viernes, octubre 30, 2009

Algunos cartones, pero no de cerveza

Durante la semana -creo que fue ayer-, como que el presidente del empleo quiso amarrarse los huevos y le dio un suave jaloncito de orejas a las grandes empresas. "Ay, pillines… algunos de ustedes no pagan impuestos, eeeh... no se hagan locos, pillines: hay que pagar, jijiji". La IP, indignada, dijo que sí pagaba, y sutilmente mandó a la verga al mandatario. Mientras tanto, sigue habiendo pobres diablos que trabajan de sol a sol y lo poco que ganan se lo dan al gobierno; mientras otros que no trabajan y ganan un chingo, no pagan nada. Lo irónico del asunto es que siempre inventan y suben impuestos, pero los servicios no mejoran y estamos entre los países con menor recaudación tributaria. Dos cartones al respecto que hice para el periódico:



Un poco inspirado por la canción "Mé-xi-co", de Timbiriche -el mejor grupo músico vocal de izquierda que haya existido en el universo-, me dio por hacer este cartón en el que "juego" con las letras de nuestro país.


Y para todos esos ingenuos –me incluyo- que sueñan con que en el 2010 nos vamos a levantar en armas y va a haber una revolución quesque porque ya estamos hartos y quesque los mayas y el curita Hidalgo dijeron no sé qué cosas y quesque se cumplen 100 y 200 años de blablabla; desde ahorita les digo que sigan soñando, pues no va a pasar ni madres. Nadie se va a organizar, a menos que les digan que es un homenaje a Michael Jackson.
Y si de revoluciones hablamos, ya se nos adelantaron: el crimen organizado ya hizo la suya, y está obteniendo lo que quiere.

martes, octubre 27, 2009

Ahora soy poeta

Yo de corbata y traje; tú, de vestido.
¿Cuántas bodas como éstas nos hemos perdido?

Comienza la música, nos sentamos en la mesa y pedimos de beber.
En cada sorbo imaginamos los mutantes que en la pista de baile va a haber.

Tocan rock en español, en inglés, cumbias y baladas.
Las mismas pinches canciones miadas.

Me muerdes una oreja y me da la chiripiolca.
Sabes que no bailo porque siempre tocan polca.

Con muy poco me convences.
Si tu pareja fuera Superman, fácil lo vences.

No me importa que el enlace religioso sea de un familiar.
Mi filosofía es la de “el whisky ir a gorrear”.

El pendejo del grupo quiere que bailemos “El Venado”.
Por ti me arrastraría por los desiertos de lado a lado.

Si de hacer el ridículo se trata.
Prefiero bajarme los calzones y enseñarles a todos la riata.

Pero por favor: nunca me pidas bailar.
Es una vergüenza que nunca podrás olvidar.

Es una imagen de mí que nunca te vas a borrar.
Bailemos mejor en la cama para el tiempo ahorrar.

Así podré desvestirte con mi visión de rayos gama.
Y te haré la pregunta del millón: “¿Quién es el que más te ama?”.

Y tú me dirás: “¡Pinche niño: deja de brincar en la cama!”.
Y yo te diré: “Es que Gama rima con Ama y con Cama y con Gama y con Ama, pero ya no sé qué más escribir”.

Y haremos el amor con gana(s)... aunque Gama, Ama y Cama no rimen con Ganas.

sábado, octubre 24, 2009

Para qué quiero comentarios aquí, si acá recibo más de 400... aunque la mayoría de ellos ni vienen al caso con el tema, pero aquí era igual.
Gracias a los de Hazme el Chingado Favor.

viernes, octubre 23, 2009

Más recomendaciones literarias

Hace más de cuatro meses escribí este post. En él puse algunas recomendaciones y reseñas ramplonas de mis libros favoritos o lecturas que "me han marcado". Hoy, vuelvo a hacer lo mismo. Espero disfruten mi escrito y disfruten más los libros que, sin autoridad en la materia, me atrevo a recomendar.

