia de las Playboy, hasta que la curiosidad de uno de ellos dio con las revistas. En cinco segundos el Intellivision quedó en el olvido y ya había tirados en el piso un montón de mocosos repasando las curvas de las playmates con los ojos desorbitados.

Y de ahí mi popularidad se extendió.

Todos querían venir a jugar a mi casa: los hermanos mayores de mis amigos, los niños de otras escuelas, los de otros barrios... Yo me ponía bien nervioso cuando se invitaban solos. "Eh, nos dijeron que tu papá tiene revistas porno. Vamos a verlas". No sabía cómo decirles que no, y les daba chance de que las vieran un ratito con la puerta de la biblioteca cerrada con seguro, pero todo el tiempo estaba con el terror de que las fueran a maltratar o no las dejaran en el mismo lugar o se las fueran a robar o les fueran a arrancar alguna página para llevársela de recuerdo o, lo peor: que mis padres nos descubrieran con las manos en la masa... o en los huevitos lampiños.

Me acuerdo que una vez, sudando de los nervios, les dije a un amigo de la secundaria:

-¡Eh, ya vámonos. Ya deja ahí las revistas, pinche enfermo!

Y me respondió: “

-Ah, chinga: si el que las compró fue tu papá.

Buena madreada. Épica, diría yo. ¡Snif!

La cosa es que mi padre se quiere deshacer de su colección de revistas pornochas y las anda vendiendo y me pidió de favor que las ofreciera por este medio. Son 75 revistas Playboy gringas. Hay desde el año 75 hasta el 86. Están en buenas condiciones. El desgaste natural del papel después de 30 años.

Hay portadas de Kathleen Turner, Goldie Hawn, Bo Derek, Brooke Shields, Madonna y hasta una con Steve Martin.
Hay escritos de Stephen King, Gore Vidal, Arthur C. Clarke, Ray Bradbury y demás chingonazos. Cartones del mítico Art Spiegelman, Harvey Kurtzman y dibujantes del New Yorker. Les digo esto porque, pues, todos sabemos que el Playboy se compra por sus artículos y no por otra cosa. 

La revista más antigua es de septiembre de 1975:
La más “nueva” es la de noviembre de 1986, con Brooke Shields en la portada.  

Según mis refinados gustos, la mujer más guapa que vi en todas las portadas, fue ésta:
El ejemplar que trae a Madonna en la portada viene con fotos de la cantante con pelos en los sobacos, repito: ¡pelos en los sobacos! Ah, y un changuito entre las piernas, muy raro...
Si les interesa el montón de revistas, hagan una oferta o mándenme un correo a guffo76@hotmail.com, y les paso más información. ¡Saludos!

martes, enero 21, 2014

Pinball

Como la mayoría de los niños, yo también fui muy aficionado a los videojuegos, devoción enfermiza que perdí por ahí de los dieciséis años: cuando descubrí el sexo con animales de peluche. ¡No es cierto! Tenía diecisiete. 

Fue durante mi infancia ochentera cuando comenzaron a aparecer las primeras consolas caseras, cuyas gráficas necesitaban de muchísima imaginación para ver naves espaciales o jugadores de fútbol en donde sólo había cuadros deformes que se movían. Por esta razón –creo yo– una de las actividades más recurrentes de los chamacos de mi generación –aparte de coleccionar calcomanías Rascahuele y llenar Magicuentos– era ir a los centros comerciales a jugar “maquinitas”, término genérico que empleábamos para referirnos a los tragamonedas con palanca y botones dispuestos en lugares públicos y cuyos dibujos superaban por mucho la pedorrencia gráfica de los Ataris e Intellivisions

Me gustaban los arcades (como también se les conoce), pero tenía cierta debilidad por las máquinas de pinball. Me seducía la dinámica del tablero lleno de foquitos de colores, fierros cromados resplandecientes, bandas de hule, zumbidos, rampas y túneles; como si una pequeña ciudad estuviera encerrada en una caja rectangular con tapa de cristal. Se veía tan fascinante todo y a la vez tan rudimentario que sentía que podía construirme un aparato de esos en mi casa, con algunas maderas, alambres, ligas y focos de navidades pasadas, snif.

Y creo que parte del encanto de los pinballs radica en esa sencillez, pero también en que el desempeño y los resultados dependen más del azar, la fuerza de gravedad, la mecánica de sólidos y la ley de elasticidad de Hooke, no de la habilidad del jugador. 

Recuerdo que de niño alucinaba con que hicieran una película en la que un niño de mi edad se metía en una máquina de estas por la ranura de las moneda, y la trama era algo así como la película de Tron y la escena de Cazadores del Arca Perdida en donde Indiana Jones huye de una roca gigante. Como nunca nadie la filmó, pues yo la dibujé en un cuaderno cuadriculado que añoro encontrar... así como añoro el día en que pueda tener una maquinita de pinball en mi casa, snif.

miércoles, enero 15, 2014

El tema de los grupos de autodefensa en Michoacán me recuerda mucho la historia de don Alejo Garza Tamez. ¿Se acuerdan de ella? 