Trópico de Capricornio


Quienes han leído a Henry Miller coinciden siempre en que sus textos son “sucios” “crudos”, “duros”, “escandalosos” “controvertidos”, “brutales” y un largo etcétera de adjetivos que sólo generan morbo. El problema con esos calificativos tan simplones radica en que esta cosa que llamamos “vida real”, está llena de tapujos, y lo único que hizo este autor fue asomarse detrás de las máscaras sociales y describir lo que vio sin metáforas ni adornos. Así de sencillo, así de difícil, así de demoledor y fascinante.
Trópico de Capricornio -antecedente a Trópico de Cáncer, otra de sus novelas- es un libro autobiográfico que narra la infancia y juventud de Miller mientras vivía en Nueva York y trabajaba en una oficina de telégrafos a principios del siglo XX.
A lo largo de sus más de 400 páginas, es clara la inadaptación del autor ante un entorno que considera hipócrita y hostil; su lucha infatigable por no perder la individualidad y no rendirse ante la comodidad de las masas como única opción que ofrecen las estructuras mundiales, las cuales, impiden el verdadero goce de la vida y el crecimiento interior.
En una parte del libro, Miller menciona: “Para que te acepten y aprecien, tienes que anularte, volverte indistinguible del rebaño. Puedes soñar, siempre y cuando sueñes lo mismo que todos. Pero si sueñas algo diferente, no eres americano… en cuanto tienes ideas diferentes, dejas de ser americano”. En otra parte, dice: “Me parecía inútil querer cambiar el estado de las cosas; estaba convencido de que, sin un cambio del corazón, nada cambiaría, ¿y quién podía cambiar el corazón de los hombres?”.
Un hombre capaz de sentir y reflexionar lo anterior, no puede ser un hombre "sucio", “brutal” o “escandaloso”. Coherente y honesta, llamaría yo a su obra; cuyo principio siempre fue la futilidad. Hace poco leí por ahí que Miller murió convencido de que la razón nos llevará a la catástrofe. Espero que no se haya ido a la tumba estando en lo cierto.

Un Hilito de Sangre


Eusebio Ruvalcaba ganó en 1991 el premio Agustín Yáñez por esta novela. De hecho, hay una película basada en este libro, estelarizada por el Diego Luna antes de que se hiciera anoréxico y me bajara a la Camila Sodi.
Hilarante, valemadrista, noble y calenturiento, así es su protagonista: un adolescente que nos cuenta sus peripecias al intentar viajar a Guadalajara para ver a su novia Osbelia, la de los calzones verdes. La narrativa es muy amena y coloquial, llena de “palabras de chavos”, y la trama gancha desde el principio. Para toda esa banda que quiere empezar a agarrar el hábito de la lectura y no se anima, se los recomiendo. Nomás para que se den una idea: la historia comienza cuando el protagonista nos confiesa que su sueño es ser chofer de gente rica, para así poder cogerse a las señoras cincuentonas que siempre andan calientes porque sus maridos no las pelan. Ya si con estas palabras el libro no atrapa su atención, entonces no vinieron a este mundo a ser lectores, y mejor enciendan el televisor en Telehit y pónganse a ver Guerra de Chistes.

Demian


Emil Sinclair tiene 10 años y quiere ser aceptado en un grupo de niños. Para esto, inventa una historia: dice haber robado manzanas de un huerto. Como todos dudan de su falta de rectitud, lo hacen jurar por Dios que en verdad cometió el hurto. Emil lo jura y es admitido, pero uno de sus miembros lo somete a un chantaje: si Emil no le entrega dinero todos los días, irá a contarle lo del falso robo al dueño del huerto y a sus padres. Atrapado en un infierno personal, debatiéndose entre su moralidad, su fe religiosa y su conciencia, es entonces que conoce a Max Demian.
Max libera a Emil de su extorsionador y éste queda fascinado con la personalidad de su nuevo amigo, al que considera distinto y especial. Demian le enseña a Sinclair a controlar la mente de las personas, le habla sobre la marca de Caín y sobre cómo lo bueno y lo malo están reunidos en un mismo concepto. Es así que comienza el viaje de Sinclair: su desprendimiento de lo aprendido, el esclarecimiento de sus problemas de conciencia y su renacimiento.
Todos los libros de Herman Hesse hablan de lo mismo: el crecimiento interior, el despertar de cada individuo, el camino que debemos recorrer para encontrarnos con nosotros mismos y los miedos, riesgos, tropiezos, pérdidas y esperanzas que hay en el trayecto, cuyo único fin es ése: renacer. “El que quiere nacer, tiene que destruir un mundo”, es una de las citas memorables de esta novela. Que cada quien la interprete como pueda.

Oh, The Places You Will Go


No, no es broma la recomendación de este libro: última obra escrita y dibujada por el Dr. Seuss, creador de ¿Cómo el Grinch se robó la Navidad? y otros clásicos de la “literatura” infantil. El cuento está narrado en segunda persona -con las rimas características y las palabras inventadas que acostumbraba su autor-, y nos platica de forma por demás sencilla las aventuras de “Tú” -el protagonista- mientras recorre la vida y afronta los problemas que se le van presentando. A simple vista, pareciera un inofensivo libro para niños con mensajitos baratos y coloridas –y hasta psicodélicas- ilustraciones, pero tiene un trasfondo profundo y esperanzador.

El Candor del Padre Brown


Recuerdo que este libro me lo encargó en la preparatoria un maestro al que le decíamos El Sapo. Cuando sonó el timbre de salida, me acerqué a su escritorio y le dije que por qué nos había impuesto leer un libro religioso. El Sapo sonrió, me advirtió que no fuera prejuicioso, me aclaró que no era un libro religioso y que Chesterton -su autor- había sido de todo: incluso dibujante y pintor. “Como tú”, me dijo. Y con eso, me ganchó.
El libro contiene varios cuentos breves de intriga policiaca. El personaje principal es un sacerdote católico aparentemente ingenuo, que la hace de detective y resuelve enigmas aplicando el sentido común, tomando como base la naturaleza humana, las verdades filosóficas y espirituales; no los razonamientos lógicos o los detalles científicos. Chesterton es un genio para la narrativa entretenida, para el humor fino, para los giros inesperados, para las historias perfectas, sin cabos sueltos.

La Carretera


Última novela de Cormac McCarthy, autor de No Country for Old Men.
Un hombre y su hijo intentan sobrevivir en medio de una tierra devastada mientras caminan hacia el sur por una carretera abandonada en busca de un clima más benigno. La misma carretera es recorrida por otros sobrevivientes desesperados y hambrientos, que no dudarán en robar, matar y comerse a cualquiera que se cruce en su camino. Los personajes de este libro no tienen nombres propios, pues son simples representantes de la raza humana en medio de un mundo calcinado: el verdadero protagonista de la historia. La visión de McCarthy es un ejemplo rotundo de la tontería y la maldad que rigen los actos humanos, convirtiéndonos en seres capaces de destruir todo lo que nos rodea y evidenciando que el hombre siempre será el lobo del hombre, sobre todo cuando las circunstancias son adversas. Hay una parte en el libro donde los protagonistas llegan a la costa y el niño se pone a llorar porque su padre le había prometido que el mar era azul, no gris. Snif. Y mejor no les platico el dilema en el que entra el hombre por la única bala que carga en su revólver. McCarthy es otro de esos escritores que admiro por su integridad intelectual y moral. Vean este fragmento de entrevista (lástima que sea con la pendejona de la Oprah) y díganme si no es un cabrón digno de hacerle bwana bwana. Si no saben inglés, están jodidos.

La Senda del Perdedor.


Novela autobiográfica de Charles Bukowski. Henry Chinaski –alter ego del autor- narra su infancia como emigrante alemán en Estados Unidos, su adolescencia, sus años en el colegio como alumno apestado y sus primeros trabajos; también las brutales golpizas que le propinaba su padre desempleado, palizas siempre solapadas por una madre sumisa y abnegada. Bukowski -al igual que Henry Miller- llega a espantar a los lectores primerizos por la crudeza con que dice las cosas. Aparte, su vida personal –reflejada en toda su obra- no era del todo “admirable”: vagabundo, alcohólico, misógino y odiaba trabajar. Pero, detrás de esa actitud furibunda y ese rostro atiborrado de cicatrices, existía un hombre que lo único que consideraba importante en la vida, era escribir (tal vez a eso se deba la honestidad de su narrativa); un hombre que rebosaba de ternura y se conmovía con situaciones que para muchos pudieran pasar desapercibidas o parecer absurdas.
En una parte del libro, Chinaski llega tarde a su primer día de trabajo. El jefe lo reprende y le pregunta la razón de su atraso. Henry le responde que llegó tarde porque se paró a darle de su almuerzo a un perro callejero. El encargado le dice que ésa es la excusa más estúpida que ha escuchado en su vida… pero no era otra cosa que la verdad… La obra de Bukowski está llena de críticas al sistema, sobre todo al laboral, al que se refiere como “machacador del espíritu humano”.