Don Alejo fue un supuesto empresario neoleonés y experimentado cazador septuagenario que una noche de noviembre del 2010 se atrincheró en su rancho para combatir -él solo- a un grupo de criminales que había amenazado con quitarle su propiedad.

Cuenta la leyenda –y Wikipedia– que antes de ser alcanzado por las esquirlas de varias granadas, don Alejo tuvo un cruento enfrentamiento a tiros con los delincuentes, matando a  cuatro de ellos y dejando heridos de gravedad a dos, lo que provocó que el resto huyera desbalagado antes de que el ejército llegara.

La acción de don Alejo fue nota de primeras planas en periódicos nacionales y tema de varios noticieros y reportajes. La sociedad civil, con ayuda del amarillismo de los medio de comunicación, elevó a este señor casi casi al nivel de héroe nacional, pues el momento histórico que atravesábamos –la celebración del mentado bicentenario se prestaba para saciar un poco la necesidad de identidad patriótica que siempre nos ha caracterizado.

No sé ustedes pero yo nunca me tragué del todo el cuento de don Alejo. De hecho escribí un post al respecto hace casi cuatro años, por el que, cabe mencionar, recibí toneladas de insultos en mi correo electrónico por mi atrevimiento e incredulidad. Pero en fin.

A lo que voy es que la situación que se vive en Michoacán con lo de los grupos de autodefensa me recuerda mucho el caso de don Alejo. ¿Por qué? Pues porque me acuerdo que todos -sociedad y medios incluidos- aplaudieron la acción de este señor como "un acto de dignidad y valentía", pero a los grupos de autodefensa que prácticamente están haciendo lo mismo que hizo Garza Tamez los están equiparando con criminales.

Es obvio que quienes están en el poder prefieren criminales organizados a sociedades civiles dignas y organizadas, pues estas últimas tienen el poder de exhibir a las autoridades incompetentes y abusivas. A los criminales tan fácil como comprarlos y ponerlos de su lado.

Las autodefensas ridiculizan al gobierno federal, estatal y municipal porque hacen el trabajo que ellos deberían de hacer, por eso creo que prefieren dudosos héroes espontáneos, como don Alejo, pues no calan, no encienden la mecha, no representan un gasto, no bloquean vialidades y uno no se entera de ellos hasta que mueren; son casos aislados, son daños colaterales de una guerra inventada y sus hazañas quedan en bonitas historias que nadie se atreve a repetir porque, aunque se tenga muy poco, se tiene algo que no se está dispuesto a perder.

Pero ya para que una sociedad tome las armas y se eche a los delincuentes, al gobierno, a los medios, a otros miembros de la sociedad y al ejército en su contra, es porque las cosas están de la megarechingadísima. Cuando la violencia es la única opción ya no para ser escuchados, sino para sobrevivir hemos retrocedido a la época de las cavernas e incluso la hemos superado. No hay nada de nada.

Lo más triste de lo que sucede en Michoacan es que pareciera que la gente no tiene opción: si dejan las armas, los matan; si no las dejan, también.

Esto es México. Una carrera para salvar nuestra vida entre muros que se desmoronan a propósito.

Y aquí les dejo una entrevista con el escritor y periodista Arturo Pérez-Reverte, que algo tiene que ver con el tema.

viernes, enero 10, 2014

Coprodiversión

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Si no me creen que este cachivache cagón existía -o existe-, aquí está la Retropedia para corroborar que sí:

Y recuerden el paquete de año nuevo por $150 pesitos: libro del Escuadrón Retro autografiado, 10 separadores de La Neta del Planeta y postal pro árboles. Ya incluye gastos de envío. Si quieren el paquete con playera (me quedaron algunas del FESTO), son $250 pesos. Manden sus correos a guffo76@hotmail.com para cualquier duda.

lunes, enero 06, 2014

Complejo de cura

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Si naciste en los años noventa, de seguro no sabes qué diablos es un tocadiscos (a menos de que seas un hipster). Aquí la Retropedia te saca de la duda.

viernes, enero 03, 2014

Burbujas justicieras

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Retroenciclopedia: tira inspirada en este juguete y en esta película.

Y por último les informo que hay un paquete especial de año nuevo. Libro del Escuadrón Retro autografiado, diez tiras/separadores de libro de La Neta del Planeta y una postal de conciencia ecológica por $150 pesitos. ¡Ya incluye gastos de envío!

Pueden comprarlo vía PayPal con el botón que está en el lado superior derecho de este blog o mandarme un correo a guffo76@hotmail.com

¡Muchas gracias a todos ustedes por regalarle otro año a este blog!
Paketaxo de inicio de año