El Ejército Iluminado


Ignacio Matus es un profesor de historia que corre desde Monterrey el maratón de los Juegos Olímpicos de Paris en 1924. Al enterarse de los tres primeros lugares, Ignacio se da cuenta que su tiempo fue mejor que el del gringo que obtiene la medalla de bronce; es entonces que planea una venganza que dignifique su esfuerzo y le haga justicia a él y a todos los mexicanos. Total que pasan más de 40 años y, en 1968, don Ignacio Matus organiza un ejército de niños -todos discapacitados- cuya única misión es ir a recuperar los territorios cedidos a los Estados Unidos y la medalla de bronce que, según él, le pertenece.
No es porque David Toscana -el autor- sea mi paisano, pero este güey es bien chingón. Sus historias siempre abordan temas como la soledad, la mediocridad, lo mortuorio y el fracaso; y sus personajes son tan reales, tan marginales y tan humanos, que rayan en lo absurdo.

miércoles, octubre 21, 2009

Un milagro en mi ciudad, ay, qué emoción...

No sé si me esté volviendo muy mal pensado o nomás loco.

Hace cinco días una señora se robó a una recién nacida de un hospital de aquí de Monterrey. No es que dude que esto haya sucedido, pero es que los medios masivos hacen que todo parezca una pinche telenovela de muy bajo presupuesto con actores bien pedorros. ¿A quién creerle cuando todo el tiempo nos han engañado?

Durante los “días de angustia” –porque, según los noticieros, todo Nuevo León estaba angustiado con lo sucedido-, el padre de la niña se la pasó retando a la plagiaria en las televisoras y medios locales, cual vil luchador de tercera dando su patético espectáculo. “Te vamos a encontrar”, decía señalando hacia las cámaras; “no hay lugar dónde puedas esconderte”, advertía con sorprendente fluidez; “óyelo bien, mujer: me vas a devolver a mi hija”, “devuélvenosla ahora, para que podamos perdonarte”, eran algunas de sus frases, que parecían más ensayadas que salidas desde el fondo de su corazón.

Ayer en la noche, una denuncia anónima –de ésas que nunca sirven para ni madres- dio resultados y encontraron a la bebita.

La culpable ni siquiera pensó en vender sus órganos, venderla a alguna familia estéril o prostituirla en un futuro para salir de su miseria. Confesó que pensó en devolverla cuando vio el impresionante despliegue de medios en su contra, pero le dio miedo. Me sorprendió que una mujer en sus condiciones, que apenas puede mantener a sus otras 4 hijas, tenga ganas de alimentar una boca más. ¿Y cómo conseguirla?, ah, pues mediante un robo planeado por más de un mes y burlando la seguridad de un hospital que se pone bien mamón hasta con los familiares de los internos. Si lo que esta mujer quería era darle un gusto a su pareja, ¿no era más fácil embarazarse? Si lo que la policía quería era limpiar su mala fama y su imagen de huevones incompetentes, ¿no creen que es más honesto ponerse a jalar bien todos los días?

Total que Amandita –la niña robada- apareció y todos los medios de comunicación tuvieron un orgasmo y el padre de la niña se desmayó frente a un montón de reporteros que le preguntaban: “¿Cómo se siente, señor?”. La plagiaria también se desmayó cuando fue presentada ante las cámaras.
Insisto: no quiero ser mal pensado ni parecer un pinche loco, pero: ¿desde cuándo alguien que se desmaya o le baja la presión se lleva las manos al pecho? Eso parece más un infarto, ¿qué no? Muy curiosa técnica para desmayarse de ambos protagonistas de esta historia, pero en fin.

Algunos conductores de noticieros preguntaron a las autoridades si en realidad esa niña era Amandita; que si no cabría la posibilidad de un error, que si ya habían hecho pruebas de ADN y demás. Las autoridades dijeron que sí, que todo estaba en orden y bla bla bla. Órale. Y yo que pensaba que esas pruebas tardaban mínimo 24 horas y que, algunas, incluso hasta un mes (o al menos eso le han dicho a varios amigos). Pero bueno: así somos de rechingones en Monterrey y así soy yo de "indiorante", snif.

Para estas horas también ya habían entrevistado a la humilde niña de 13 años que supuestamente hizo la denuncia anónima que dio con la “robachicos”.
¡Ah, chinga!, ¿pos no que es denuncia anónima? Aaaah, bueno, pero es que hay que ver quién fue el héroe o la heroína del día, para darle sus 100 mil pesotes de recompensa, exhibirlo, dar su domicilio y todos sus datos para que al rato vayan a robarle el dinero… si es que existe tal dinero.

Lo más importante es que hoy todo es felicidad en mi ciudad: la policía es buena, las autoridades trabajan y los milagros existen.

¡Bienvenida, Amandita! Bienvenida a un país próspero para la delincuencia, el desempleo y la miseria. Bienvenida a un país que te recompensa bajándote el salario y aumentándote los impuestos, los servicios y los productos de primera necesidad. Un país en el que tus papis tendrán que trabajar de por vida -50 o 60 años- para tener “su casita”, "su carrito”, “su negocito” y “un terrenito” en el panteón; un país donde tú tendrás que hacer lo mismo si quieres tener "una vida normal" y un futuro que nunca ha existido.
Ah, pero nunca olvides que las crisis son OPORTUNIDADES, nena. Recuerda siempre eso, mantén tu mente positiva y agradécele al gobierno por darnos un montón de oportunidades año con año.

miércoles, octubre 14, 2009

Algunos cartones de la semana pasada

Según los "expertos", durante el mes de septiembre se recuperaron muchos empleos en nuestro país. Yo, sí les creo:


Los premios Nobel dieron mucho material para hacer cartones. Hice varios muy obvios que no publiqué. A veces es lo malo de tener temas tan chingones o "facilones", donde fluyen muchos chistes, pues uno corre el riesgo de que su idea también se le ocurra a otro colega. Aquí les presento dos cartones de los que hice referentes al mentado premiecito:



Y no podía faltar el tema del momento: el pedo de Luz y Fuerza del Centro. Hice varias caricaturas, pero la verdad, ninguna me gustó. Como que no andaba "inspirao". A veces hay temas que dan hueva por más importantes que sean, jejeje. Éste fue el que terminé mandando al periódico y me publicaron:


Saludos.

lunes, octubre 12, 2009

De banqueros y blogueros

Cuando el ex banquero Jorge Lankenau sufrió un derrame cerebral –hace menos de un mes-, entré a leer la nota en uno de los periódicos virtuales más importantes del país. Al leer los comentarios de los lectores, pude darme cuenta que el moderador del diario borraba los que consideraba negativos. La nota del ex banquero tuvo más de 100 comentarios al final del día: todos ellos positivos, alabándolo, absolviéndolo, haciéndolo una víctima más del sistema político corrupto y deseándole pronta recuperación.

Yo no conozco al señor Lankenau. Sé lo que todos saben y conozco las dos versiones de su historia; pero, honestamente, no me importa cuál sea la verdadera.

Lo que me molesta es que un medio de comunicación de ese calibre borre comentarios; que un medio informativo de ese tamaño y con esa trayectoria borre cosas que no le parecen, pues, al borrarlas, uno da por hecho que son ciertas y que existe un trasfondo oscuro de intereses ocultos.
Es entonces que la credibilidad se viene abajo.

Da vergüenza que algunos periódicos que se dicen defensores de la libertad de expresión caigan en prácticas tan convenencieras como ésas; y que, aparte, las apliquen con sus suscriptores.

Como yo no quiero caer en esa conducta vil de poner los comentarios que me "benefician" y borrar los que me “perjudican”, prefiero mejor que ya nadie comente. Si quieren decir algo, ahí está el correo.

Gracias.

martes, octubre 06, 2009

Ya me chingaron

Hoy en la madrugada entraron a robar al negocio de cajas. Se llevaron cepeu, monitor, dinero, etc.

Fui sin fe a levantar una denuncia por robo al ministerio público. No puedes no pensar: "¿Éstos güeyes son los que me van a ayudar?" estando ahí dentro.

Mocosos arrogantes, enfundados en botas exóticas, exhibiendo sus pistolas sujetadas a cintos piteados; agentes que cada que llegaba una mujer, se paraban como perros de sus lugares para verle las nalgas. No quisieras toparte con uno de ellos en la calle, andando de civil; o en un antro, cuando anden borrachos o drogados. Te matarán por algún empujón accidental saliendo del baño, sin ningún remordimiento. Y quedarán libres. Tenlo por seguro.

"Sí, ésos son los que me van a ayudar", pensé en silencio.

Sentado en la sala de espera, me sentí ingenuo. Tanto secuestro, tanto asesinato y yo aquí: quejándome por una computadora y dinero. Pasé de sentirme ingenuo a sentirme ridículo.

Un par de horas después de la denuncia, llegaron al negocio los agentes y los peritos. Hicieron preguntas, tomaron fotos, tomaron huellas dactilares. Uno de ellos nos reprendió diciendo que habíamos contaminado la escena del crimen en la mañana, al abrir la tienda; después, se sentó a tomar notas en un banco donde habían quedado impresas dos huellas de zapato. Ni siquiera las vio. Ni siquiera me escuchó cuando le dije que en ese banco había impresas dos huellas de zapato.

Se fueron. Quedaron en mandar una patrulla en la noche. A esta hora. A vigilar. No han mandado nada. Suponen que fue uno el que se metió a robar y que posiblemente vuelva acompañado, pues no se llevó algunas cosas de valor que están a la vista.

Y aquí sigo en el negocio. Esperando la patrulla o al culero que me robó. Quien llegue primero.

lunes, octubre 05, 2009

El huerto gigante V.S. la ciudad fea

Un río enorme y marchito atraviesa la ciudad donde vivo. No corre agua en su cauce desde hace muchos años, como lo hiciera en un principio, cuando este lugar todavía era un valle. En su lecho ahora abundan las canchas de fútbol con pasto sintético, las pistas de go karts, los comercios de piratería, los campos para practicar golf y los mismos parajes desolados de mi infancia.

A diario acompañaba a mi padre al extinto zoológico del Parque España, donde trabajaba vacunando antílopes y palpando leonas preñadas. Tomábamos avenida Constitución a las 7 de la mañana, la arteria vial paralela al Santa Catarina. Papá señalaba hacia el río cuando alzaban el vuelo las pocas garzas que aún lo visitaban cada que llovía. Yo pegaba el rostro en la ventana del volkswagen color verde y seguía con la mirada el aleteo de las aves sobre la inerte cañada. Rocas, desagües, basura y pestilencia desde entonces.

Siempre que pasábamos por ahí, soñaba que era el Presidente de México y construía un huerto gigante, de lado a lado, con riachuelos cristalinos y columpios colgando de ramas; que plantaba higueras, limones, duraznos, manzanos, perales, tomates, aguacates, mangos, chile y elotes. Mi razonamiento era que, como los pobres no tenían trabajo ni comida, podrían ir al huerto a arrancar los frutos cada que les diera hambre y así solucionarían sus problemas. Imaginaba que todo el país me aplaudía y agradecía con lágrimas en los ojos; que me cargaban en hombros y mandaban imprimir mi cara en esas estampitas que venden en las papelerías. Alucinar lo anterior a tan corta edad no era cuestión de soberbia, simplemente era lo que uno creía que sucedía cuando alguien hacía algo bueno por los demás.

Desistí en mi intento por ser Presidente de México y construir un huerto gigante cuando mis amigos del colegio descubrieron mis cuadernos con los planos de mi proyecto trazados –que no eran otra cosa que garabatos de árboles chingándose unos edificios- y dijeron: “Jajajaja, este pendejo quiere ser jardinero, jajajaja”.

Pasaron los años y, en una borrachera, le comenté a un amigo mi inocente propósito de infancia. Se lo platiqué porque –aparte que andaba pedo- mi compa se iniciaba en la política local, era defensor de perros callejeros y ecologista. "Chicle y pega", pensé. Para mi sorpresa, quedó fascinado con mi proyecto “autosustentable”. Así lo llamó. Yo nunca había escuchado esa palabra.

-¿Por qué crees que no hay árboles frutales en ninguna parte de la ciudad? Pues porque al pinche gobierno le vale madre quitarle el hambre a la gente. Porque si les ponen árboles frutales les dan de comer y les quitan la necesidad de trabajar, y lo que quiere el sistema son esclavos. Gente que tenga hambre para convertirla en esclavos.

-Obviamente. Por eso todo lo que se coseche en este huerto se va a regalar o a vender mucho más barato que en cualquier supermercado, güey. Si un kilo de tomate vale 10 pesos, nosotros vamos a darlo en 2. Que trabaje en el huerto la gente más pobre: sembrando, regando, podando, piscando; les pagamos un sueldo justo y les regalamos la fruta y la verdura, para que no emigren a hacer lo mismo con los pinches gringos. Aparte, hasta estaríamos fomentando la buena alimentación y los estilos de vida más sanos: sin pedos de salud ni de sobrepeso ni nada. Eso cuesta mucho al estado y se lo ahorraríamos en programas de salud.

-A huevo, cabrón. Y podemos hacer un chingo de huertos de esos en todo el país. La idea está bien chingona, porque así dejarían de inventar impuestos para combatir la pobreza. De hecho, también podemos hacer programas de concientización con primarias y secundarias, para que los niños vayan y aprendan a sembrar árboles y cultivar hortalizas, y así despertarles el respeto y el amor por la naturaleza.

-Simón, a huevo que sí; y al final del día, regalarles un par de arbolitos para que los siembren en sus casas.

-Sí cabrón, y tener una cuadrilla de camiones que recojan casa por casa puro desperdicio orgánico, para utilizarlo como abono. Y también crear una policía ecológica, que patrulle arroyos, cerros y áreas verdes.

-¡Puta, eso estaría bien chingón! Es más, también podríamos recolectar botes de plástico para construir un centro de investigación: que sea el primer edificio en el país construido a base de botellas de plástico…


Ay… la inocencia de la peda, snif. Ya hasta nos veíamos en Oslo, recibiendo el Premio Nobel de la Paz, o, ya muy jodido, el Príncipe de Asturias o el Global 500.
Recuerdo que brindamos por todos nuestros planes y mi amigo prometió que llevaría a cabo el proyecto cuando estuviera en el poder. Con el tiempo, mi compa se dio cuenta que era más fácil ser burócrata y estar en una narconómina que hacer proyectos de desarrollo sustentable; dar permisos para canchas de fútbol a las que no todos tienen acceso y hacerse pendejo con los puestos de piratería y los desperdicios industriales vertidos en el río, pues eso deja más billetes.
Se enteró -como todos los demás- que es mejor matar de hambre a la gente que darles de comer, que es mejor predicar el evangelio del trabajo duro -de sol a sol- por unos cuantos pesos para malcomer y que, aparte, te agradezcan por ello. Que es más sencillo fomentar entre los hombres la doctrina de “el que no trabaja no come”, pues no es otra cosa que la doctrina de la inercia, la que ha permitido que todo empeore y la que conduce nuestro rebaño al precipicio.

Todos los días tomo avenida Constitución, la arteria vial paralela al río Santa Catarina, y veo mi proyecto sepultado entre el progreso y la modernidad; progreso y modernidad que siguen sin sacarnos del agujero.

sábado, octubre 03, 2009

Algo que me caga:
Los raperos negros y todo su entorno de coches ridículos, joyería grotesca, mujeres fáciles y poses de gángsters fantoches. Pero más me cagan estos pendejos cuando cantan a dueto con Justin Timberlake o Thalía. ¿Pos no que muy malotes?

Algo que me va a cagar:
A finales de este mes cumplo 33 años. Ya veo a toda la gente que me pregunte mi edad, diciendo: "Ah: la edad de Cristo". Es lo mismo a cuando una persona quiere romper un silencio incómodo diciendo: “Qué calor, ¿verdad?”, “Como que quiere llover, ¿verdad?” o “Buenos días… ah, no: tardes, ya son tardes, jejeje”, y uno responde: “Sí, ya son tardes, jejeje”, y otro pendejo dice: “Pues sí… así es...”.

Algo que nunca me va a cagar:
La comida árabe. Irónicamente, las hojitas de parra y calabazas rellenas hacen cagar hasta al más estreñido.

viernes, octubre 02, 2009

La venganza del maestro

Un amigo que es maestro, harto de la bola de pendejos de preparatoria con iPhone y laptop que tenía por alumnos, decidió joderlos.

No: no agarró un AK 47 para masacrarlos en plena clase de Etimologías Griegas; tampoco se cogió a la alumna más buenota del salón –ésa de la que todos están enamorados- ni puso una bomba en la cafetería a la que todos van a fumar y huevonear. Simplemente les dijo:

-El trabajo final lo quiero escrito a mano, con tinta negra, en manuscrita y a doble raya.

Obviamente, todos reprobaron.